Aviso: Los libros aquí transcriptos y los personajes
pertenecen a Stephenie Meyer y la historia original “Reading Twilight” a
Choices HP, yo solo la traduzco, todo esto es sin ánimos de lucro, solo
por mero entretenimiento.
El Partido dijo Emmett
con una amplia sonrisa.
Apenas había comenzado a lloviznar cuando
Edward dobló la esquina para entrar en mi calle. Hasta ese momento, no había
albergado duda alguna de que me acompañaría las pocas horas de interludio hasta
el partido que iba a pasar en el mundo real.
Entonces vi el coche negro, un Ford
desvencijado, aparcado en el camino de entrada a la casa de Charlie, y oí a
Edward mascullar algo ininteligible con voz sorda y áspera.
"¿Qué está pasando?"
Preguntó Emmett.
"Si tuviera que adivinar, diría que tiene que ver con los lobos", se quejó Edward.
"Si tuviera que adivinar, diría que tiene que ver con los lobos", se quejó Edward.
Jacob Black estaba de pie detrás de la
silla de ruedas de su padre, al abrigo de la lluvia, debajo del estrecho
saliente del porche. El rostro de Billy se mostraba tan impasible como la
piedra mientras Edward aparcaba el monovolumen en el bordillo. Jacob clavaba la
mirada en el suelo, con expresión mortificada.
"Avergonzado o temeroso",
reflexionó Alice.
"Lo más probable es que este avergonzado, el cachorro no cree en las historias." Edward apretó los dientes.
"Oh, yo sé eso", sonrió Alice. "Pero podría haber pensado que aún tenía una oportunidad con Bella..."
Edward sólo arrugó la nariz en respuesta.
"Lo más probable es que este avergonzado, el cachorro no cree en las historias." Edward apretó los dientes.
"Oh, yo sé eso", sonrió Alice. "Pero podría haber pensado que aún tenía una oportunidad con Bella..."
Edward sólo arrugó la nariz en respuesta.
—Esto... —la voz baja de Edward sonaba
furiosa—. Esto es pasarse de la raya.
— ¿Han venido a avisar a Charlie?
—aventuré, más horrorizada que enfadada.
"Él no puede hacer eso",
dijo Edward con incredulidad.
"Tal vez se dio cuenta de que realmente no romperíamos el tratado", dijo Carlisle. "Sólo tendríamos que marcharnos."
"Yo no creo que pueda hacerlo", susurró Edward.
"Relájate, no llegaremos a eso", dijo Carlisle, siempre optimista.
"Tal vez se dio cuenta de que realmente no romperíamos el tratado", dijo Carlisle. "Sólo tendríamos que marcharnos."
"Yo no creo que pueda hacerlo", susurró Edward.
"Relájate, no llegaremos a eso", dijo Carlisle, siempre optimista.
Edward asintió con sequedad, respondiendo
con los ojos entrecerrados a la mirada de Billy a través de la lluvia.
Se me aflojaron las piernas de alivio al
saber que Charlie no había llegado aún.
—Déjame arreglarlo a mí —sugerí, ansiosa
al ver la oscura mirada llena de odio de Edward.
"Debes escucharla", dijo
Carlisle. "Tú debes estar ansioso en estos momento y en esas condiciones no
puedes tratar con ellos. Además, estoy seguro de que ella es muy capaz de
manejar la situación."
Para mi sorpresa, estuvo de acuerdo.
—Quizás sea lo mejor, pero, de todos
modos, ten cuidado. El chico no sabe nada.
Me molestó un poco la palabra «chico».
—Jacob no es mucho más joven que yo —le
recordé.
"Eso es verdad", sonrió
Edward
Entonces, me miró, y su ira desapareció
repentinamente.
—Sí, ya lo sé ——me aseguró con una amplia
sonrisa.
Suspiré y puse la mano en la manija de la
puerta.
—Haz que entren a la casa para que me
pueda ir —ordenó—. Volveré hacia el atardecer.
— ¿Quieres llevarte el coche?
¿Por qué, querría ir más lento que un
caracol?" Edward se burlo.
—pregunté mientras me cuestionaba cómo le
iba a explicar su falta a Charlie.
Edward puso los ojos en blanco.
—Puedo llegar a casa mucho más
rápido de lo que puede llevarme este coche.
—No tienes por qué irte —dije con pena.
Sonrió al ver mi expresión abatida.
—He de hacerlo —lanzó a los Black una
mirada sombría—. Una vez que te libres de ellos, debes preparar a Charlie para
presentarle a tu nuevo novio.
“Siiiiii” dijo
Emmett
Esbozó una de sus amplias sonrisas que
dejó entrever todos los dientes.
—Muchas gracias —refunfuñé.
Sonrió otra vez, pero con esa sonrisa
traviesa que yo amaba tanto.
—Volveré pronto —me prometió.
Sus ojos volaron de nuevo al porche y
entonces se inclinó para besarme rápidamente justo debajo del borde de la
mandíbula.
"Edward", Carlisle suspiró.
"Eso realmente no era necesario."
"Lo siento", dijo Edward, sin lucir arrepentido en absoluto "Creo que no hay caso conmigo."
"Lo siento", dijo Edward, sin lucir arrepentido en absoluto "Creo que no hay caso conmigo."
El
corazón se me desbocó alocado y yo también eché una mirada al porche. El rostro
de Billy ya no estaba tan impasible, y sus manos se aferraban a los brazos de
la silla.
—Pronto —remarqué, al abrir la
puerta y saltar hacia la lluvia.
Podía sentir sus ojos en mi espalda
conforme me apresuraba hacia la tenue luz del porche.
—Hola, Billy. Hola, Jacob —los saludé con
todo el entusiasmo del que fui capaz—. Charlie se ha marchado para todo el día,
espero que no llevéis esperándole mucho tiempo.
—No mucho —contestó Billy con tono
apagado; sus ojos negros me traspasaron—. Solo queríamos traerle esto —señaló
la bolsa de papel marrón que llevaba en el regazo.
—Gracias —le dije, aunque no tenía idea de
qué podía ser—. ¿Por qué no entráis un momento y os secáis?
Intenté mostrarme indiferente al intenso
escrutinio de Billy mientras abría la puerta y les hacía señas para que me
siguieran.
"No estoy seguro de que funciones",
dijo Jasper. "De lo que hemos leído hasta ahora, ella no es tan difícil de
leer."
—Venga, dámelo —le ofrecí mientras me
giraba para cerrar la puerta y echar una última mirada a Edward, que seguía a
la espera, completamente inmóvil y con aspecto solemne.
—Deberías ponerlo en el frigorífico
—comentó Billy mientras me tendía la bolsa—. Es pescado frito casero de Harry
Clearwater, el favorito de Charlie. En el frigorífico estará más seco.
Billy se encogió de hombros.
Gracias —repetí, aunque ahora lo agradecía
de corazón—. Ando en busca de nuevas recetas para el pescado y seguro que
traerá más esta noche a casa.
— ¿Se ha ido de pesca otra vez? —Preguntó
Billy con un sutil destello en la mirada—. ¿Allí abajo, donde siempre? Quizá me
acerque a saludarlo.
—No —mentí rápidamente, endureciendo la
expresión—.
"No es algo creible",
suspiró Jasper.
Se ha ido a un sitio nuevo..., y no tengo
ni idea de dónde está.
Se percató del cambio operado en mi
expresión y se quedó pensativo.
—Jake —dijo sin dejar de observarme—. ¿Por
qué no vas al coche y traes el nuevo cuadro de Rebecca? Se lo dejaré a Charlie
también.
"Creo que vamos a escuchar lo que
realmente está en su mente ahora que se ha librado del cachorro", murmuró
Edward.
— ¿Dónde está? —preguntó Jacob, con voz
malhumorada.
Le miré, pero tenía la vista fija en el
suelo, con gesto contrariado.
—Creo haberlo visto en el maletero, a lo
mejor tienes que rebuscar un poco.
Jacob se encaminó hacia la lluvia
arrastrando los pies.
Billy y yo nos encaramos en silencio.
Después de unos segundos, el silencio se hizo embarazoso, por lo que me dirigí
hacia la cocina. Oí el chirrido de las ruedas mojadas de su silla mientras me
seguía.
