Aviso: Los libros aquí transcriptos y los personajes
pertenecen a Stephenie Meyer y la historia original “Reading Twilight” a
Choices HP, yo solo la traduzco, todo esto es sin ánimos de lucro, solo
por mero entretenimiento.
Mente vs cuerpo leyó Rosalie.
Tuve que admitir que Edward conducía bien
cuando iba a una velocidad razonable.
"Puedo conducir perfectamente a cualquier
velocidad", se quejó Edward.
Como tantas otras cosas, la conducción no
parecía requerirle ningún esfuerzo. Aunque apenas miraba a la carretera, los
neumáticos nunca se desviaban más de un centímetro del centro de la senda.
Conducía con una mano, sosteniendo la mía con la otra. A veces fijaba la vista
en el sol poniente, otras en mí, en mi rostro, en mi pelo expuesto al viento
que entraba por la ventana abierta, en nuestras manos unidas.
Había cambiado el dial de la radio para
sintonizar una emisora de viejos éxitos y cantaba una canción que no había oído
en mi vida. Se sabía la letra entera.
— ¿Te gusta la música de los cincuenta?
"Sí, la música era buena en aquel
entonces," acordó Emmett
—En los cincuenta, la música era buena,
mucho mejor que la de los sesenta, y los setenta... ¡Buaj! —se estremeció—. Los
ochenta fueron soportables.
— ¿Vas a decirme alguna vez cuántos años
tienes? —pregunté, indecisa, sin querer arruinar su optimismo.
— ¿Importa mucho?
Para mi gran alivio, su sonrisa se mantuvo
clara.
—No, pero me lo sigo preguntando... —hice
una mueca—. No hay nada como un misterio sin resolver para mantenerte en vela
toda la noche.
—Me pregunto si te perturbaría... —comentó
para sí.
Fijó la mirada en el sol, pasaron los
minutos y al final dije:
—Ponme a prueba.
Suspiró. Luego me miró a los ojos,
olvidándose al parecer, y por completo, del camino durante un buen rato. Fuera
lo que fuese lo que viera en ellos, debió de animarle. Clavó la vista en el sol
—la luz del astro rey al ponerse arrancaba de su piel un centelleo similar al
de los rubíes— y comenzó a hablar.
—Nací en Chicago en 1901 —hizo una pausa y
me miró por el rabillo del ojo. Puse mucho cuidado en que mi rostro no mostrara
sorpresa alguna, esperando el resto de la historia con paciencia.
"Eso
no me ayuda a saber si ella estaba bien o no con eso", se quejó Edward
nuevamente.
"Creo
que significa que está bien", dijo Jasper. "Aunque estoy seguro de
que va a decir... ehh... pensar más en profundidad sobre ello más
adelante."
Esbozó una leve sonrisa y prosiguió—:
Carlisle me encontró en un hospital en el verano de 1918. Tenía diecisiete años
y me estaba muriendo de gripe española.
Me oyó inhalar bruscamente, aunque apenas
era audible para mí misma. Volvió a mirar mis ojos.
—No me acuerdo muy bien. Sucedió hace
mucho tiempo y los recuerdos humanos se desvanecen —se sumió en sus propios
pensamientos durante un breve lapso de tiempo antes de continuar—. Recuerdo
cómo me sentía cuando Carlisle me salvó. No es nada fácil ni algo que se pueda
olvidar.
"Lo siento", dijo Carlisle, y era
claro que no se lo decía solo a Edward.
"No lo sientas", le respondió Edward,
y todos lo demás – en realidad los que habían sido cambiados por él, asintieron
con la cabeza en acuerdo.
— ¿Y tus padres?
—Ya habían muerto a causa de la gripe.
Estaba solo. Me eligió por ese motivo. Con todo el caos de la epidemia, nadie
iba a darse cuenta de que yo había desaparecido.
— ¿Cómo...? ¿Cómo te salvó?
Transcurrieron varios segundos antes de
que respondiera. Parecía estar eligiendo las palabras con sumo cuidado.
—Fue difícil. No muchos de nosotros
tenemos el necesario autocontrol para conseguirlo, pero Carlisle siempre ha
sido el más humano y compasivo de todos. Dudo que se pueda hallar uno igual a
él en toda la historia —hizo una pausa—.
"Gracias
hijo, pero dudo que eso sea cierto", dijo Carlisle, que en estos momentos
debería estar ruborizado
Edward
puso los ojos, pero no dijo nada.
Para mí, sólo fue muy, muy doloroso.
Supe que no iba a revelar más de ese tema
por la forma en que fruncía los labios. Reprimí mi curiosidad, aunque estaba
lejos de estar satisfecha.
"No
me gusta hacia dónde va esto", se estremeció Edward instintivamente.
Había muchas cosas sobre las que
necesitaba pensar respecto a ese tema en particular, cosas que surgían sobre la
marcha. Sin duda alguna, su mente rápida ya había previsto todos los aspectos
en los que me iba a eludir.
Su voz suave interrumpió el hilo de mis
pensamientos:
—Actuó desde la soledad. Ésa es, por lo
general, la razón que hay detrás de cada elección. Fui el primer miembro de la
familia de Carlisle, aunque poco después encontró a Esme. Se cayó de un risco.
La llevaron directamente a la morgue del hospital, aunque, nadie sabe cómo, su
corazón seguía latiendo.
—Así pues, tienes que estar a punto de
morir para convertirte en...
Nunca pronunciábamos esa palabra, y no lo
iba a hacer ahora.
"La
palabra no nos molesta", sonrió Edward. "Y sólo Carlisle se preocupa
por el aspecto de morir."
