Aviso: Los libros aquí transcriptos y los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia original “Reading Twilight” a Choices HP, yo solo la traduzco, todo esto es sin ánimos de lucro, solo por mero entretenimiento.
Carlisle leyó Edward
Me condujo de vuelta a la habitación que
había identificado como el despacho de Carlisle. Se detuvo delante de la puerta
durante unos instantes.
—Adelante —nos invitó la voz de Carlisle.
Edward abrió la puerta de acceso a una
sala de techos altos con vigas de madera y de grandes ventanales orientados
hacia el oeste. Las paredes también estaban revestidas con paneles de madera
más oscura que la del vestíbulo, allí donde ésta se podía ver, ya que unas
estanterías, que llegaban por encima de mi cabeza, ocupaban la mayor parte de
la superficie. Contenían más libros de los que jamás había visto fuera de una
biblioteca.
“Años y años de colección” dijo Carlisle
Carlisle se sentaba en un sillón de cuero
detrás del enorme escritorio de caoba. Acababa de poner un marcador entre las
páginas del libro que sostenía en las manos. El despacho era idéntico a como yo
imaginaba que sería el de un decano de la facultad, sólo que Carlisle parecía
demasiado joven para encajar en el papel.
"Muy
cierto, es una de las razones por las que no soy capaz de permanecer el tiempo
suficiente en una universidad para conseguir trabajo", suspiró Carlisle.
— ¿Qué puedo hacer por vosotros? —nos
preguntó con tono agradable mientras se levantaba del sillón.
—Quería enseñar a Bella un poco de nuestra
historia —contestó Edward—. Bueno, en realidad, de tu historia.
—No pretendíamos molestarte —me disculpé.
—En absoluto. ¿Por dónde vais a comenzar?
—Por los cuadros —contestó Edward
"O por supuesto,"
sonrió Carlisle. "Lo mejor es empezar por el principio."
mientras me ponía con suavidad la mano
sobre el hombro y me hacía girar para mirar hacia la puerta por la que
acabábamos de entrar.
Cada vez que me tocaba, incluso aunque
fuera por casualidad, mi corazón reaccionaba de forma audible.
Edward sonrió, adoraba sobretodas las cosas esa reacción.
Resultaba de lo más embarazoso en
presencia de Carlisle.
La pared hacia la que nos habíamos vuelto
era diferente de las demás, ya que estaba repleta de cuadros enmarcados de
todos los tamaños y colores —unos muy vivos y otros de apagados monocromos— en
lugar de estanterías. Busqué un motivo oculto común que diera coherencia a la
colección, pero no encontré nada después de mi apresurado examen.
"Supongo que hay
que saber la historia para ver las conexiones", dijo Carlisle.
"Yo todavía estaba medio esperando que intuitivamente ella la supiera", se rió Edward.
"Yo todavía estaba medio esperando que intuitivamente ella la supiera", se rió Edward.
Edward me arrastró hacia el otro lado, a
la izquierda, y me dejó delante de un pequeño óleo con un sencillo marco de
madera. No figuraba entre los más grandes ni los más destacados. Pintado con
diferentes tonos de sepia, representaba la miniatura de una ciudad de tejados
muy inclinados con finas agujas en lo alto de algunas torres diseminadas. Un
río muy caudaloso —lo cruzaba un puente cubierto por estructuras similares a
minúsculas catedrales— dominaba el primer plano.
—Londres hacia 1650 —comentó.
“Londres de mi juventud” suspiro Carlisle recordando sus comienzos.
—El Londres de mi juventud —añadió
Carlisle a medio metro detrás de
nosotros. Me estremecí. No le había oído aproximarse. Edward me apretó la mano.
— ¿Le vas a contar la historia? —inquirió
Edward.
Me retorcí un poco para ver la reacción de
Carlisle. Sus ojos se encontraron con los míos y me sonrió.
—Lo haría —replicó—, pero de hecho llego
tarde. Han telefoneado del hospital esta mañana. El doctor Snow se ha tomado un
día de permiso. Además, te conoces la historia tan bien como yo —añadió,
dirigiendo a Edward una gran sonrisa.
Resultaba difícil asimilar una combinación
tan extraña: las preocupaciones del día a día de un médico de pueblo en mitad
de una conversación sobre sus primeros días en el Londres del siglo XVII.