Empujé la bolsa dentro del estante más
alto del frigorífico, ya atestado, y me di la vuelta para hacerle frente. Su
rostro de rasgos marcados era inescrutable.
—Charlie no va a volver hasta dentro de un
buen rato —espeté con tono casi grosero.
"Viniendo de ella, nunca pensé
que la escucharía algún día", se rió Emmett.
Billy asintió con la cabeza, pero no dijo
nada.
—Gracias otra vez por el pescado frito
—repetí.
Continuó asintiendo, yo suspiré y crucé
los brazos sobre el pecho. Pareció darse cuenta de que yo había dado por
finalizada nuestra pequeña charla.
—Bella —comenzó, y luego dudó.
Esperé.
—Bella —volvió a decir—, Charlie es uno de
mis mejores amigos.
—Sí.
—Me he dado cuenta de que estás con uno de
los Cullen.
Pronunció cada palabra cuidadosamente, con
su voz resonante.
—Sí —repetí de manera cortante.
Sus ojos se achicaron.
—Quizás no sea asunto mío, pero no creo
que sea una buena idea.
—Llevas razón, no es asunto tuyo.
Arqueó las cejas, que ya empezaban a
encanecer.
—Tal vez lo ignores, pero la familia
Cullen goza de mala reputación en la reserva.
—La verdad es que estaba al tanto —le
expliqué con voz seca; aquello le sorprendió—.
"Probablemente pensó que ella una
inocente persiguiendo a un vampiro peligroso", espetó Edward. Lucía
furioso por un segundo y luego suspiró.
"Él está tratando de protegerla."
"¿Ya no estás loco?" Jasper le preguntó, mirándolo calculadoramente
"¿Ya no estás loco?" Jasper le preguntó, mirándolo calculadoramente
"Yo no diría loco", se quejó
Edward. "No puedo dejar de lado su interferencia con tanta facilidad.
Pero, ¿cómo puedo realmente culparlo si está tratando de protegerla?"
"Estoy orgulloso de ti hijo", sonrió Carlisle en actitud de aceptación hacia Edward.
"Estoy orgulloso de ti hijo", sonrió Carlisle en actitud de aceptación hacia Edward.
Sin
embargo, esa reputación podría ser inmerecida, ¿no? Que yo sepa, los Cullen
nunca han puesto el pie en la reserva, ¿o sí?
Me percaté de que se detenía en seco ante
la escasa sutileza de mi alusión al acuerdo que vinculaba y protegía a su
tribu.
—Es cierto ——admitió, mirándome con
prevención—. Pareces, bien informada sobre los Cullen, más de lo que esperaba.
—Quizás incluso más que tú ——dije,
"Y eso le dijo que lo sabe
todo", suspiró Jasper. "No es que sea de mucha importancia ya que no
habrá diferencia de todos modos."
Mirándole desde mi altura.
Frunció los gruesos labios mientras lo
encajaba.
—Podría ser —concedió, aunque un brillo de
astucia iluminaba sus ojos—. ¿Está Charlie tan bien informado?
Había encontrado el punto débil de mi
defensa.
—A Charlie le gustan mucho los Cullen —me
salí por la tangente, y él percibió con claridad mi movimiento evasivo. No
parecía muy satisfecho, pero tampoco sorprendido.
—O sea, que no es asunto mío, pero quizás
sí de Charlie.
—Si creo que incumbe o no a mi padre,
también es sólo asunto mío. ¿De acuerdo?
"Eh ... estoy confundido",
dijo Emmett. "¿Está diciendo que va a decirle a Charlie?"
"No", se rió Jasper. "Ella dice que es su derecho y no el de Billy de decirle a Charlie o no."
"Eso tiene sentido", Emmett asintió con la cabeza. "Y que debe funcionar con los lobo."
"No", se rió Jasper. "Ella dice que es su derecho y no el de Billy de decirle a Charlie o no."
"Eso tiene sentido", Emmett asintió con la cabeza. "Y que debe funcionar con los lobo."
Me pregunté si habría captado la idea a
pesar de mis esfuerzos por embarullarlo todo y no decir nada comprometedor.
Parecía que sí. La lluvia repiqueteaba sobre el tejado, era el único sonido que
rompía el silencio mientras Billy reflexionaba sobre el tema.
—Sí —se rindió finalmente—. Imagino que es
asunto tuyo.
—Gracias, Billy —suspiré aliviada.
—Piensa bien lo que haces, Bella —me
urgió.
—Vale —respondí con rapidez.
Volvió a fruncir el ceño.
—Lo que quería decir es que dejaras de
hacer lo que haces.
Edward realmente se rió de eso.
"Yo creo que serías el último en reírse de eso", dijo Emmett.
Edward se encogió de hombros, no parecía entender por qué se estaba riendo.
"Yo creo que serías el último en reírse de eso", dijo Emmett.
Edward se encogió de hombros, no parecía entender por qué se estaba riendo.
Le miré a los ojos, llenos de sincera
preocupación por mí, y no se me ocurrió ninguna contestación. En ese preciso
momento, la puerta se abrió de un fuerte golpe y me sobresalté con el ruido.
A Jacob le precedió su voz quejumbrosa:
—No había ninguna pintura en el coche.
Apareció por la esquina de la cocina con
los hombros mojados por la lluvia y el cabello chorreante.
—Humm —gruñó Billy, separándose de mí
súbitamente y girando la silla para encarar a su hijo—. Supongo que me lo dejé
en casa.
—Estupendo.
Jacob levantó los ojos al cielo de forma
teatral.
—Bueno, Bella, dile a Charlie... —Billy se
detuvo antes de continuar—, que hemos pasado por aquí, ¿sí?
"Vaya, me pregunto qué quería
decir con eso", dijo Emmett, rodando los ojos.
—Lo haré —murmuré.
Jacob estaba sorprendido.
— ¿Pero nos vamos ya?
—Charlie va a llegar tarde —explicó Billy
al tiempo que hacía rodar las ruedas de la silla y sobrepasaba a Jacob.
—Vaya —Jacob parecía molesto—. Bueno,
entonces supongo que ya te veré otro día, Bella.
—Claro —afirmé.
—Ten cuidado —me advirtió Billy; no le
contesté.
Jacob ayudó a su padre a salir por la
puerta. Les despedí con un ligero movimiento del brazo mientras contemplaba mi
coche, ahora vacío, con atención. Cerré la puerta antes de que desaparecieran
de mi vista.
"Ves, ella lo manejó notablemente
bien", sonrió Carlisle.
Edward le sonrió.
Permanecí de pie en la entrada durante un
minuto, escuchando el sonido del coche mientras daba marcha atrás y se alejaba.
Me quedé allí, a la espera de que se me pasaran la irritación y la angustia.
Cuando al fin conseguí relajarme un poco, subí las escaleras para cambiarme la
elegante ropa que me había puesto para salir.
Me probé un par de tops, no muy
segura de qué debía esperar de esta noche. Estaba tan concentrada en lo que
ocurriría que lo que acababa de suceder perdió todo interés para mí. Ahora que
me encontraba lejos de la influencia de Jasper y Edward intenté convencerme de
que lo que había pasado no me debía asustar. Deseché rápidamente la idea de
ponerme otro conjunto y elegí una vieja camisa de franela y unos vaqueros, ya
que, de todos modos, llevaría puesto el impermeable toda la noche.
“Agghh, realmente
ella NECESITA conocerme” dijo Alice con los dientes apretados.
Sonó el teléfono y eché a correr escaleras
abajo para responder. Sólo había una voz que quería oír; cualquier otra me
molestaría. Pero imaginé que si él hubiera querido hablar conmigo,
probablemente sólo habría tenido que materializarse en mi habitación.
"Yo no sabía que podías teletransportarte
a lugares diferentes", se rió Emmett y Edward sólo rodo los ojos.
— ¿Diga? —pregunté sin aliento.
— ¿Bella? Soy yo —dijo Jessica.
—Ah, hola, Jess —luché durante unos
momentos para descender de nuevo a la realidad. Me parecía que habían pasado
meses en vez de días desde la última vez que hablé con ella—. ¿Qué tal te fue
en el baile?