—No, eso es sólo en el caso de Carlisle.
El jamás hubiera convertido a alguien que hubiera tenido otra alternativa
—siempre que hablaba de su padre lo hacía con un profundo respeto—. Aunque,
según él —continuó—, es más fácil si la sangre es débil.
Contempló la carretera, ahora a oscuras, y
sentí que estaba a punto de zanjar el tema.
— ¿Y Emmett y Rosalie?
—La siguiente a quien Carlisle trajo a la
familia fue Rosalie. Hasta mucho después no comprendí que albergaba la
esperanza de que ella fuera para mí lo mismo que Esme para él.
"Argh",
Rosalie y Edward se estremecieron de solo escucharlo.
"A Bella le va a gustar oír eso",
sonrió Emmett.
Se mostró muy cuidadoso en sus
pensamientos sobre mí —puso los ojos en blanco—. Pero ella nunca fue más que
una hermana y sólo dos años después encontró a Emmett. Rosalie iba de caza, en
aquel tiempo íbamos a los Apalaches, y se topó con un oso que estaba a punto de
acabar con él. Lo llevó hasta Carlisle durante ciento cincuenta kilómetros al
temer que no fuera capaz de hacerlo por sí sola. Sólo ahora comienzo a intuir
qué difícil fue ese viaje para ella.
"Fue
difícil, pero valió la pena", sonrió Rosalie a su marido.
"Sí,
realmente puedo verlo ahora", sonrió Edward también.
Me dirigió una mirada elocuente y alzó
nuestras manos, todavía entrelazadas, para acariciarme la mejilla con la base
de la mano.
—Pero lo consiguió —le animé mientras
desviaba la vista de la irresistible belleza de sus ojos.
—Sí —murmuró—. Rosalie vio algo en sus
facciones que le dio la suficiente entereza,
"Más
bien sus rizos," Rosalie sonrió con tristeza ante la idea del bebé de su
amiga y la forma en que había salvado a Emmett recordando ese día.
y
llevan juntos desde entonces. A veces, viven separados de nosotros, como una
pareja casada: cuanto más joven fingimos ser, más tiempo podemos permanecer en
un lugar determinado. Forks parecía perfecto, de ahí que nos inscribiéramos en
el instituto —se echó a reír—. Supongo que dentro de unos años vamos a tener
que ir a su boda otra vez.
"¿Cuántas
bodas hemos tenido cariño?" Preguntó Emmett.
"Treinta
y cinco", respondió Rosalie inmediatamente.
— ¿Y Alice y Jasper?
—Son dos criaturas muy extrañas. Ambos
desarrollaron una conciencia, como nosotros la llamamos, sin ninguna guía o
influencia externa. Jasper perteneció a otra familia...
"Yo
no lo llamaría una familia", se burló Jasper.
"Es
un término que va a entender", Edward se encogió de hombros.
Una familia bien diferente. Se había deprimido
y vagaba por su cuenta. Alice lo encontró. Al igual que yo, está dotada de
ciertos dones superiores que están más allá de los propios de nuestra especie.
"También
tengo un don ", dijo Jasper con indignación fingida.
— ¿De verdad? —le interrumpí fascinada—.
Pero tú dijiste que eras el único que podía oír el pensamiento de la gente.
—Eso es verdad. Alice sabe otras cosas,
las ve... Ve cosas que podrían suceder, hechos venideros, pero todo es
muy subjetivo. El futuro no está grabado en piedra. Las cosas cambian.
"Las decisiones querrás decir,"
corrigió Alice.
La mandíbula de Edward se tensó y me lanzó
una mirada, pero la apartó tan deprisa que no quedé muy segura de si no lo
habría imaginado.
"¿Qué
fue eso?" Edward dijo preocupado.
"Debo
haber visto algo de ella que no te gusta", suspiró Alice.
— ¿Qué tipo de cosas ve?
—Vio a Jasper y supo que la estaba
buscando antes de que él la conociera. Vio a Carlisle y a nuestra familia, y
ellos acudieron a nuestro encuentro. Es más sensible hacia quienes no son humanos.
Por ejemplo, siempre ve cuando se acerca otro clan de nuestra especie y la
posible amenaza que pudiera suponer.
— ¿Hay muchos... de los tuyos?
Estaba sorprendida. ¿Cuántos podían estar
entre nosotros sin ser detectados?
"Más
de lo que ella se imagina", sonrió Jasper.
—No, no demasiados, pero la mayoría no se
asienta en ningún lugar. Sólo pueden vivir entre los humanos por mucho tiempo
los que, como nosotros, renuncian a dar caza a tu gente —me dirigió una tímida
mirada—. Sólo hemos encontrado otra familia como la nuestra en un pueblecito de
Alaska. Vivimos juntos durante un tiempo, pero éramos tantos que empezamos a
hacernos notar. Los que vivimos de forma diferente tendemos a agruparnos.
— ¿Y el resto?
—Son nómadas en su mayoría. Todos hemos
llevado esa vida alguna vez. Se vuelve tediosa, como casi todo, pero de vez en
cuando nos cruzamos con los otros, ya que la mayoría preferimos el norte.
— ¿Por qué razón?
"El sol, obviamente", dijo Edward
rodando sus ojos.
En aquel momento ya nos habíamos detenido
en frente de mi casa y él había apagado el motor. Todo estaba oscuro y en
calma. No había luna. Las luces del porche estaban apagadas, de ahí que supiera
que mi padre aún no estaba en casa.
— ¿Has abierto los ojos esta tarde?