"Cuando ella lo pone de
esa manera, suena un poco extraño", se rió entre dientes Carlisle.
También desconcertaba saber que hablaba en
voz alta sólo en deferencia hacia mí.
"No, yo suelo hablar en
voz alta con Edward", dijo Carlisle.
"Excepto cuando estás muy emocionado para usar palabras," se rió Edward. "Como cada vez que has llegado con una nueva teoría."
"Excepto cuando estás muy emocionado para usar palabras," se rió Edward. "Como cada vez que has llegado con una nueva teoría."
Carlisle abandonó la estancia después de
destinarme otra cálida sonrisa. Me quedé mirando el pequeño cuadro de la ciudad
natal de Carlisle durante un buen rato. Finalmente, volví los ojos hacia
Edward, que estaba observándome, y le pregunté:
— ¿Qué sucedió luego? ¿Qué ocurrió cuando
comprendió lo que le había pasado?
Volvió a estudiar las pinturas y miré para
saber qué imagen atraía su interés ahora. Se trataba de un paisaje de mayor
tamaño y colores apagados, una pradera despejada a la sombra de un bosque con
un pico escarpado a lo lejos.
—Cuando supo que se había convertido
—prosiguió en voz baja—, se rebeló contra su condición, intentó destruirse,
Esme se estremeció pensando que hubiera pasado si Carlisle lo hubiera
conseguido.
pero eso no es fácil de conseguir.
— ¿Cómo?
No quería decirlo en voz alta, pero las
palabras se abrieron paso a través de mi estupor.
“Ella cada
vez se va soltando más” dijo Alice
Edward le sonrió en respuesta.
—Se arrojó desde grandes alturas —me
explicó Edward con voz impasible—, e intentó ahogarse en el océano, pero en esa
nueva vida era joven y muy fuerte. Resulta sorprendente que fuera capaz de
resistir el deseo... de alimentarse... cuando era aún tan inexperto.
"Realmente lo es",
dijo Jasper abatido.
"Es mi naturaleza", dijo Carlisle. "Cada uno es diferente."
"Yo sé", suspiró Jasper de nuevo, pero sonrió. "Lo importante es que estoy tratando."
"Así es", sonrió Carlisle, que ya había tenido esta conversación muchas veces antes. "Y estás teniendo éxito."
"Es mi naturaleza", dijo Carlisle. "Cada uno es diferente."
"Yo sé", suspiró Jasper de nuevo, pero sonrió. "Lo importante es que estoy tratando."
"Así es", sonrió Carlisle, que ya había tenido esta conversación muchas veces antes. "Y estás teniendo éxito."
El instinto es más fuerte en ese momento y
lo arrastra todo, pero sentía tal repulsión hacia lo que era que tuvo la fuerza
para intentar matarse de hambre.
— ¿Es eso posible? —inquirí con voz débil.
"No," dijeron todos.
—No, hay muy pocas formas de matarnos.
Abrí la boca para formular otra pregunta,
pero Edward comenzó a hablar antes de que lo pudiera hacer.
“Eddy no seas aburrido, dile como se mata un vampiro” rio Emmett
“quizás así se asuste un poco.
“No se si realmente quiero asustarla” dijo Edward, su mente era una
sola confusión, como siempre pensando que es lo quería hacer (quedarse junto a
Bella) y lo que debería hacer (evitar conocerla por su propio bien)
“¿Quién te entiende hermanito?” Emmett se enfurruño.
—De modo que su hambre crecía y al final
se debilitó. Se alejó cuanto pudo de toda población humana al detectar que su
fuerza de voluntad también se estaba debilitando. Durante meses, estuvo
vagabundeando de noche en busca de los lugares más solitarios, maldiciéndose.
»Una noche, una manada de ciervos cruzó
junto a su escondrijo. La sed le había vuelto tan salvaje que los atacó sin
pensarlo. Recuperó las fuerzas y comprendió que había una alternativa a ser el
vil monstruo que temía ser.
"Una de las mejores ideas
que he tenido ", dijo Carlisle.
¿Acaso no había comido venado en su
anterior vida? Podía vivir sin ser un demonio y de nuevo se halló a sí mismo.
«Comenzó a aprovechar mejor su tiempo.