— ¡Me lo pasé genial! —parloteó Jessica,
que, sin necesidad de más invitación, se embarcó en una descripción
pormenorizada de la noche pasada. Murmuré unos cuantos «humm» y «ah» en los
momentos adecuados, pero me costaba concentrarme. Jessica, Mike, el baile y el
instituto se me antojaban extrañamente irrelevantes en esos momentos. Mis ojos
volvían una y otra vez hacia la ventana, intentando juzgar el grado de luz real
a través de las nubes espesas.
— ¿Has oído lo que te he dicho, Bella? —me
preguntó Jess, irritada.
—Lo siento, ¿qué?
— ¡Te he dicho que Mike me besó! ¿Te lo
puedes creer?
—Eso es estupendo, Jessica.
— ¿Y qué hiciste tú ayer? —
"Oh, ya sabes, fui a un prado con
un vampiro que ahora puedo llamar novio", dijo Emmett, de nuevo imitando
lo que él pensaba como Bella sonaba.
me desafió Jessica, todavía molesta por mi
falta de atención. O quizás estaba enfadada porque no le había preguntado por
los detalles.
—No mucho, la verdad. Sólo di un garbeo
por ahí para disfrutar del sol.
Oí entrar el coche de Charlie en el
garaje.
—Oye, ¿y has sabido algo de Edward Cullen?
La puerta principal se cerró de un portazo
y escuché a Charlie avanzar dando tropezones cerca de las escaleras, mientras
guardaba el aparejo de pesca.
—Humm —dudé, sin saber qué más contarle.
— ¡Hola, cielo!, ¿estás ahí? —me saludó
Charlie al entrar en la cocina. Le devolví el saludo por señas.
Jess oyó su voz.
—Ah, vaya, ha llegado tu padre. No
importa, hablamos mañana. Nos vemos en Trigonometría.
"Salvada por Charlie," dijo
Alice. "Aunque dudo que vaya a salvarse mañana".
—Nos vemos, jess —le respondí y luego colgué.
—Hola, papá —dije mientras él se lavaba
las manos en el fregadero—. ¿Qué tal te ha ido la pesca?
—Bien, he metido el pescado en el
congelador.
—Voy a sacar un poco antes de que se
congele. Billy trajo pescado frito del de Harry Clearwater esta tarde —hice un
esfuerzo por sonar alegre.
—Ah, ¿eso hizo? —los ojos de Charlie se
iluminaron—. Es mi favorito.
Se lavó mientras yo preparaba la cena. No
tardamos mucho en sentarnos a la mesa y cenar en silencio. Charlie disfrutaba
de su comida, y entretanto yo me preguntaba desesperadamente cómo cumplir mi
misión, esforzándome por hallar la manera de abordar el tema.
— ¿Qué has hecho hoy? —me preguntó,
sacándome bruscamente de mi ensoñación.
—Bueno, esta tarde anduve de aquí para
allá por la casa —en realidad, sólo había sido la última parte de la tarde.
Intenté mantener mi voz animada, pero sentía un vacío en el estómago—. Y esta
mañana me pasé por casa de los Cullen.
"Eso debería darle una sorpresa
agradable", se rió Edward.
Charlie dejó caer el tenedor.
— ¿La casa del doctor Cullen? —inquirió
atónito.
Hice como que no me había dado cuenta de
su reacción.
— ¿A qué fuiste allí? Aún no había
levantado su tenedor.
—Bueno, tenía una especie de cita con
Edward Cullen esta noche, y él quería presentarme a sus padres... ¿Papá?
"No, no parece que lo haya tomado
bien", se rió Emmett.
Parecía como si Charlie estuviera
sufriendo un aneurisma. —Papá, ¿estás bien? —Estás saliendo con Edward Cullen
—tronó.
—Pensaba que te gustaban los Cullen.
—Es demasiado mayor para ti —empezó a
despotricar.
"Eso es una subestimación",
sonrió Edward.
—Los dos vamos al instituto —le corregí,
aunque desde luego llevaba más razón de la que hubiera podido soñar.
—Espera... —hizo una pausa—. ¿Cuál de
ellos es Edwin?
"Edwin?" Edward se burló
"Probablemente cambie tu nombre a propósito", dijo Alice.
“Pero porque Edwin? Edward lo dijo esta vez quejándose.
"Probablemente cambie tu nombre a propósito", dijo Alice.
“Pero porque Edwin? Edward lo dijo esta vez quejándose.
—Edward es el más joven, el de pelo
cobrizo.
El más hermoso, el más divino..., pensé en
mi fuero interno.
—Ah, ya, eso está... —se debatía— mejor.
No me gusta la pinta del grandote.
"Aah, no le gusto", dijo
Emmett, pero al contrario de sus palabras, él se reía.
Seguro que será un buen chico y todo eso,
pero parece demasiado... maduro para ti. ¿Y este Edwin es tu novio?
“Y dale
con Edwin” dijo Edward rodando los ojos
—Se llama Edward, papá.
— ¿Y lo es?
—Algo así, supongo.
—Pues la otra noche me dijiste que no te
interesaba ningún chico del pueblo —al verle tomar de nuevo el tenedor empecé a
pensar que había pasado lo peor.
—Bueno, Edward no vive en el pueblo, papá.
"Ah, así que su respuesta de ayer
tenía doble sentido" se rió Edward.
Me miró con displicencia mientras
masticaba.
—Y de todos modos —continué—, estamos
empezando todavía, ya sabes. No me hagas pasar un mal rato con todo ese sermón
sobre novios y tal, ¿vale?
— ¿Cuándo vendrá a recogerte?
—Llegará dentro de unos minutos.
— ¿Adonde te va a llevar?
—Espero que te vayas olvidando ya de
comportarte como un inquisidor, ¿vale? —Gruñí en voz alta—. Vamos a jugar al
béisbol con su familia.
Arrugó la cara y luego, finalmente, rompió
a reír entre dientes.
— ¿Que tú vas a jugar al béisbol?
"Es realmente sorprendente
¿no?" Emmett se rió también.
—Bueno, más bien creo que voy a mirar la
mayor parte del tiempo.
—Pues sí que tiene que gustarte ese chico
—comentó mientras me miraba con gesto de sospecha.
Suspiré y puse los ojos en blanco para que
me dejara en paz.
Escuché el rugido de un motor,
"Has tomando mi jeep?"
Emmett cuestionó.
"Supongo", Edward se encogió de hombros.
"Supongo", Edward se encogió de hombros.
y luego lo sentí detenerse justo en frente
de la casa. Pegué un salto en la silla y empecé a fregar los platos.
—Deja los platos, ya los lavaré yo luego.
Me tienes demasiado mimado.
Sonó el timbre y Charlie se dirigió a
abrir la puerta; le seguí a un paso.
No me había dado cuenta de que fuera caían
chuzos de punta. Edward estaba de pie, aureolado por la luz del porche, con el
mismo aspecto de un modelo en un anuncio de impermeables.
—Entra, Edward.
Respiré aliviada al ver que Charlie no se
había equivocado con el nombre.
"Ves, el te decía Edwin solo para
molestarla," Alice sonrió.
—Gracias, jefe Swan —dijo él con voz
respetuosa.
—Entra y llámame Charlie. Ven, dame la
cazadora.
—Gracias, señor.
—Siéntate aquí, Edward.
Hice una mueca.
Edward se sentó con un ágil movimiento en
la única silla que había, obligándome a sentarme al lado del jefe Swan en el
sofá. Le lancé una mirada envenenada y él me guiñó un ojo a espaldas de
Charlie.
" Pareces estar disfrutándolo,"
rió Emmett.
"Es la primera vez que conozco al padre de mi novia". Edward sonrió brillantemente ante la idea.
"Es la primera vez que conozco al padre de mi novia". Edward sonrió brillantemente ante la idea.
—Tengo entendido que vas a llevar a mi
niña a ver un partido de béisbol.
El que llueva a cántaros y esto no sea
ningún impedimento para hacer deporte al aire libre sólo ocurre aquí, en
Washington.
"En realidad es la única vez que
podemos jugar", dijo Edward.