—bromeó—. ¿Crees que podríamos caminar por las calles sin provocar accidentes
de tráfico? Hay una razón por la que escogimos la Península de Olympic: es uno
de los lugares menos soleados del mundo. Resultaba agradable poder salir
durante el día. Ni te imaginas lo fatigoso que puede ser vivir de noche durante
ochenta y tantos años.
—Entonces, ¿de ahí viene la leyenda?
—Probablemente.
— ¿Procedía Alice de otra familia, como
Jasper?
"No,
yo no sé de dónde vengo", dijo Alice. "Y no estoy segura de querer
saberlo."
"Todavía
no entiendo cómo puedes pensar de esa manera", suspiró Esme.
"Estoy
contento de cómo están las cosas ahora", Alice se encogió de hombros.
"Yo no necesito conocer el pasado."
—No, y es un misterio, ya que no
recuerda nada de su vida humana ni sabe quién la convirtió. Despertó sola.
Quienquiera que lo hiciese, se marchó, y ninguno de nosotros comprende por qué
o cómo pudo hacerlo. Si Alice no hubiera tenido ese otro sentido, si no hubiera
visto a Jasper y Carlisle y no hubiera sabido que un día se convertiría en una
de nosotros, probablemente se hubiera vuelto una criatura totalmente salvaje.
Alice
se estremeció ante ese pensamiento.
Había tanto en qué pensar y quedaba tanto
por preguntar... Pero, para gran vergüenza mía, me sonaron las tripas. Estaba
tan intrigada que ni siquiera había notado el apetito que tenía. Ahora me daba
cuenta de que tenía un hambre feroz.
"Edward,
¿No le has dado de comer en todo el día?" Esme lo reprendió.
"Lo
siento", dijo Edward.
—Lo siento, te estoy impidiendo cenar.
—Me encuentro bien, de veras.
—Jamás había pasado tanto tiempo en
compañía de alguien que se alimentara de comida. Lo olvidé.
—Quiero estar contigo.
Era más fácil decirlo en la oscuridad al
saber que la voz delataba mi irremediable atracción por él cada vez que
hablaba.
— ¿No puedo entrar?
"Supongo
que no se da cuenta de que yo puedo verla perfectamente en la oscuridad",
se rió Edward.
— ¿Te gustaría?
No me imaginaba a esa criatura divina
sentándose en la zarrapastrosa silla de mi padre en la cocina.
—Sí, si no es un problema.
Le oí cerrar la puerta con cuidado y casi
al instante ya estaba frente a la mía para abrirla.
—Muy humano —le felicité.
—Esa parte está emergiendo a la
superficie, no cabe duda.
"Podría
haber estado refiriéndose al hecho de que lo hiciste en menos de un segundo,
y estaba siendo sarcástica" dijo Alice.
"Tal vez, pero yo prefiero pensar que ella
se refiere a mi manera caballerosa", Edward se encogió de hombros.
"Al abrir la puerta para ella."
Caminó detrás de mí en la noche cerrada
con tal sigilo que debía mirarlo a hurtadillas para asegurarme de que
continuaba ahí. Desentonaba menos en la oscuridad. Seguía pálido y tan hermoso
como un sueño, pero ya no era la fantástica criatura centelleante de nuestra
tarde al sol.
Se me adelantó y me abrió la puerta. Me
detuve en medio del umbral.
— ¿Estaba abierta?
—No, he usado la llave de debajo del
alero.
Entré, encendí las luces del porche y lo
miré enarcando las cejas. Estaba segura de no haber usado nunca esa llave
delante de él.
"Es el escondite obvio", dijo Edward.
"No, creo que esa sea la razón", se rió Emmett.
—Sentía curiosidad por ti.
"Mira,
en realidad has estado acechándola", Emmett se rio aun mas fuerte si era
posible.
“Realmente
estás enfermo Edward” dijo Rosalie con el ceño fruncido.
— ¿Me has espiado?
Sin saber por qué, no pude infundir a mi
voz el adecuado tono de ultraje. Me sentía halagada
"Por
suerte para ti, ella no es un ser humano normal", se rió Jasper también.
"Creo
que ya hemos establecido eso," se rió Edward.
y él no parecía arrepentido.
— ¿Qué otra cosa iba a hacer de noche?
Lo dejé correr por el momento y pasé del
vestíbulo a la cocina. Ahí seguía, a mis espaldas, sin necesitar que lo guiara.
Se sentó en la misma silla en la que había intentado imaginármelo. Su belleza
iluminó la cocina. Transcurrieron unos instantes antes de que pudiera apartar
los ojos de él.
Me concentré en prepararme la cena,
tomando del frigorífico la lasaña de la noche anterior, poniendo una parte
sobre un plato y calentándola en el microondas. Este empezó a girar, llenando
la cocina de olor a tomate y orégano. No aparté los ojos de la comida mientras
decía con indiferencia:
— ¿Con cuánta frecuencia?
"Siempre
que tuve la oportunidad, estoy seguro", sonrió Edward.
— ¿Eh?
Parecía haberle cortado algún otro hilo de
su pensamiento. Seguí sin girarme.
— ¿Con qué frecuencia has venido aquí?
—Casi todas las noches.
Aturdida, me di la vuelta.
— ¿Por qué?
—Eres interesante cuando duermes —explicó
con total naturalidad—. Hablas en sueños.
"Ella
lo hace!" Edward dijo sonriendo. "No puedo esperar para escucharla."
"Ella
va a estar mortificado por eso," Emmett sonrió también.