Siempre había sido inteligente y ávido de aprender. Ahora tenía un tiempo
ilimitado por delante. Estudiaba de noche y trazaba planes durante el día. Se
marchó a Francia a nado y...
"Oh, solo nado y ya,"
rió Emmett, volviendo a su estado normal "No hay nada anormal allí".
"Debo haber estado adentrado en la historia", se encogió de hombros Edward.
"Debo haber estado adentrado en la historia", se encogió de hombros Edward.
— ¿Nadó hasta Francia?
—Bella, la gente siempre ha cruzado a nado
el Canal —me recordó con paciencia.
—Supongo que es cierto. Sólo que parecía
divertido en ese contexto. Continúa.
"Estás haciéndolo sonar
tan normal", dijo Alice, mirando con escepticismo. La comisura de la boca
de Edward se movió, pero él no dijo nada.
—Nadar es fácil para nosotros...
—Todo es fácil para ti —me quejé.
“Miren, Bella va conociendo al verdadero EDWARD-YO-SE-TODO-CULLEN”
dijo Emmett con una enorme sonrisa.
Me aguardó con expresión divertida.
—No volveré a interrumpirte otra vez, lo
prometo.
Rió entre dientes con aire misterioso y
terminó la frase:
—Es fácil porque, técnicamente, no
necesitamos respirar.
"Yo sabía que ibas a
hacer algo así", sonrió Alice sacudiendo la cabeza.
"Cualquier cosa para agarrarla con la guardia baja", se rió Edward, él sabía que haría eso.
"Cualquier cosa para agarrarla con la guardia baja", se rió Edward, él sabía que haría eso.
—Tú...
—No, no, lo has prometido —se rió y me
puso con suavidad el helado dedo en los labios—. ¿Quieres oír la historia o no?
—No me puedes soltar algo así y esperar
que no diga nada —mascullé contra su dedo.
Levantó la mano hasta ponerla sobre mi
cuello. Mi corazón se desbocó, pero perseveré.
— ¿No necesitas respirar? —exigí saber.
—No, no es una necesidad —se encogió de
hombros—. Sólo un hábito.
— ¿Cuánto puedes aguantar sin respirar?
"Para siempre, pero yo no
quiero hacerlo", dijo Edward.
"Pero probablemente no respiraste mucho cuando te encontraste por primera vez con Bella", señaló Jasper.
"Pero probablemente no respiraste mucho cuando te encontraste por primera vez con Bella", señaló Jasper.
“Que yo deba hacer algo, no
significa que quiera hacerlo” le respondió Edward, volviendo a pensar en sus
conflictos internos.
Jasper levanto una ceja hacia
los cambios constantes de Edward ¿Y ahora
que te paso?
Él solo negó con la cabeza en
respuesta.
—Supongo que indefinidamente, no lo sé. La
privación del sentido del olfato resulta un poco incómoda.
—Un poco incómoda —repetí.
No prestaba atención a mis expresiones,
pero hubo algo en ellas que le ensombreció el ánimo. La mano le colgó a un
costado y se quedó inmóvil, mirándome con gran intensidad. El silencio se
prolongó y sus facciones siguieron tan inmóviles como una piedra.
"¿Por qué estás tan repentinamente
deprimido Eddy?" Preguntó Emmett.
"No sé", dijo Edward confundido por su actuar en el libro pero intuyendo que quizás estén pensando lo mismo.
"No sé", dijo Edward confundido por su actuar en el libro pero intuyendo que quizás estén pensando lo mismo.
— ¿Qué ocurre? —susurré mientras le
acariciaba el rostro helado.
Sus facciones se suavizaron ante mi roce y
suspiró.
—Sigo a la espera de que pase.
— ¿A que pase el qué?
—Sé que en algún momento, habrá algo que
te diga o que te haga ver que va a ser demasiado. Y entonces te alejarás de mí
entre alaridos —esbozó una media sonrisa, pero sus ojos eran serios—.
"Oh," dijo Edward.
"¿No lo crees ahora?",
preguntó Esme.
"No realmente", dijo Edward. "Quiero decir, al principio me preocupaba... pero ya no”.
"No realmente", dijo Edward. "Quiero decir, al principio me preocupaba... pero ya no”.