"Así que es una buena cosa que hasta los seres humanos no les parezca extraño", dijo Jasper. "Especialmente en estos momentos."
"Así que es una buena cosa que hasta los seres humanos no les parezca extraño", dijo Jasper. "Especialmente en estos momentos."
—Sí, señor, ésa es la idea —no pareció
sorprendido de que le hubiera contado a mi padre la verdad. Aunque también
podría haber estado escuchando, claro.
—Bueno, eso es llevarla a tu terreno,
supongo ¿no?
Charlie rió y Edward se unió a él.
“Intentando caerle
bien a tu suegro Edwin?” le dijo Jasper.
“Es mejor dar una
buena impresión la primera vez” Edward se encogió de hombros.
—Estupendo —me levanté—. Ya basta de
bromitas a mi costa. Vámonos.
Volví al recibidor y me puse la cazadora.
Ellos me siguieron.
—No vuelvas demasiado tarde, Bella.
—No se preocupe Charlie, la traeré
temprano —prometió Edward.
—Cuidarás de mi niña, ¿verdad?
Refunfuñé, pero me ignoraron.
—Le prometo que estará a salvo conmigo,
señor.
Charlie no pudo cuestionar la sinceridad
de Edward, ya que cada palabra quedaba impregnada de ella.
“Mnnnn, no se, si
fuera Charlie yo no confiaría en el novio de mi hija, más si ese es nuestro
Eddy” dijo Emmett con voz maliciosa.
“Pero nuestro Eddy
sería incapaz de hacer algo indebido como “dormir” con ella la primera noche de
novios… ah espera eso ya lo hizo, dijo Jasper poniéndose en pose pensativa y
agrego “por lo menos espero hasta ser novios para entrar a su habitación… ah
espera eso ya lo hizo también”
“Imagínate si eso
ya paso y recién van en su primer día de novios” dijo Emmett.
“Tienes razón,
Edward lo lamento, no eres digno de la confianza de tu futuro suegro” le dijo
Jasper palmeándole la espalda.
“Oh, ya
cállense los dos” les dijo Edward más avergonzado que enojado.
Salí enfadada. Ambos rieron y Edward me
siguió.
Me paré en seco en el porche. Allí, detrás
de mi coche, había un Jeep gigantesco.
Emmett sonreía
enormemente mientras leía
Las llantas me llegaban por encima de la cintura, protectores
metálicos recubrían las luces traseras y delanteras, además de llevar cuatro
enormes faros antiniebla sujetos al guardabarros. El techo era de color rojo
brillante.
"Oh, es una belleza", sonrió
Emmett.
Charlie dejó escapar un silbido por lo
bajo.
—Poneos los cinturones —advirtió.
Edward me siguió hasta la puerta del
copiloto y la abrió. Calculé la distancia hasta el asiento y me preparé para
saltar. Edward suspiró y me alzó con una sola mano. Esperaba que Charlie no se
hubiera dado cuenta.
"Por supuesto que no",
Edward suspiró.
Mientras regresaba al lado del conductor,
a un paso normal, humano, intenté ponerme el cinturón, pero había demasiadas
hebillas.
Emmett gruñó en eso.
— ¿Qué es todo esto? —le pregunté cuando
abrió la puerta.
—Un arnés para conducir campo a traviesa.
—Oh, oh.
Intenté encontrar los sitios donde se
tenían que enganchar todas aquellas hebillas, pero iba demasiado despacio.
Edward volvió a suspirar y se puso a ayudarme. Me alegraba de que la lluvia
fuera tan espesa como para que Charlie no pudiera ver
nada con claridad desde el porche. Eso quería decir que no estaba dándose
cuenta de cómo las manos de Edward se deslizaban por mi cuello, acariciando mi
nuca.
“Teníamos razón, si
eso haces enfrente de Charlie, como será cuando estén a solas” rio Emmett que estaba más concentrado en burlarse de
Edward cada vez que podía, en vez de leer.
“Sigue leyendo”
dijo Edward sin ánimos de más.
Dejé de intentar ayudarle y me concentré
en no hiperventilar.
Edward giró la llave y el motor arrancó;
al fin nos alejamos de la casa.
—Esto es... humm... ¡Vaya pedazo de
Jeep que tienes!
“Ya quisieras tener
uno así” dijo Emmett mirando a Edward.
Él solo rodo los
ojos en respuesta.
—Es de Emmett. Supuse que no
te apetecería correr todo el camino.
"¡Oh!, tiene sentido, teniendo en
cuenta cómo reaccionó la última vez", dijo Alice sonriendo.
— ¿Dónde guardáis este tanque?
—Hemos remodelado uno de los edificios
exteriores para convertirlo en garaje.
— ¿No te vas a poner el cinturón?
Me lanzó una mirada incrédula.
Entonces caí en la cuenta del significado
de sus palabras.
— ¿Correr todo el camino? O sea,
¿que una parte sí la vamos a hacer corriendo?
Mi voz se elevó varias octavas y él sonrió
ampliamente.
—No serás tú quien corra.
—Me voy a marear.
—Si cierras los ojos, seguro que estarás
bien.
Me mordí el labio, intentando luchar
contra el pánico.
Se inclinó para besarme la coronilla y
entonces gimió. Le miré sorprendida.
—Hueles deliciosamente a lluvia —comentó.
Edward se tensó un poco.
—Pero, ¿bien o mal? —pregunté con
precaución.
—De las dos maneras —suspiró—. Siempre de
las dos maneras.
Entre la penumbra y el diluvio, no sé cómo
encontró el camino,
"Eso no me afecta en absoluto la
visión," dijo Edward. "Creo que nunca le dije esa parte."
"Es probable que simplemente no quieres que ella sepa que puedes verla con claridad cuando se sonroja en la oscuridad", sonrió Alice.
"Sí, eso podría ser," dijo Edward con una sonrisa también.
"Es probable que simplemente no quieres que ella sepa que puedes verla con claridad cuando se sonroja en la oscuridad", sonrió Alice.
"Sí, eso podría ser," dijo Edward con una sonrisa también.
pero de algún modo llegamos a una
carretera secundaria, con más aspecto de un camino forestal que de carretera.
La conversación resultó imposible durante un buen rato, dado que yo iba
rebotando arriba y abajo en el asiento como un martillo pilón. Sin embargo, Edward parecía disfrutar del paseo, ya que no dejó de sonreír
en ningún momento.
Y entonces fue cuando llegamos al final de
la carretera; los árboles formaban grandes muros verdes en tres de los cuatro
costados del Jeep. La lluvia se había convertido en llovizna poco a poco y el
cielo brillante asomaba entre las nubes.
—Lo siento, Bella, pero desde aquí tenemos
que ir a pie.
— ¿Sabes qué? Que casi mejor te espero
aquí.
—Pero ¿qué le ha pasado a tu coraje?
Estuviste estupenda esta mañana.
—Todavía no se me ha olvidado la última
vez.
Parecía increíble que aquello sólo hubiera
sucedido ayer. Se acercó tan rápidamente a mi lado del coche que apenas pude
apreciar una imagen borrosa. Empezó a desatarme el arnés.
—Ya los suelto yo; tú, vete —protesté en
vano.
"Ella no es nada si no es
persistente", se rió Edward, aunque parecía exasperado también.
—Humm... —parecía meditar mientras
terminaba rápidamente—. Me parece que voy a tener que forzar un poco la
memoria.
"Yo no sabía que podías hacer
eso", dijo Emmett casi con recelo. "¿Ha hecho algo así conmigo?"
"No," dijo Edward. "No sé de lo que estoy hablando."
"No," dijo Edward. "No sé de lo que estoy hablando."
Antes de que pudiera reaccionar, me sacó
del Jeep y me puso de pie en el suelo. Había ahora apenas un poco de niebla;
parecía que Alice iba a tener razón.
— ¿Forzar mi memoria? ¿Cómo? —pregunté
nerviosamente.
—Algo como esto —me miró intensamente,
pero con cautela, aunque había una chispa de humor en el fondo de sus ojos.
Apoyó las manos sobre el Jeep, una a cada
lado de mi cabeza, y se inclinó, obligándome a permanecer aplastada contra la
puerta. Se inclinó más aún, con el rostro a escasos centímetros del mío, sin
espacio para escaparme.