— ¡No! —exclamé sofocada mientras una
oleada de calor recorría todo mi rostro hasta llegar al cabello. Me agarré a la
encimera de la cocina para sostenerme. Sabía que hablaba en sueños, por
supuesto, mi madre siempre bromeaba al respecto, pero no había creído que fuera
algo de lo que tuviera que preocuparme.
Su expresión pasó a ser de disgusto
inmediatamente.
— ¿Estás muy enfadada conmigo?
"¿Por
qué estás disgustado? Tú eres el que ha estado invadiendo su privacidad?"
Preguntó Rosalie.
"¿Y
si ella me pidió que no me fuera ?" Edward dijo. "Acabo de enterarme
de que hablaba en sueños, y yo ya no quiero renunciar a ello."
“No
importa, los sueños son algo privado” Rosalie siseó.
"Así
que crees que dejarías de escucharía, si ella te lo pidiera?" Alice dijo
dubitativa e intentando calmar los animos.
“Yo
tendría que hacerlo… No, no lo haría", suspiró Edward.
"No me sorprende",
pensó Alice sonriendo.
— ¡Eso depende! —me senté, parecía como si
me hubiera quedado sin aire.
Esperó y luego me urgió:
— ¿De qué?
— ¡De lo que hayas escuchado! —gemí.
Un momento después, sin hacer ruido,
estaba a mi lado para tomarme las manos delicadamente entre las suyas.
— ¡No te disgustes! —suplicó.
"Las
palabras que al instante hacen molestar a alguien", dijo Alice. "Eso
demuestra que estás hablando de que sabes que no le gustará lo que estás a
punto de decir."
Agachó el rostro hasta el nivel de mis
ojos y sostuvo mi mirada. Estaba avergonzada, por lo que intenté apartarla.
—Echas de menos a tu madre —susurró—. Te
preocupas por ella, y cuando llueve, el sonido hace que te revuelvas inquieta.
Solías hablar mucho de Phoenix, pero ahora lo haces con menos frecuencia. En
una ocasión dijiste: «Todo es demasiado verde».
"A
veces es realmente extraña", se rió Emmett.
Se rió con suavidad, a la
espera, y pude ver que era para no ofenderme aún más.
— ¿Alguna otra cosa? ——exigí saber.
Supuso lo que yo quería descubrir y
admitió:
—Pronunciaste mi nombre.
Edward sonrió tontamente.
Frustrada, suspiré.
— ¿Mucho?
—Exactamente, ¿cuántas veces entiendes por
«mucho»?
—Oh, no.
Bajé la cabeza, pero él la atrajo contra
su pecho con suave naturalidad.
"Ella
no debería estar avergonzada por eso, le he dicho lo mucho que me preocupo por ella",
suspiró Edward. “Además quiero saber qué es lo que piensa.
—No te acomplejes —me susurró al oído——.
Si pudiera soñar, sería contigo. Y no me avergonzaría de ello.
Edward asintió,
estando de acuerdo con él mismo.
En ese momento, ambos oímos el sonido de
unas llantas sobre los ladrillos del camino de entrada a la casa y vimos las
luces—delanteras que nos llegaban desde el vestíbulo a través de las ventanas
frontales. Me envaré en sus brazos.
— ¿Debería saber tu padre que estoy aquí?
—preguntó.
"Nop,"
respondió Alice.
—Yo... —intenté pensar con rapidez—. No
estoy segura...
—En otra ocasión, entonces.
Y me quedé sola.
— ¡Edward! —le llamé, intentando no
gritar.
Escuché una risita espectral y luego, nada
más.
Mi padre hizo girar la llave de la puerta.
— ¿Bella? —me llamó. Eso me hubiera
molestado antes. ¿Quién más podía haber? De repente, Charlie me parecía
totalmente fuera de lugar.
—Estoy aquí.
Esperaba que no apreciara la nota
histérica de mi voz. Tomé mi cena del microondas y me senté a la mesa mientras
él entraba. Después de pasar el día con Edward, sus pasos parecían
estrepitosos.
— ¿Me puedes preparar un poco de eso?
Estoy hecho polvo.
Charlie se detuvo para quitarse las botas,
apoyándose sobre el respaldo de la silla para ayudarse.
Puse mi cena en mi sitio para zampármela
en cuanto le hubiera preparado la suya.
"¿Por
qué está comiendo tan rápido?" Esme preguntó.
"Probablemente
quiere ir arriba, con la esperanza de que Eddy estará allí", se rió
Emmett.
Me escocía la lengua. Mientras se
calentaba la lasaña de Charlie, llené dos vasos de leche y bebí un trago del
mío para mitigar la quemazón. Advertí que me temblaba el
pulso cuando vi que la leche se agitaba al dejar el vaso. Mi padre se sentó en
la silla. El contraste entre él y su antiguo ocupante resultaba cómico.
—Gracias —dijo mientras le servía la
comida en la mesa.
— ¿Qué tal te ha ido el día? —pregunté con
precipitación. Me moría de ganas de escaparme a mi habitación.
"Charlie
va a notar algo diferente," dijo Esme.
"Estoy
de acuerdo", dijo Carlisle. "Él es más observador que la mayoría y
conoce a su hija mejor de lo que ella se da cuenta."
—Bien. Los peces picaron... ¿Qué tal tú?
¿Hiciste todo lo que querías hacer?
—En realidad, no —mordí otro gran pedazo
de lasaña—. Se estaba demasiado bien fuera como para quedarse en casa.
—Ha sido un gran día —coincidió.
Eso es quedarse corto, pensé en
mi fuero interno.