"Es porque sabes lo que ella
está pensando", contestó Alice. "En el libro no tienes idea lo que
está pensando y tienes que depender de sus acciones. Debido a estos libros,
ahora la conoces mejor y no harás algo estúpido en un futuro." Termino
mirándolo de manera sospechosa.
"Sí," dijo Edward con una sonrisa aunque un poco confundido por las palabras de su hermana.
"Sí," dijo Edward con una sonrisa aunque un poco confundido por las palabras de su hermana.
No voy a detenerte. Quiero que suceda,
porque quiero que estés a salvo. Y aun así, quiero estar a tu lado. Ambos
deseos son imposibles de conciliar...
“A veces eres raro bro” dijo Emmett.
Dejó la frase en el aire mientras
contemplaba mi rostro, a la espera.
—No voy a irme a ningún lado —le prometí.
—Ya lo veremos —contestó, sonriendo de
nuevo.
Le fruncí el ceño.
—Bueno, continuemos... Carlisle se marchó
a Francia a nado.
Hizo una pausa mientras intentaba
recuperar el hilo de la historia. Con gesto pensativo, fijó la mirada en otra
pintura, la de mayor colorido y de marco más lujoso,
"Sí, a Aro le gusta ser
extravagante", se rió entre dientes Carlisle.
y también la más grande.
Personajes llenos de vida, envueltos en
túnicas onduladas y enroscadas en torno a grandes columnas en el exterior de
balconadas marmóreas, llenaban el lienzo. No sabía si representaban figuras de
la mitología helena o si los personajes que flotaban en las nubes de la parte
superior tenían algún significado bíblico.
—Carlisle nadó hacia Francia y continuó
por Europa y sus universidades. De noche estudió música, ciencias, medicina y
encontró su vocación y su penitencia en salvar vidas —su expresión se tornó
sobrecogida, casi reverente—. No sé describir su lucha de forma adecuada.
Carlisle necesitó dos siglos de atormentadores esfuerzos para perfeccionar su
autocontrol. Ahora es prácticamente inmune al olor de la sangre humana y es
capaz de hacer el trabajo que adora sin sufrimiento.
"Es cierto, pero creo que
tu auto-control rivaliza con el mío", dijo Carlisle. "Tú puedes
rechazar lo que su sangre significa para ti y mantenerte tan cerca de
ella."
Edward frunció el ceño, pero no dijo nada.
Edward frunció el ceño, pero no dijo nada.
Obtiene una gran paz de espíritu allí, en
el hospital...
Edward se quedó con la mirada ausente
durante bastante tiempo. De repente, pareció recordar su intención. Dio unos
golpecitos en la enorme pintura que teníamos delante con el dedo.
—Estudió en Italia cuando descubrió que
allí había otros. Eran mucho más civilizados y cultos que los espectros de las
alcantarillas londinenses.
Rozó a un cuarteto relativamente sereno de
figuras pintadas en lo alto de un balcón que miraban con calma el caos reinante
a sus pies. Estudié al grupo con cuidado y, con una risa de sorpresa, reconocí
al hombre de cabellos dorados.
—Los amigos de Carlisle fueron una gran
fuente de inspiración para Francesco Solimena. A menudo los representaba como
dioses —rió entre dientes—.
"Todos lo encuentran
divertido", sonrió Carlisle.
Aro, Marco, Cayo —dijo conforme iba
señalando a los otros tres, dos de cabellos negros y uno de cabellos canos——,
los patrones nocturnos de las artes.
— ¿Qué fue de ellos? —pregunté en voz
alta, con la yema de los dedos inmóvil en el aire a un centímetro de las
figuras de la tela.
—Siguen ahí, como llevan haciendo desde
hace quién sabe cuántos milenios —se encogió de hombros—. Carlisle sólo estuvo
entre ellos por un breve lapso de tiempo, apenas unas décadas. Admiraba
profundamente su amabilidad y su refinamiento, pero persistieron en su intento
de curarle de aquella aversión a su «fuente natural de alimentación». Ellos
intentaron persuadirle y él a ellos, en vano.
"Realmente nunca pensé cambiarán
de opinión y estaban muy decepcionados de que no cambiara el mío", suspiró
Carlisle. "Se convirtió en algo incómodo... no era tan malo, pero quería
irme pronto ... aunque tenían tanta información ..."
Emmett se aclaró la garganta en ese momento.