"Oh", dijo Emmett, que
parecía casi avergonzado.
"Espero que eso signifique que nunca trató de interferir con tu memoria", dijo Rosalie, mirándolos muy divertida.
"Cállate", Emmett y Edward dijeron.
"Espero que eso signifique que nunca trató de interferir con tu memoria", dijo Rosalie, mirándolos muy divertida.
"Cállate", Emmett y Edward dijeron.
—Ahora, dime —respiró y fue entonces
cuando su efluvio desorganizó todos mis procesos mentales—, ¿qué es exactamente
lo que te preocupa?
—Esto, bueno... estamparme contra un árbol
y morir —tragué saliva—. Ah, y marearme.
"No puede enfermarse después de
su muerte", señaló Emmett.
Reprimió una sonrisa. Luego, inclinó la
cabeza y rozó suavemente con sus fríos labios el hueco en la base de mi
garganta.
— ¿Sigues preocupada? —murmuró contra mi
piel.
— ¿Sí? —luché para concentrarme—. Me preocupa
terminar estampada en los árboles y el mareo.
Su nariz trazó una línea sobre la piel de
mi garganta hasta el borde de la barbilla. Su aliento frío me cosquilleaba la
piel.
— ¿Y ahora? —susurraron sus labios contra
mi mandíbula.
—Árboles —aspiré aire—. Movimiento, mareo.
"Ella no está cooperando",
resopló Edward. "Niña obstinada."
"O lo único que quieres es seguir manipulando su memoria", añadió Alice con una sonrisa.
"O lo único que quieres es seguir manipulando su memoria", añadió Alice con una sonrisa.
Levantó la cabeza para besarme los
párpados.
—Bella, en realidad, no crees que te vayas
a estampar contra un árbol, ¿a que no?
—No, aunque podría —repuse sin
mucha confianza. Él ya olía una victoria fácil.
“Siempre ganó” dijo
Edward pagado de sí mismo.
Emmett y Jasper lo
miraron mal, murmurando algo así como: tramposo
Me besó, descendiendo despacio por la
mejilla hasta detenerse en la comisura de mis labios.
— ¿Crees que dejaría que te hiriera un
árbol?
Sus labios rozaron levemente mi tembloroso
labio inferior.
—No —respiré. Tenía que haber en mi
defensa algo eficaz, pero no conseguía recordarlo.
—Ya ves —sus labios entreabiertos se
movían contra los míos—. No hay nada de lo que tengas que asustarte, ¿a que no?
—No —suspiré, rindiéndome.
Entonces tomó mi cara entre sus manos,
casi con rudeza y me besó en serio, moviendo sus labios insistentes contra los
míos.
“Por fin estás
teniendo algo de acción” rio Emmett.
“Ya te habías
tardado” continuo Jasper.
Edward prefirió no
contestar.
Realmente no había excusa para mi comportamiento.
Ahora lo veo más claro, como es lógico. De cualquier modo, parecía que no podía
dejar de comportarme exactamente como lo hice la primera vez.
"Y ella ataca de nuevo", se
rió Emmett.
Edward no decía nada, no por estar
enojado, sino que lo embargaba la preocupación, él era un peligro para Bella,
pero ella no se quedaba atrás en ponerse en peligro a si misma.
En vez de quedarme quieta, a salvo, mis
brazos se alzaron para enroscarse apretadamente alrededor de su cuello y me
quedé de pronto soldada a su cuerpo, duro como la piedra. Suspiré y mis labios
se entreabrieron.
Se tambaleó hacia atrás, deshaciendo mi
abrazo sin esfuerzo.
— ¡Maldita sea, Bella! —se desasió
jadeando—. ¡Eres mi perdición, te juro que lo eres!
"No le digas eso", dijo Esme,
con cara de preocupación.
Me acuclillé, rodeándome las rodillas con
los brazos, buscando apoyo.
—Eres indestructible —mascullé, intentando
recuperar el aliento.
—Eso creía antes de conocerte. Ahora será
mejor que salgamos de aquí rápido antes de que cometa alguna estupidez de
verdad —gruñó.
"Edward, realmente no deberías
haberle dicho eso", dijo Esme. "Ahora ella va a preocuparse también."
"Ella debería preocuparse un poco más por lo que hace", dijo Edward con una mirada sombría. "Es peligroso para ella actuar de esa manera."
"Ella debería preocuparse un poco más por lo que hace", dijo Edward con una mirada sombría. "Es peligroso para ella actuar de esa manera."
Me arrojó sobre su espalda como hizo la
otra vez y vi el tremendo esfuerzo que hacía para comportarse dulcemente.
Enrosqué mis piernas en su cintura y busqué seguridad al sujetarme a su cuello
con un abrazo casi estrangulador.
—No te olvides de cerrar los ojos —me
advirtió severamente.
Hundí la cabeza entre sus omóplatos, por
debajo de mi brazo, y cerré con fuerza los ojos.
No podía decir realmente si nos movíamos o
no. Sentía la sensación del vuelo a lo largo de mi cuerpo, pero el movimiento
era tan suave que igual hubiéramos podido estar dando un paseo por la acera.
Estuve tentada de echar un vistazo, sólo para comprobar si estábamos volando de
verdad a través del bosque igual que antes, pero me resistí. No merecía la pena
ganarme un mareo tremendo. Me contenté con sentir su respiración acompasada.
No estuve segura de que habíamos parado de
verdad hasta que no alzó el brazo hacia atrás y me tocó el pelo.
—Ya pasó, Bella.
Me atreví a abrir los ojos y era cierto,
ya nos habíamos detenido. Medio entumecida, deshice la presa estranguladora
sobre su cuerpo y me deslicé al suelo, cayéndome de espaldas.
Emmett se rió entre dientes
— ¡Ay! —grité enfadada cuando me golpeé
contra el suelo mojado.
Me miró sorprendido; era obvio que no
estaba totalmente seguro de si podía reírse a mi costa en esa situación, pero
mi expresión desconcertada venció sus reticencias y rompió a reír a mandíbula
batiente.
"Edward! No te ría de ella"
Esme reprendió.
"Emmett también se rió," Edward dijo señalando a su hermano.
"No frente a ella," dijo Esme.
"Emmett también se rió," Edward dijo señalando a su hermano.
"No frente a ella," dijo Esme.
Emmett le dio a Edward una enorme
sonrisa de burla.
"Además, es peor para ella si viene de
ti” continuo diciendo Esme.
"Bien, lo siento", suspiró Edward.
"Bien, lo siento", suspiró Edward.
Me levanté, ignorándole, y me puse a
limpiar de barro y ramitas la parte posterior de mi chaqueta. Eso sólo sirvió
para que se riera aún más. Enfadada, empecé a andar a zancadas hacia el bosque.
Sentí su brazo alrededor de mi cintura.
— ¿Adonde vas, Bella?
—A ver un partido de béisbol. Ya que tú no
pareces interesado en jugar, voy a asegurarme de que los demás se divierten sin
ti.
—Pero si no es por ahí... ;
Me di la vuelta sin mirarle, y seguí
andando a zancadas en la dirección opuesta. Me atrapó de nuevo.
—No te enfades, no he podido evitarlo.
Deberías haberte visto la cara —se reía entre dientes, otra vez sin poder
contenerse.
—Ah claro, aquí tú eres el único que se
puede enfadar, ¿no? —le pregunté, arqueando las cejas.
—No estaba enfadado contigo.
— ¿«Bella, eres mi perdición»? —cité
amargamente.
—Eso fue simplemente la
constatación de un hecho.
"Edward realmente puede ser un
idiota a veces," dijo Alice mirándolo mal.
Intenté revolverme y alejarme de él una
vez más, pero me sujetó rápido.
—Te habías enfadado —insistí.
—Sí.
—Pero si acabas de decir...
—No estaba enfadado contigo, Bella,
¿es que no te das cuenta? —Se había puesto serio de pronto, desaparecido del
todo cualquier amago de broma en su expresión—. ¿Es que no lo entiendes?