Di buena cuenta del último trozo de
lasaña, alcé el vaso y me bebí de un trago lo que quedaba de leche. Charlie me
sorprendió al ser tan observador cuando preguntó:
— ¿Tienes prisa?
—Sí, estoy cansada. Me voy a acostar
pronto.
—Pareces nerviosa —comentó.
¡Ay! ¿Por qué? ¿Por qué ha tenido que ser
justamente esta noche la que ha elegido para fijarse en mí?
"Estoy
seguro de que le presta atención todas las noches", dijo Carlisle, y luego
modificó su frase con una sonrisa. "Antes de que empieza a ver los deportes.
Pero a la hora de la cena parece prestarle mucha atención, y sólo hoy Bella ha notado su curiosidad".
— ¿De verdad? —fue todo lo que conseguí
contestar.
Fregué rápidamente los platos en la pila y
para que se secaran los puse bocabajo sobre un trapo de cocina.
—Es sábado —musitó.
No le respondí, pero de repente preguntó:
— ¿No tienes planes para esta noche?
—No, papá, sólo quiero dormir un poco.
—Ninguno de los chicos del pueblo es tu
tipo, ¿verdad?
Charlie recelaba, pero intentaba actuar
con frialdad.
—No. Ningún chico me ha llamado aún la
atención.
"Oye",
se quejó Edward.
"Tú
no eres exactamente un chico Edward", se rió Alice.
Me cuidé mucho de enfatizar la palabra
chico, sin dejarme llevar por mi deseo de ser sincera con Charlie.
—Pensé que tal vez el tal Mike Newton...
Dijiste que era simpático.
“El no es para nada
simpático si me preguntan” dijo Edward con los dientes apretados.
“Tranquilo Eddy”
dijo Emmett serio y luego agregó “tu si eres simpático a los ojos de Bella”
termino riéndose
—Sólo es un amigo, papá.
—Bueno, de todos modos, eres demasiado
buena para todos ellos. Aguarda a que estés en la universidad para empezar a
mirar.
El sueño de cada padre es que su hija esté
ya fuera de casa antes de que se le disparen las hormonas.
"Que
mal que para Charlie que no vaya a pasar", se rió Edward.
—Me parece una buena idea —admití mientras
me dirigía escaleras arriba.
—Buenas noches, cielo —se despidió. Sin
duda, iba a estar con el oído atento toda la noche, a la espera de atraparme
intentando salir a hurtadillas.
—Te veo mañana, papá.
Te veo esta noche cuando te deslices a
medianoche para comprobar si sigo ahí.
"Apuesto
a que ella tiene razón en eso", dijo Emmett. "¿Quién me sigue?"
"No
me mires", dijo Jasper, sacudiendo la cabeza. "No soy tan estúpido
como para apostar en contra de la intuición de Bella."
Me esforcé en que el ruido de mis pasos
pareciera lento y cansado cuando subí las escaleras hacia mi dormitorio. Cerré
la puerta con la suficiente fuerza para que mi padre lo oyera y luego me
precipité hacia la ventana andando de puntillas. La abrí de un tirón y me
asomé, escrutando las oscuras e impenetrables sombras de los árboles.
— ¿Edward? —susurré, sintiéndome
completamente idiota.
La tranquila risa de respuesta procedía de
detrás de mí.
— ¿Sí?
"O
fuiste increíblemente rápido - incluso para nuestros estándares, o seguro ya
estabas allí", se rió Emmett.
"Estoy bastante seguro de que estaba allí",
coincidió Edward
Me giré bruscamente al tiempo que, como
reacción a la sorpresa, me llevaba una mano a la garganta.
Sonriendo de oreja a oreja, yacía tendido
en mi cama con las manos detrás de la nuca y los pies colgando por el otro
extremo. Era la viva imagen de la despreocupación.
— ¡Oh! —musité insegura, sintiendo que me
desplomaba sobre el suelo.
—Lo siento.
Frunció los labios en un intento de
ocultar su regocijo.
—Dame un minuto para que me vuelva a latir
el corazón.
Se incorporó despacio para no asustarme de
nuevo. Luego, ya sentado, se inclinó hacia delante y extendió sus largos brazos
para recogerme, sujetándome por los brazos como a un niño pequeño que empieza a
andar. Me sentó en la cama junto a él.
— ¿Por qué no te sientas conmigo?
—sugirió, poniendo su fría mano sobre la mía—.
"Mmm,
¿Cuáles son tus intenciones Eddy?", se rió Emmett.
¿Cómo va el corazón?
—Dímelo tú... Estoy segura de que lo
escuchas mejor que yo.
Noté que su risa sofocada sacudía la cama.
Nos sentamos ahí durante un momento, escuchando
ambos los lentos latidos de mi corazón. Se me ocurrió pensar en el hecho de
tener a Edward en mi habitación estando mi padre en casa.
— ¿Me concedes un minuto para ser humana?
—Desde luego.
Me indicó con un gesto de la mano que
procediera.
—No te muevas —le dije, intentando parecer
severa.
"No
me moveré ni un centímetro", sonrió Edward.
—Sí, señorita.
Y me hizo una demostración de cómo
convertirse en una estatua sobre el borde de mi cama.
Me incorporé de un salto, recogí mi pijama
del suelo y mi neceser de aseo del escritorio. Dejé la luz apagada y me deslicé
fuera, cerrando la puerta al salir.
Oí subir por las escaleras el sonido del
televisor. Cerré con fuerza la puerta del baño para que Charlie no subiera a
molestarme.
Tenía la intención de apresurarme. Me
cepillé los dientes casi con violencia en un intento de ser minuciosa y rápida
a la hora de eliminar todos los restos de lasaña.