"Bien, lo siento", dijo sonriendo tímidamente Carlisle.
Emmett se aclaró la garganta en ese momento.
"Bien, lo siento", dijo sonriendo tímidamente Carlisle.
Llegados a ese punto, Carlisle decidió
probar suerte en el Nuevo Mundo. Soñaba con hallar a otros como él. Ya sabes,
estaba muy solo.
«Transcurrió mucho tiempo sin que
encontrara a nadie, pero podía interactuar entre los confiados humanos como si
fuera uno de ellos porque los monstruos se habían convertido en tema para los
cuentos de hadas. Comenzó a practicar la medicina. Pero rehuía el ansiado
compañerismo al no poderse arriesgar a un exceso de confianza.
«Trabajaba por las noches en un hospital
de Chicago cuando golpeó la pandemia de gripe. Le había estado dando vueltas
durante varios años y casi había decidido actuar. Ya que no encontraba un
compañero, lo crearía;
"Fue un poco arrogante de
mi parte crear un hijo para que siguiera mis pasos", suspiró Carlisle.
"Pero tus pasos fueron los mejores a seguir", le sonrió Edward. "Yo sé que me rebelé en contra de tu forma de vida... pero todavía estoy contento de que fuiste tú quien me recibió de vuelta y me enseñó su manera de hacer las cosas."
"Pero tus pasos fueron los mejores a seguir", le sonrió Edward. "Yo sé que me rebelé en contra de tu forma de vida... pero todavía estoy contento de que fuiste tú quien me recibió de vuelta y me enseñó su manera de hacer las cosas."
pero dudaba si hacerlo o no, ya que él
mismo no estaba totalmente seguro de cómo se había convertido. Además, se había
jurado no arrebatar la vida de nadie de la misma manera que se la habían robado
a él. Estaba en ese estado de ánimo cuando me encontró. No había esperanza para
mí. Me habían dejado en la sala de los moribundos. Había asistido a mis padres,
por lo que sabía que estaba solo en el mundo, .y decidió intentarlo....
Ahora, cuando dejó la frase inacabada, su
voz era apenas un susurro. Me pregunté qué imágenes ocuparían su mente en ese
instante, ¿los recuerdos de Carlisle o los suyos?
"Los de Carlisle,"
dijo Edward. "Por lo menos hasta el punto que comencé a arder..."
Esperé sin hacer ruido.
Una angelical sonrisa iluminaba su rostro
cuando se volvió hacia mí.
—Y así es como se cerró el círculo
—concluyó.
—Entonces, ¿siempre has estado con
Carlisle?
"Argh, siempre elige las
preguntas difíciles," Edward frunció el ceño, sabía que estaba a punto de
hablarle de la parte más oscura de su pasado.
—Casi siempre.
Me puso la mano en la cintura con suavidad
y me arrastró con él mientras cruzaba la puerta. Me volví a mirar los cuadros
de la pared, preguntándome si alguna vez llegaría a oír el resto de las
historias.
"Probablemente, pero no
hoy", sonrió Edward, pero el gesto no duro en su rostro.
Edward no dijo nada mientras caminábamos
hacia el vestíbulo, de modo que pregunté:
— ¿Casi?
Suspiró. Parecía renuente a responder.
—Bueno, tuve el típico brote de rebeldía
adolescente unos diez años después de... nacer... o convertirme, como prefieras
llamarlo. No me resignaba a llevar su vida de abstinencia y estaba resentido
con él por refrenar mi sed, por lo que me marché a seguir mi camino durante un
tiempo.
— ¿De verdad?
Estaba mucho más intrigada que asustada,
que es como debería estar.
"Sólo Bella reaccionaría así", dijo Edward,
sacudiendo la cabeza sonriendo.
Y él lo sabía. Vagamente me di cuenta de
que nos dirigíamos al siguiente tramo de escaleras, pero no estaba prestando
demasiada atención a cuanto me rodeaba.
— ¿No te causa repulsa?
—No.
— ¿Por qué no?
—Supongo que... suena razonable.
Soltó una carcajada más fuerte que las
anteriores. Ahora nos encontrábamos en lo más alto de las escaleras, en otro
vestíbulo de paredes revestidas con paneles de madera.