— ¿Entender el qué? —le exigí, confundida
por su rápido cambio de humor, tanto como por sus palabras.
—Nunca podría enfadarme contigo, ¿cómo
podría? Eres tan valiente, tan leal, tan... cálida.
—Entonces, ¿por qué? —susurré, recordando
los duros modales con los que me había rechazado, que no había podido
interpretar salvo como una frustración muy clara, frustración por mi debilidad,
mi lentitud, mis desordenadas reacciones humanas...
"No me siento nada frustrado por eso,"
Edward frunció el ceño.
Me puso las manos cuidadosamente a ambos
lados de la cara.
—Estaba furioso conmigo mismo —dijo
dulcemente—. Por la manera en que no dejo de ponerte en peligro. Mi propia
existencia ya supone un peligro para ti. Algunas veces, de verdad que me odio a
mí mismo. Debería ser más fuerte, debería ser capaz de...
"Y aquí vamos otra vez",
dijo Alice rodando los ojos.
Le tapé la boca con la mano.
“Bien, Bella ponlo
en su lugar” dijo Emmett interrumpiendo otra vez su propia lectura.
—No lo digas.
Me tomó de la mano, alejándola de los
labios, pero manteniéndola contra su cara.
—Te quiero —dijo—. Es una excusa muy pobre
para todo lo que te hago pasar, pero es la pura verdad.
Era la primera vez que me decía que me
quería, al menos con tantas palabras. Tal vez no se hubiera dado cuenta, pero
yo ya lo creo que sí.
"Supongo que tenía razón sobre
eso Alice, "murmuró Edward.
—Ahora, intenta cuidarte, ¿vale? —continuó
y se inclinó para rozar suavemente sus labios contra los míos.
Me quedé quieta, mostrando dignidad.
Entonces, suspiré.
—Le prometiste al jefe Swan que me
llevarías a casa temprano, ¿recuerdas? Así que será mejor que nos pongamos en
marcha.
—Sí, señorita.
Sonrió melancólicamente y me soltó, aunque
se quedó con una de mis manos. Me llevó unos cuantos metros más adelante, a
través de altos helechos mojados y musgos que cubrían un enorme abeto, y de pronto
nos encontramos allí, al borde de un inmenso campo abierto en la ladera de los
montes Olympic. Tenía dos veces el tamaño de un estadio de béisbol.
Allí vi a todos los demás; Esme, Emmett y
Rosalie, sentados en una lisa roca salediza, eran los que se hallaban más cerca
de nosotros, a unos cien metros.
Aún más lejos, a unos cuatrocientos
metros, se veía a Jasper y Alice, que parecían lanzarse algo el uno al otro,
aunque no vi la bola en ningún momento. Parecía que Carlisle estuviera marcando
las bases, pero ¿realmente podía estar poniéndolas tan separadas unas de otras?
Los tres que se encontraban sobre la roca
se levantaron cuando estuvimos a la vista. Esme se acercó hacia nosotros y
Emmett la siguió después de echar una larga ojeada a la espalda de Rosalie,
"Ah, así que finalmente voy a
hablar con Bella", sonrió Emmett. "Espero que haga algo
divertido."
“Ella no es un
payaso Em” le reprocho Edward.
“Aun así es
divertida” Emmett se encogió de hombros.
que se había levantado con gracia y
avanzaba a grandes pasos hacia el campo sin mirar en nuestra dirección. En
respuesta, mi estómago se agitó incómodo.
— ¿Es a ti a quien hemos oído, Edward?
—preguntó Esme conforme se acercaba.
—Sonaba como si se estuviera ahogando un
oso —aclaró Emmett.
Sonreí tímidamente a Esme.
—Era él.
—Sin querer, Bella resultaba muy cómica en
ese momento —explicó rápido Edward, intentando apuntarse el tanto.
Alice había abandonado su posición y
corría, o más bien se podría decir que danzaba, hacia nosotros. Avanzó a toda
velocidad para detenerse con gran desenvoltura a nuestro lado.
—Es la hora —anunció.
El hondo estruendo de un trueno sacudió el
bosque de en frente apenas hubo terminado de hablar. A continuación retumbó
hacia el oeste, en dirección a la ciudad.
"¿Por qué siempre tiene que hacer
eso?" Emmett dijo. "Es inquietante".
—Raro, ¿a que sí? —dijo Emmett con un
guiño, como si nos conociéramos de toda la vida.
“Ella me cae bien”
dijo Emmett encogiéndose de hombros.
—Venga, vamos...
Alice tomó a Emmett de la mano y
desaparecieron como flechas en dirección al gigantesco campo.
Ella corría como una gacela; él, lejos de
ser tan grácil, sin embargo le igualaba en velocidad, aunque nunca se le podría
comparar con una gacela.
Emmett se echó a reír, así como todos
los demás.
— ¿Te apetece jugar una bola? —me preguntó
Edward con los ojos brillantes, deseoso de participar.
Yo intenté sonar apropiadamente
entusiasta.
— ¡Ve con los demás!
Rió por lo bajo, y después de revolverme
el pelo, dio un gran salto para reunirse con los otros dos. Su forma de correr
era más agresiva, más parecida a la de un guepardo que a la de una gacela, por
lo que pronto les dio alcance. Su exhibición de gracia y poder me cortó el
aliento.
"Bueno, al menos a ella le gusta
verte correr", señaló Alice.
"Sí", sonrió Edward adorablemente.
"Sí", sonrió Edward adorablemente.
— ¿Bajamos? —inquirió Esme con voz suave y
melodiosa.
En ese instante, me di cuenta de que lo
estaba mirando boquiabierta. Rápidamente controlé mi expresión y asentí. Esme
estaba a un metro escaso de mí y me pregunté si seguía actuando con cuidado
para no asustarme. Acompasó su paso al mío, sin impacientarse por mi ritmo
lento.
— ¿No vas a jugar con ellos? —le pregunté
con timidez.
—No, prefiero arbitrar; alguien debe
evitar que hagan trampas y a mí me gusta —me explicó.
—Entonces, ¿les gusta hacer trampas?
"Todo el tiempo", dijo
sonriendo Esme.
—Oh, ya lo creo que sí, ¡tendrías que oír
sus explicaciones! Bueno, espero que no sea así, de lo contrario pensarías que
se han criado en una manada de lobos.
—Te pareces a mi madre —reí, sorprendida,
y ella se unió a mis risas.
—Bueno, me gusta pensar en ellos como si
fueran hijos míos, en más de un sentido. Me cuesta mucho controlar mis
instintos maternales. ¿No te contó Edward que había perdido un bebé?
"Yo ya pienso en ella
como parte de la familia," Esme dijo, no había duda detrás de sus
palabras. Ella sólo habría abierto con alguien, si es que pensaba de esa
manera.
—No —murmuré aturdida, esforzándome por
comprender a qué periodo de su vida se estaría refiriendo.
—Sí, mi primer y único hijo murió a los
pocos días de haber nacido, mi pobre cosita —suspiró—. Me rompió el corazón y
por eso me arrojé por el acantilado, como ya sabrás —añadió con toda
naturalidad.
—Edward sólo me dijo que te caíste
—tartamudeé.
"Él siempre ha sido un
caballero", dijo sonriendo Esme.
—Ah. Edward, siempre tan caballeroso
—esbozó una sonrisa—. Edward fue el primero de mis nuevos hijos. Siempre pienso
en él de ese modo, incluso aunque, en cierto modo, sea mayor que yo —me sonrió
cálidamente—. Por eso me alegra tanto que te haya encontrado, corazón —aquellas
cariñosas palabras sonaron muy naturales en sus labios—. Ha sido un bicho raro
durante demasiado tiempo; me dolía verle tan solo.
—Entonces, ¿no te importa? —Pregunté,
dubitativa otra vez—. ¿Que yo no sea... buena para él?
"Ella no es malo ti", dijo
Esme con incredulidad.
"Creo que ella se refiere a la parte humana", dijo Edward. "Y tal vez al hecho de que si estoy tan cerca ella podría morir."
"Pero todo en ella parece perfecto para ti," dijo Esme.
"Creo que ella se refiere a la parte humana", dijo Edward. "Y tal vez al hecho de que si estoy tan cerca ella podría morir."