"Eso
es una cosa importante por hacer", sonrió Emmett por la anticipación.
Pero no podía urgir al agua caliente de la
ducha, que me relajó los músculos de la espalda y me calmó el pulso. El olor
familiar de mi champú me hizo sentirme la misma persona de esta mañana. Intenté
no pensar en Edward, que me esperaba sentado en mi habitación, porque entonces
tendría que empezar otra vez con todo el proceso de relajamiento.
"Ella está pensando
en ti en la ducha Eddy", dijo Emmett y su sonrisa le sugirió que estaba
pensando en algo más que eso - lo cual causó a Edward fruncir el ceño.
Al
final, no pude dilatarlo más. Cerré el grifo del agua y me sequé con la toalla
apresuradamente, acelerándome otra vez. Me puse el pijama: una camiseta llena
de agujeros y un pantalón gris de chándal. Era demasiado tarde para
arrepentirse de no haber traído conmigo el pijama de seda Victorias Secret que,
dos años atrás, me regaló mi madre para mi cumpleaños, y que aún se encontraría
en algún cajón en la casa de Phoenix con la etiqueta del precio puesta.
"Yo creo que estaré
más contento con esa camiseta," dijo Edward.
"Pero el otro ... suena mejor", dijo Emmett.
"Pero ya sé con que ella duerme", dijo Edward. "Me gusta la idea de que ella no va a cambiar, sólo porque sabe que voy a estar allí esta vez."
"Pero el otro ... suena mejor", dijo Emmett.
"Pero ya sé con que ella duerme", dijo Edward. "Me gusta la idea de que ella no va a cambiar, sólo porque sabe que voy a estar allí esta vez."
Volví a frotarme el pelo con la toalla y
luego me pasé el cepillo a toda prisa. Arrojé la toalla a la cesta de la ropa
sucia y lancé el cepillo y la pasta de dientes al neceser. Bajé escopetada las
escaleras para que Charlie pudiera verme en pijama y con el pelo mojado.
"Ah, trabajando
para parecer inocente a su padre," Alice sonrió. "Un bonito detalle."
—Buenas noches, papá.
—Buenas noches, Bella.
Pareció sorprendido de verme. Tal vez
hubiera desechado la idea de asegurarse de que estaba en casa esta noche.
Subí las escaleras de dos en dos,
intentando no hacer ruido, entré zumbando en mi habitación, y me aseguré de
cerrar bien la puerta detrás de mí.
Edward no se había movido ni un milímetro,
parecía la estatua de Adonis encaramada a mi descolorido edredón. Sus labios se
curvaron cuando sonreí, y la estatua cobró vida.
Me evaluó con la mirada, tomando nota del
pelo húmedo y la zarrapastrosa camiseta. Enarcó una ceja.
—Bonita ropa.
Le dediqué una mueca.
"Pero yo lo decía
en serio", Edward puso mala cara.
—No, te sienta bien.
—Gracias —susurré.
Regresé a su lado y me senté con las
piernas cruzadas. Miré las líneas del suelo de madera.
— ¿A qué venía todo eso?
—Charlie cree que me voy a escapar a
hurtadillas.
"¿No lo has
oído?", dijo Jasper. "Tal vez ella estaba equivocada".
"Yo no estoy seguro de que sea cierto", suspiró Edward. "No creo que pueda leer a Charlie tan fácilmente como lo hago con la mayoría de la gente. Como he dicho antes, él es más terco ... de lo que yo pensaba. Creo que solo recojo la esencia de sus pensamientos en lugar de palabras exactas. Espero que sea más fácil cuanto más tiempo pase a su alrededor. "
"Yo no estoy seguro de que sea cierto", suspiró Edward. "No creo que pueda leer a Charlie tan fácilmente como lo hago con la mayoría de la gente. Como he dicho antes, él es más terco ... de lo que yo pensaba. Creo que solo recojo la esencia de sus pensamientos en lugar de palabras exactas. Espero que sea más fácil cuanto más tiempo pase a su alrededor. "
—Ah —lo consideró—. ¿Por qué? —preguntó
como si fuera incapaz de comprender la mente de Charlie con la claridad que yo
le suponía.
—Al parecer, me ve un poco acalorada.
Me levantó el mentón para examinar mi
rostro.
—De hecho, pareces bastante sofocada.
—Humhh... —musité.
Resultaba muy difícil formular una
pregunta coherente mientras me acariciaba. Comenzar me llevó un minuto de
concentración.
—Parece que te resulta mucho más fácil
estar cerca de mí.
"Afortunadamente",
sonrió Edward.
— ¿Eso te parece? —murmuró Edward mientras
deslizaba la nariz hacia la curva de mi mandíbula. Sentí su mano, más ligera
que el ala de una polilla, apartar mi pelo húmedo para que sus labios pudieran
tocar la hondonada de debajo de mi oreja.
—Sí. Mucho, mucho más fácil —contesté
mientras intentaba espirar.
—Humm.
—Por eso me preguntaba... —comencé de
nuevo, pero sus dedos seguían la línea de mi clavícula y me hicieron perder el
hilo de lo que estaba diciendo.
— ¿Sí? —musitó.
— ¿Por qué será? —inquirí con voz temblorosa,
lo cual me avergonzó—. ¿Qué crees?
"Se distrae con
facilidad, pero es demasiado terca para dejarlo pasar", se rió Edward.
Noté el temblor de su respiración sobre mi
cuello cuando se rió.
—El triunfo de la mente sobre la materia.
Retrocedí. Se quedó inmóvil cuando me
moví, por lo que ya no pude oírle respirar.