—Gocé de la ventaja de saber qué pensaban
todos cuantos me rodeaban, fueran humanos o no, desde el momento de mi
renacimiento —susurró—. Ésa fue la razón por la que tardé diez años en desafiar
a Carlisle... Podía leer su absoluta sinceridad y comprender la razón de su
forma de vida.
Apenas tardé unos pocos años en volver a
su lado y comprometerme de nuevo con su visión. Creí poderme librar de los
remordimientos de conciencia, ya que podía dejar a los inocentes y perseguir
sólo a los malvados al conocer los pensamientos de mis presas. Si seguía a un
asesino hasta un callejón oscuro donde acosaba a una chica, si la salvaba, en
ese caso no sería tan terrible.
Me estremecí al imaginar con claridad lo
que describía: el callejón de noche, la chica atemorizada, el hombre siniestro
detrás de ella y Edward de caza, terrible y glorioso como un joven dios,
imparable. ¿Le estaría agradecida la chica o se asustaría más que antes?
"Se asustaban más",
susurró Edward.
—Pero con el paso del tiempo comencé a
verme como un monstruo. No podía rehuir la deuda de haber tomado demasiadas
vidas, sin importar cuánto se lo merecieran, y regresé con Carlisle y Esme. Me
acogieron como al hijo pródigo. Era más de lo que merecía.
"Tonterías Edward,"
dijo Esme, poniéndose en pie para abrazar a su hijo.
Nos habíamos detenido frente a la última
puerta del vestíbulo.
—Mi habitación —me informó al tiempo que
abría la puerta y me hacía pasar.
“Mmmm, Eddy porque dejaste tu habitación al último? Esperas que pase
algo alli?” Dijo Emmett meneando sus cejas
“Emmett te recuerdo que no hay cama” le dijo Edward como si hablara
con un niño de 2 años.
“JA! lo sabía, no eres el caballero que todos piensan” dijo Emmett
apuntándolo con el dedo.
“Creo que tenías razón Emmett, él es un impostor” dijo Jasper
preparado para cualquier cosa.
Edward no entendía a que se refería hasta que reviso sus comentarios
anteriores hasta que entendió, pero ya era tarde.
“Edward yo no te eduque así” Esme le dijo seria.
“Espero que tomen precauciones” le dijo Carlisle con un tono
profesional.
“Por favor traten de no hacer ruido” Rosalie agregó en tono despectivo
“Déjalos Rose, ellos deben expresar libremente su amor” le dijo Alice
muy feliz.
“Yo…yo… yo no quería… Yo no quise decir eso” Edward logró articular,
estaba demasiado atontado por los bombardeos de su familia.
Y de la nada todos empezaron a reír, la cara de Edward era un
espectáculo, nunca habían podido jugarle una broma, pero ahora con él pensando
en el libro y en Bella, había caído taaaaan fácil.
“Y se dicen mi familia” dijo Edward tratando de lucir enojado
Pero solo logró más risas. A Edward solo le quedo reírse, había sido
divertido ver como confabularon con él.
Su habitación tenía vistas al sur y una
ventana del tamaño de la pared, igual que en el gran recibidor del primer piso.
Toda la parte posterior de la casa debía de ser de vidrio. La vista daba al
meandro que describía el río Sol Duc antes de cruzar el bosque intacto que
llegaba hasta la cordillera de Olympic Mountain. La pared de la cara oeste
estaba totalmente cubierta por una sucesión de estantes repletos de CD. El
cuarto de Edward estaba mejor surtido que una tienda de música. En el rincón
había un sofisticado aparato de música, de un tipo que no me atrevía a tocar
por miedo a romperlo. No había ninguna cama, sólo un espacioso y acogedor sofá
de cuero negro. Una gruesa alfombra de tonos dorados cubría el suelo y las
paredes estaban tapizadas de tela de un tono ligeramente más oscuro.
— ¿Para conseguir una buena acústica?
—aventuré.
"La mejor", se rió
Edward, todavía de buen humor.
Edward rió entre dientes y asintió con la
cabeza.
Tomó un mando a distancia y encendió el
equipo, la suave música de jazz, pese a estar a un volumen bajo, sonaba como si
el grupo estuviera con nosotros en la habitación. Me
fui a mirar su alucinante colección de música.
— ¿Cómo los clasificas? —pregunté al
sentirme incapaz de encontrar un criterio para el orden de los títulos.