"Pero todo en ella parece perfecto para ti," dijo Esme.
—No —se quedó pensativa—. Tú eres lo que
él quiere. No sé cómo, pero esto va a salir bien —me aseguró, aunque su frente
estaba fruncida por la preocupación. Se oyó el estruendo de otro trueno.
En ese momento, Esme se detuvo. Por lo
visto, habíamos llegado a los límites del campo. Al parecer, ya se habían
formado los equipos. Edward estaba en la parte izquierda del campo, bastante
lejos; Carlisle se encontraba entre la primera y la segunda base, y Alice tenía
la bola en su poder, en lo que debía ser la base de lanzamiento.
Emmett hacía girar un bate de aluminio,
sólo perceptible por su sonido silbante, ya que era casi imposible seguir su
trayectoria en el aire con la vista. Esperaba que se acercara a la base de
meta, pero ya estaba allí, a una distancia inconcebible de la base de
lanzamiento, adoptando la postura de bateo para cuando me quise dar cuenta.
Jasper se situó detrás, a un metro escaso,
para atrapar la bola para el otro equipo. Como era de esperar, ninguno llevaba
guantes.
—De acuerdo —Esme habló con voz clara, y
supe que Edward la había oído a pesar de estar muy alejado—, batea.
Alice permanecía erguida, aparentemente
inmóvil. Su estilo parecía que estaba más cerca de la astucia, de lo furtivo,
que de una técnica de lanzamiento intimidatorio. Sujetó la bola con ambas manos
cerca de su cintura; luego, su brazo derecho se movió como el ataque de una
cobra y la bola impactó en la mano de Jasper.
"Se da cuenta más de lo que pensé
que haría," dijo Edward. "Lo que en realidad no me sorprende."
— ¿Ha sido un strike? —le pregunté
a Esme.
—Si no la golpean, es un strike —me
contestó.
Jasper lanzó de nuevo la bola a la mano de
Alice, que se permitió una gran sonrisa antes de estirar el brazo para efectuar
otro nuevo lanzamiento.
Esta vez el bate consiguió, sin saber muy
bien cómo, golpear la bola invisible. El chasquido del impacto fue tremendo,
atronador. Entendí con claridad la razón por la que necesitaban una tormenta
para jugar cuando las montañas devolvieron el eco del golpe.
La bola sobrevoló el campo como un
meteorito para irse a perder en lo profundo del bosque circundante.
—Carrera completa —murmuré.
"No si puedo evitarlo",
sonrió Edward.
"No hay posibilidad de que puedas
conseguirlo Eddy", sonrió Emmett.
—Espera —dijo Esme con cautela, escuchando
atenta y con la mano alzada.
Emmett era una figura borrosa que corría
de una base a otra y Carlisle, la sombra que lo seguía. Me di cuenta de
que Edward no estaba.
— ¡Out!—cantó Esme con su voz
clara.
"Te lo dije", dijo Edward
sonriendo y Emmett le sacó la lengua.
Contemplé con incredulidad cómo Edward
saltaba desde la linde del bosque con la bola en la mano alzada. Incluso yo
pude ver su brillante sonrisa.
—Emmett será el que batea más fuerte —me
explicó Esme—, pero Edward corre al menos igual de rápido.
Las entradas se sucedieron ante mis ojos
incrédulos. Era imposible mantener contacto visual con la bola teniendo en
cuenta la velocidad a la que volaba y el ritmo al que se movían alrededor del
campo los corredores de base.
Comprendí el otro motivo por el cual
esperaban a que hubiera una tormenta para jugar cuando Jasper bateó una roleta,
una de esas pelotas que van rodando por
el suelo, hacia la posición de Carlisle en un intento de evitar la infalible
defensa de Edward.
Carlisle corrió a por la bola y luego se
lanzó en pos de Jasper, que iba disparado hacia la primera base. Cuando
chocaron, el sonido fue como el de la colisión de dos enormes masas de roca.
Preocupada, me incorporé de un salto para ver lo sucedido, pero habían
resultado ilesos.
—Están bien —anunció Esme con voz tranquila.
El equipo de Emmett iba una carrera por
delante. Rosalie se las apañó para revolotear sobre las bases después de
aprovechar uno de los larguísimos lanzamientos de Emmett, cuando Edward
consiguió el tercer out. Se acercó de un salto hasta donde estaba yo,
chispeante de entusiasmo.
— ¿Qué te parece? —inquirió.
—Una cosa es segura: no volveré a sentarme
otra vez a ver esa vieja y aburrida Liga Nacional de Béisbol.
“Parece
que lo hubiera hecho antes", se rió Edward.
—Ya, suena como si lo hubieras hecho antes
muchas veces —replicó Edward entre risas.
—Pero estoy un poco decepcionada —bromeé.
— ¿Por qué? —me preguntó, intrigado.
—Bueno, sería estupendo encontrar una sola
cosa que no hagas mejor que cualquier otra persona en este planeta.
"Nooo, la cabeza de Eddy ya es lo suficientemente grande", dijo Emmett.
"Nooo, la cabeza de Eddy ya es lo suficientemente grande", dijo Emmett.
Esa sonrisa torcida suya relampagueó en su
rostro durante un momento, dejándome sin aliento.
—Ya voy —dijo al tiempo que se encaminaba
hacia la base del bateador.
Jugó con mucha astucia al optar por una bola
baja, fuera del alcance de la excepcionalmente rápida mano de Rosalie, que
defendía en la parte exterior del campo, y, veloz como el rayo, ganó dos bases
antes de que Emmett pudiera volver a poner la bola en juego. Carlisle golpeó
una tan lejos fuera del campo —con un estruendo que me hirió los oídos—, que
Edward y él completaron la carrera. Alice chocó delicadamente las palmas con
ellos.
El tanteo cambiaba continuamente conforme
avanzaba el partido y se gastaban bromas unos a otros como otros jugadores
callejeros al ir pasando todos por la primera posición. De vez en cuando, Esme
tenía que llamarles la atención. Otro trueno retumbó, pero seguíamos sin
mojarnos, tal y como había predicho Alice.
Carlisle estaba a punto de batear con
Edward como receptor cuando Alice, de pronto, profirió un grito sofocado que
sonó muy fuerte.
"No," dijo Edward y miró a
Rosalie, aunque esta vez nadie se dio cuenta que quería decir.
"¿Qué es?" -Preguntó Alice, que no le gustaba como lucia Edward, o el hecho de no saber que le paso a ella para que gritara así en el libro.
"Creo que Rose estaba en lo cierto... los otros vienen", la voz de Edward apenas fue un susurro, pero todos lo escucharon con claridad.
Emmett decidió a seguir leyendo, era mejor saber con certeza y no hacer especulaciones.
Yo miraba a Edward, como siempre, y entonces le vi darse la vuelta para mirarla. Las miradas de ambos se encontraron y en un instante circuló entre ellos un flujo misterioso. Edward ya estaba a mi lado antes de que los demás pudieran preguntar a Alice qué iba mal.
"¿Qué es?" -Preguntó Alice, que no le gustaba como lucia Edward, o el hecho de no saber que le paso a ella para que gritara así en el libro.
"Creo que Rose estaba en lo cierto... los otros vienen", la voz de Edward apenas fue un susurro, pero todos lo escucharon con claridad.
Emmett decidió a seguir leyendo, era mejor saber con certeza y no hacer especulaciones.
Yo miraba a Edward, como siempre, y entonces le vi darse la vuelta para mirarla. Las miradas de ambos se encontraron y en un instante circuló entre ellos un flujo misterioso. Edward ya estaba a mi lado antes de que los demás pudieran preguntar a Alice qué iba mal.
— ¿Alice? —preguntó Esme con voz tensa.
—No lo he visto con claridad, no podría
deciros... —susurró ella.
Para entonces ya se habían reunido todos.
— ¿Qué pasa, Alice? —le preguntó Carlisle
a su vez con voz tranquila, cargada de autoridad.
—Viajan mucho más rápido de lo que
pensaba. Creo que me he equivocado en eso —murmuró.
Edward comenzó a apretar los dientes,
pero no dijo nada.
Jasper se inclinó sobre ella con ademán
protector.