Durante un instante nos miramos el uno al
otro con prevención; luego, la tensión de su mandíbula se relajó gradualmente y
su expresión se llenó de confusión.
— ¿Hice algo mal?
—No, lo opuesto. Me estás volviendo loca
—le expliqué.
“Creo que la quiero más
que nunca," dijo Edward
Lo pensó brevemente y pareció complacido
cuando preguntó:
— ¿De veras?
Una sonrisa triunfal iluminó lentamente su
rostro.
— ¿Querrías una salva de aplausos? —le
pregunté con sarcasmo.
Sonrió de oreja a oreja.
—Sólo estoy gratamente sorprendido —me
aclaró—. En los últimos cien años, o casi —comentó con tono bromista— nunca me
imaginé algo parecido. No creía encontrar a nadie con quien quisiera estar de
forma distinta a la que estoy con mis hermanos y hermanas. Y entonces descubro
que estar contigo se me da bien, aunque todo sea nuevo para mí.
—Tú eres bueno en todo —observé.
Se encogió de hombros, dejándolo correr, y
los dos nos reímos en voz baja.
—Pero ¿cómo puede ser tan fácil ahora? —le
presioné—. Esta tarde...
—No es fácil—suspiró—. Pero esta
tarde estaba todavía... indeciso. Lo lamento, es imperdonable que me haya
comportado de esa forma.
"No te comportaste
imperdonablemente", dijo Alice. "O por lo menos ella te perdonará,
por lo que está bien."
—No es imperdonable —discrepé.
—Gracias —sonrió—. Ya ves —prosiguió,
ahora mirando al suelo—, no estaba convencido de ser lo bastante fuerte... —me
tomó una mano y la presionó suavemente contra su rostro—. Estuve susceptible mientras
existía la posibilidad de que me viera sobrepasado... —exhaló su aroma sobre mi
muñeca—. Hasta que me convencí de que mi mente era lo bastante fuerte, que no
existía peligro de ningún tipo de que yo... de que pudiera...
Jamás le había visto trabarse de esa forma
con las palabras. Resultaba tan... humano.
"Me lo tomo como un
cumplido", dijo Edward. "Por lo menos creo que lo entiende como
uno".
— ¿Ahora ya no existe esa posibilidad?
—La mente domina la materia —repitió con
una sonrisa que dejó entrever unos dientes que relucían incluso en la
oscuridad.
—Vaya, pues sí que era fácil.
Echó la cabeza hacia atrás y soltó una
carcajada, imperceptible como un suspiro, pero exuberante de todos modos.
"No es tan fácil
entonces," rió Emmett.
— ¡Fácil para ti! —me corrigió al
tiempo que me acariciaba la nariz con la yema de los dedos.
En ese momento se puso serio.
—Lo estoy intentando —susurró con voz
dolida—. Si resultara..... insoportable, estoy bastante seguro de ser capaz de
irme.
"Deja de hablar de
irte idiota", se quejó Alicia. "Ya has oído lo mucho que le duele
cuando hablas de eso."
"Lo siento", dijo Edward desafiante. "Sin embargo, su seguridad es más importante que cualquier otra cosa."
"Estas seguro?", dijo Alice mirándolo fijamente, pero Edward no contesto.
"Lo siento", dijo Edward desafiante. "Sin embargo, su seguridad es más importante que cualquier otra cosa."
"Estas seguro?", dijo Alice mirándolo fijamente, pero Edward no contesto.
Torcí el gesto. No me gustaba hablar de
despedidas.
—Mañana va a ser más duro —prosiguió—. He
tenido tu aroma en la cabeza todo el día y me he insensibilizado de forma
increíble. Si me alejo de ti por cualquier lapso de tiempo, tendré que comenzar
de nuevo. Aunque no desde cero, creo.
—Entonces, no te vayas —le respondí,
incapaz de esconder mí anhelo.
—Eso me satisface —replicó mientras su
rostro se relajaba al esbozar una sonrisa amable—. Saca los grilletes... Soy tu
prisionero.
Pero mientras hablaba, eran sus manos las
que se convertían en esposas alrededor de mis muñecas. Volvió a reír con
esa risa suya, sosegada, musical. Le había oído reírse más esta noche que en
todo el tiempo que había pasado con él.
"Bien," Esme
sonrió, le encantaba cuando Edward reía y se encontraba en un buen estado de
ánimo.
—Pareces más optimista que de costumbre
—observé—. No te había visto así antes.
— ¿No se supone que debe ser así? El
esplendor del primer amor, y todo eso. ¿No es increíble la diferencia existente
entre leer sobre una materia o verla en las películas y experimentarla?
—Muy diferente —admití—. Y más fuerte de
lo que había imaginado.
—Por ejemplo —comenzó a hablar más
deprisa, por lo que tuve que concentrarme para no perderme nada—, la emoción de
los celos. He leído sobre los celos un millón de veces, he visto actores
representarlos en mil películas y obras teatrales diferentes. Creía haberlos
comprendido con bastante claridad, pero me asustaron... —hizo una mueca—.
¿Recuerdas el día en que Mike te pidió que fueras con él al baile?
"Yo sabía estabas
muriéndote de celos", dijo Alice y
Emmett se rió a carcajadas.
Asentí, aunque recordaba ese día por un
motivo diferente.
—Fue el día en que empezaste a dirigirme
la palabra otra vez.