No me estaba prestando atención.
—Esto... Por año, y luego por preferencia
personal dentro de ese año —contestó con aire distraído.
Al darme la vuelta, le vi mirarme con un
brillo muy peculiar en los ojos.
— ¿Qué ocurre?
—Contaba con sentirme aliviado después de
habértelo explicado todo, de no tener secretos para ti, pero no esperaba sentir
más que eso. Me gusta —se encogió de hombros al tiempo que sonreía
imperceptiblemente—. Me hace feliz.
Edward sonrió ante eso, queriendo sentirse igual como el Edward del
libro.
"Un concepto extraño para
ti" Emmett se rió entre dientes.
—Me alegro.
Le devolví la sonrisa. Me preocuparía que
se arrepintiera de haberme contado todo aquello. Era bueno saber que no era el
caso.
Pero entonces, mientras sus ojos
estudiaban mi expresión, su sonrisa se apagó y su frente se pobló de arrugas.
—Aún sigues esperando que salga huyendo
—supuse—, gritando espantada, ¿verdad?
"Ella te conoce
bien", dijo sonriendo Esme.
Una ligera sonrisa curvó sus labios y
asintió.
—Lamento estropearte la ilusión, pero no
inspiras tanto miedo, de veras —con toda naturalidad, le mentí—: De hecho, no
me asustas nada en absoluto.
"Eso no fue lo más
inteligente", dijo Edward. "No con la forma vertiginosa que parece
estar cambiando mis emociones en el libro”.
Se detuvo y arqueó las cejas con
manifiesta incredulidad. Una sonrisa ancha y traviesa recorrió su rostro.
—No deberías haber dicho eso, de veras.
Edward emitió un sordo gruñido gutural y
los labios mostraron unos dientes perfectos al curvarse hacia atrás. De
repente, su cuerpo cambió, se había agachado, tenso como un león a punto de
acometer.
Sin dejar de mirarlo, me aparté de él.
—No deberías haberlo dicho.
No le vi saltar hacia mí,
"Edward!" Esme
reprendió.
"En realidad, te abalanzaste hacia ella!" Emmett se rió con una enorme sonrisa.
"En realidad, te abalanzaste hacia ella!" Emmett se rió con una enorme sonrisa.
fue
demasiado rápido. De repente me encontré en el aire y luego caímos sobre el
sofá, que golpeó contra la pared por el impacto. Sus brazos formaron una
protectora jaula durante todo el tiempo, por lo que apenas sentí el zarandeo,
pero seguía respirando agitadamente cuando intenté ponerme en pie.
— ¿Qué era lo que decías? —preguntó
juguetón.
—Que eres un monstruo realmente aterrador
—repliqué. El jadeo de mi voz estropeó algo el sarcasmo de mi respuesta.
—Mucho mejor —aprobó.
"No puedo creer que estés
bromeando así con ella tan fácilmente", dijo Jasper.
"Creo que ella lo hace salir de mí", sonrió Edward.
"Creo que ella lo hace salir de mí", sonrió Edward.
—Esto... —forcejeé——. ¿Me puedes bajar ya?
Se limitó a reírse.
— ¿Se puede? —preguntó una voz que parecía
proceder del vestíbulo.
Me debatí para liberarme, pero Edward se
limitó a dejar que pudiera sentarme de forma más convencional sobre su regazo.
Entonces vi en el vestíbulo a Alice y a Jasper detrás de ella. Me puse
colorada, pero Edward parecía a gusto.
—Adelante —contestó Edward, que aún seguía
riéndose discretamente.
Alice no pareció hallar nada inusual en
nuestro abrazo. Caminó —casi bailó, tal era la gracia de sus movimientos— hacia
el centro del cuarto y se dobló de forma sinuosa para sentarse sobre el suelo.
Jasper, sin embargo, se detuvo en el umbral un poco sorprendido.
"Debo haber estado
confundido por lo que ustedes dos sentían", dijo Jasper, levantando una
ceja.
Clavó los ojos en el rostro de Edward y me pregunté si estaba
tanteando el clima reinante con su inusual sensibilidad.
"Y por supuesto ella iba
a hacer una observación " Jasper se rió entre dientes.
—Parecía que te ibas a almorzar a Bella
—anunció Alice—, y veníamos a ver si la podíamos compartir.