— ¿Qué es lo que ha cambiado? —le
preguntó.
—Nos han oído jugar y han cambiado de
dirección —señaló, contrita, como si se sintiera responsable de lo que fuera
que la había asustado.
"Yo debería haberme dado cuenta
de esa posibilidad," dijo Alice, colgando la cabeza con desaliento - no
quería que algo le sucediera a Bella y hacer que Edward tomara decisiones
apresuradas.
"No es tu culpa", dijo Edward, su voz llena de miedo, pero realmente no la culpaba.
"No es tu culpa", dijo Edward, su voz llena de miedo, pero realmente no la culpaba.
Siete pares de rápidos ojos se posaron en
mi cara de forma fugaz y se apartaron.
— ¿Cuánto tardarán en llegar? —inquirió
Carlisle, volviéndose hacia Edward.
Una mirada de intensa concentración cruzó
por su rostro y respondió con gesto contrariado:
—Menos de cinco minutos. Vienen corriendo,
quieren jugar.
— ¿Puedes hacerlo? —le preguntó Carlisle,
mientras sus ojos se posaban sobre mí brevemente.
—No, con carga, no —resumió él—.
"Hssh...." Edward silbó con frustración.
Además, lo que menos necesitamos es que
capten el olor y comiencen la caza.
— ¿Cuántos son? —preguntó Emmett a Alice.
—Tres —contestó con laconismo.
"Eso no debería ser demasiado difícil…",
dijo Emmett, pero no continuo viendo como todos lucían preocupados.
— ¡Tres! —exclamó Emmett con tono de mofa.
Flexionó los músculos de acero de sus imponentes brazos—. Dejadlos que vengan.
Carlisle lo consideró durante una fracción
de segundo que pareció más larga de lo que fue en realidad. Sólo Emmett parecía
impasible; el resto miraba fijamente el rostro de Carlisle con los ojos llenos
de ansiedad.
—Nos limitaremos a seguir jugando —anunció
finalmente Carlisle con tono frío y desapasionado—.
"¿Cómo puedes seguir el
juego?" Edward silbó.
"Debe ser la forma más segura", dijo Carlisle. "No se puedes correr... a lo mejor estoy esperando que podamos esconderla de ellos”.
"Debe ser la forma más segura", dijo Carlisle. "No se puedes correr... a lo mejor estoy esperando que podamos esconderla de ellos”.
Alice dijo que sólo sentían curiosidad.
Pronunció las dos frases en un torrente de
palabras que duró unos segundos escasos. Escuché con atención y conseguí captar
la mayor parte, aunque no conseguí oír lo que Esme le estaba preguntando en
este momento a Edward con una vibración silenciosa de sus labios. Sólo atisbé
la imperceptible negativa de cabeza por parte de Edward y el alivio en las
facciones de Esme.
—Intenta atrapar tú la bola, Esme. Yo me
encargo de prepararla —y se plantó delante de mí.
Los otros volvieron al campo, barriendo
recelosos el bosque oscuro con su mirada aguda. Alice y Esme parecían intentar
orientarse alrededor de donde yo me encontraba.
—Suéltate el pelo —ordenó Edward con voz
tranquila y baja.
Obedientemente, me quité la goma del pelo
y lo sacudí hasta extenderlo todo a mí alrededor.
Comenté lo que me parecía evidente.
—Los otros vienen ya para acá.
—Sí, quédate inmóvil, permanece callada
—intentó ocultar bastante bien el nerviosismo de su voz, pero pude captarlo—, y
no te apartes de mi lado, por favor.
Tiró de mi melena hacia delante, y la
enrolló alrededor de mi cara. Alice apuntó en voz baja:
—Eso no servirá de nada. Yo la podría oler
incluso desde el otro lado del campo.
—Lo sé —contestó Edward con una nota de
frustración en la voz.
Carlisle se quedó de pie en el prado mientras
el resto retomaba el juego con desgana.
—Edward, ¿qué te preguntó Esme? —susurré.
Vaciló un momento antes de contestarme.
—Que si estaban sedientos —murmuró
reticente.
"Ellos no lo estarán, verdad?"
Edward dijo con nerviosismo.
"Ella dijo que Esme se sintió aliviada", dijo Carlisle tenso a su hijo. "Así que no debe ser".
"Cierto", suspiró Edward, y luego se tensó de nuevo.
Pasaron unos segundos y el juego progresaba, ahora con apatía, ya que nadie tenía ganas de golpear fuerte. Emmett, Rosalie y Jasper merodeaban por el área interior del campo. A pesar de que el miedo me nublaba el entendimiento, fui consciente más de una vez de la mirada fija de Rosalie en mí. Era inexpresiva, pero de algún modo, por la forma en que plegaba los labios, me hizo pensar que estaba enfadada.
"Ella dijo que Esme se sintió aliviada", dijo Carlisle tenso a su hijo. "Así que no debe ser".
"Cierto", suspiró Edward, y luego se tensó de nuevo.
Pasaron unos segundos y el juego progresaba, ahora con apatía, ya que nadie tenía ganas de golpear fuerte. Emmett, Rosalie y Jasper merodeaban por el área interior del campo. A pesar de que el miedo me nublaba el entendimiento, fui consciente más de una vez de la mirada fija de Rosalie en mí. Era inexpresiva, pero de algún modo, por la forma en que plegaba los labios, me hizo pensar que estaba enfadada.
Edward no prestaba ninguna atención al
juego, sus ojos y su mente se encontraban recorriendo el bosque.
—Lo siento, Bella —murmuró ferozmente—.
Exponerte de este modo ha sido estúpido e irresponsable por mi parte. ¡Cuánto
lo siento!
Noté cómo contenía la respiración y fijaba
los ojos abiertos como platos en la esquina oeste del campo. Avanzó medio paso,
interponiéndose entre lo que se acercaba y yo.
Carlisle, Emmett y los demás se volvieron
en la misma dirección en cuanto oyeron el ruido de su avance, que a mí me
llegaba mucho más apagado.
"Ese
es el final del capítulo," suspiró Emmett.
"No puedo creer lo que hice", dijo Edward en la depresión total. "Poner en riesgo su vida así."
"No podría haberlo sabido", dijo Esme.
"¿No te acuerdas del Prefacio," dijo Edward. "Ella va a estar a solas con uno de estos monstruos...
"Edward ..." Esme dijo, mirando como si quisiera llorar de nuevo. "Tú... yo ..."
"Va a estar bien", dijo Alice con confianza.
"Tú no sabes eso", dijo Edward. “No puedes verlo"
"Aún así lo sé", dijo Alice con la misma voz de antes. "Vas a salvarla, como lo has venido haciendo durante todo el libro."
"Yo...", dijo Edward se negaba a salir de su depresión. "Incluso si eso es cierto... ¿Cómo... igual la pongo en peligro ... Yo debería ..."
"Voy a leer ahora," dijo Esme, recogiendo el libro con manos temblorosas, cualquier cosa para sacar a Edward de la desesperación que parecía estar sintiendo.
"No puedo creer lo que hice", dijo Edward en la depresión total. "Poner en riesgo su vida así."
"No podría haberlo sabido", dijo Esme.
"¿No te acuerdas del Prefacio," dijo Edward. "Ella va a estar a solas con uno de estos monstruos...
"Edward ..." Esme dijo, mirando como si quisiera llorar de nuevo. "Tú... yo ..."
"Va a estar bien", dijo Alice con confianza.
"Tú no sabes eso", dijo Edward. “No puedes verlo"
"Aún así lo sé", dijo Alice con la misma voz de antes. "Vas a salvarla, como lo has venido haciendo durante todo el libro."
"Yo...", dijo Edward se negaba a salir de su depresión. "Incluso si eso es cierto... ¿Cómo... igual la pongo en peligro ... Yo debería ..."
"Voy a leer ahora," dijo Esme, recogiendo el libro con manos temblorosas, cualquier cosa para sacar a Edward de la desesperación que parecía estar sintiendo.
Holis^^
Como están???? Les gusto el capitulo??? Ya falta poco para terminar, ahora que empiece
la acción :)
1 comentario:
uuhh viene looo tensooo
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