Me puse rígida durante un instante, hasta
que me percaté de la gran sonrisa de Edward. No sabría decir si se debía al
comentario de Alice o a mi reacción.
—Lo siento. No creo que haya bastante para
compartir —replicó sin dejar de rodearme con los brazos.
—De hecho —dijo Jasper, sonriendo a su
pesar cuando entró en la habitación—, Alice anuncia una gran tormenta para esta
noche y Emmett quiere jugar a la pelota. ¿Te apuntas?
"¡Sí!" Emmett gritó.
"Sabes que eso será en meses a partir de ahora", señaló Jasper.
"Sabes que eso será en meses a partir de ahora", señaló Jasper.
"Argh", se quejó
Emmett.
Las palabras eran bastante comunes, pero
me desconcertaba el contexto; aunque Alice era más fiable que el hombre del
tiempo.
"Sí, sólo un poco",
se rió Edward.
Los ojos de Edward se iluminaron, pero aun
así vaciló.
—Traerías a Bella, por supuesto —añadió
Alice jovialmente. Había creído atisbar la rápida mirada que Jasper le lanzaba.
"Sí, eso sería
increíble", dijo Emmett. "Ella realmente va a estar sorprendida por
nuestra forma de jugar al béisbol."
"No creo que eso sea una buena idea", dijo Rosalie, sorprendiendo a todos por su expresión. Ella lucia horrorizada.
"¿Por qué?" Edward preguntó. "Es sólo un juego."
"Hay otros vampiro cerca, sin embargo," dijo Rosalie.
"Pero Alice lo sabría", dijo Edward aun sintiendo un poco de pánico. "Tendría que verlos venir, y parece que no fue así."
"Es cierto", suspiró Rosalie, aliviada.
"No creo que eso sea una buena idea", dijo Rosalie, sorprendiendo a todos por su expresión. Ella lucia horrorizada.
"¿Por qué?" Edward preguntó. "Es sólo un juego."
"Hay otros vampiro cerca, sin embargo," dijo Rosalie.
"Pero Alice lo sabría", dijo Edward aun sintiendo un poco de pánico. "Tendría que verlos venir, y parece que no fue así."
"Es cierto", suspiró Rosalie, aliviada.
— ¿Quieres ir? —me preguntó Edward,
animado y con expresión de entusiasmo.
—Claro —no podía decepcionar a un rostro
como ése—. Eh, ¿adonde vamos?
—Hemos de esperar a que truene para jugar,
ya verás la razón —me prometió.
— ¿Necesitaré un paraguas?
Las tres rompieron a reír
estrepitosamente.
— ¿Lo va a necesitar? —preguntó Jasper a
Alice.
—No; —estaba segura—. La tormenta va a
descargar sobre el pueblo. El claro del bosque debería de estar bastante seco.
—En ese caso, perfecto.
El entusiasmo de la voz de Jasper fue
contagioso, por descontado. Yo misma me descubrí más curiosa que aterrada.
"Ella le tiene miedo al
béisbol", se burló Emmett, pero luego comenzó a reír. "En realidad no
tiene sentido."
—Vamos a ver si Carlisle quiere venir.
Alice se levantó y cruzó la puerta de un
modo que hubiera roto de envidia el corazón de una bailarina.
—Como si no lo supieras —la pinchó Jasper.
Ambos siguieron su camino con rapidez,
pero Jasper se las arregló para dejar la puerta discretamente cerrada al salir.
— ¿A qué vamos a jugar? —quise saber.
—Tú vas a mirar —aclaró Edward—. Nosotros
jugaremos al béisbol.
Levanté los ojos hacia el cielo
— ¿A los vampiros les gusta el béisbol?
—Es el pasatiempo americano —me replicó
con burlona solemnidad.
"Ese es el final del capítulo," dijo Edward,
entregando el libro a un feliz Emmett.
Bueno este fue el capitulo del día de hoy, si me piden mi opinión, no
fue muy wau, no se si se debe a que en sí el capitulo no es muy “interesante”
que digamos (sorry Carlisle XD) Aún así espero sus comentarios
Tuve que poner una imagen de luna nueva, ya que esta historia se conto
en esa peli :D
1 comentario:
A mi me fascina la historia de Carlisle
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