—Me sorprendió la llamarada de resentimiento,
casi de furia, que experimenté... Al principio no supe qué era. No poder saber
qué pensabas, por qué le rechazabas, me exasperaba más que de costumbre. ¿Lo
hacías en beneficio de tu amiga? ¿O había algún otro? En cualquier caso, sabía
que no tenía derecho alguno a que me importara, e intenté que fuera así.
"Pero ella era
demasiado importante para seguir ignorándola", Esme sonrió.
«Entonces, todo empezó a estar claro —rió
entre dientes y yo torcí el gesto en las sombras—. Esperé, irracionalmente
ansioso de oír qué les decías, de vigilar vuestras expresiones. No niego el
alivio que sentí al ver el fastidio en tu rostro, pero no podía estar seguro.
»Ésa fue la primera noche que vine aquí.
"Así que has estado
a escondidas en su habitación durante semanas", sonrió Emmett “¿Dónde
quedo el Edward caballeroso que todos conocemos?” Siguió Jasper con un tono
fingido de indignación
"Debería reprenderte por eso” dijo Esme. "Pero estoy muy feliz de que hayas encontrado a alguien."
“A él siempre le perdonan todo” dijo Emmett haciendo un puchero
"Debería reprenderte por eso” dijo Esme. "Pero estoy muy feliz de que hayas encontrado a alguien."
“A él siempre le perdonan todo” dijo Emmett haciendo un puchero
Me debatí toda la noche, mientras vigilaba
tu sueño, por el abismo que mediaba entre lo que sabía que era correcto, moral,
ético, y lo que realmente quería. Supe que si continuaba ignorándote como hasta
ese momento, o si dejaba transcurrir unos pocos años, hasta que te fueras,
llegaría un día en que le dirías sí a Mike o a alguien como él. Eso me
enfurecía.
"Y todos estamos
felices por eso", dijo Emmett y Rosalie al darse cuenta le gruño pero el
siguió sonriendo.
»Y en ese momento —susurró—, pronunciaste
mi nombre en sueños. Lo dijiste con tal claridad que por un momento creí que te
habías despertado, pero te diste la vuelta, inquieta, musitaste mi nombre otra
vez y suspiraste. Un sentimiento desconcertante y asombroso recorrió mi cuerpo.
Y supe que no te podía ignorar por más tiempo.
"Ese debe haber
sido el momento", dijo Edward.
"¿Qué momento?" Esme le preguntó a sabiendas.
"Realmente cambié después de ese día," dijo Edward. "No podía permanecer lejos de ella nunca más... Creo que es cuando me di cuenta de cómo me sentía."
"¿Qué momento?" Esme le preguntó a sabiendas.
"Realmente cambié después de ese día," dijo Edward. "No podía permanecer lejos de ella nunca más... Creo que es cuando me di cuenta de cómo me sentía."
Enmudeció durante un momento,
probablemente al escuchar el repentinamente irregular latido de mi corazón.
—Pero los celos son algo extraño y mucho
más poderoso de lo que hubiera pensado. ¡E irracional! Justo ahora, cuando
Charlie te ha preguntado por ese vil de Mike Newton...
Movió la cabeza con enojo.
—Debería haber sabido que estarías
escuchando —gemí.
—Por supuesto.
— ¿De veras que eso te hace sentir
celoso?
—Soy nuevo en esto. Has resucitado al hombre
que hay en mí, y lo siento todo con más fuerza porque es reciente.
—Pero sinceramente —bromeé—, que eso te
moleste después de lo que he oído de esa Rosalie... Rosalie, la encarnación de
la pura belleza...
"Tal vez ella no
sea tan mala después de todo," murmuró Rosalie.
Eso es lo que Rosalie significa para ti,
con o sin Emmett, ¿cómo voy a competir con eso?
—No hay competencia.
"Tú, en cambio
realmente puedes ser muy molesto," siseo Rosalie a Edward.
Sus dientes centellearon. Arrastró mis
manos atrapadas alrededor de su espalda, apretándome contra su pecho. Me
mantuve tan quieta como pude, incluso respiré con precaución.
—Sé que no hay competencia —murmuré
sobre su fría piel—. Ese es el problema.
—Rosalie es hermosa a su manera, por
supuesto, pero incluso si no fuera como una hermana para mí, incluso si Emmett
no le perteneciera, jamás podría ejercer la décima, no, qué digo, la centésima
parte de la atracción que tú tienes sobre mí
El ceño de Rosalie era
más profundo cuanto mas leía.
"Yo dije que para mí", trató de calmarla Edward, probablemente no quería que ella vuelva a odiar a Bella. "Sabes que soy extraño".
"Lo que sea," gruñó Rosalie.
"Yo dije que para mí", trató de calmarla Edward, probablemente no quería que ella vuelva a odiar a Bella. "Sabes que soy extraño".
"Lo que sea," gruñó Rosalie.
—estaba serio, meditabundo—. He caminado entre
los míos y los hombres durante casi noventa años... Todo ese tiempo me he considerado completo sin comprender que estaba buscando, sin
encontrar nada porque tú aún no existías.
—No parece demasiado justo —susurré con el
rostro todavía recostado sobre su pecho, escuchando la cadencia de su
respiración—. En cambio, yo no he tenido que esperar para nada. ¿Por qué
debería dejarte escapar tan fácilmente?
"Puede que no tenga que
esperar, pero no lo tiene exactamente fácil", suspiró Edward. "Tú te
juegas la vida, estás en peligro cada
segundo que pasas conmigo."
—Tienes razón —admitió divertido—. Debería
ponértelo más difícil, sin duda —al liberar una de sus manos, me soltó la
muñeca sólo para atraparla cuidadosamente con la otra mano. Me acarició
suavemente la melena mojada de la coronilla hasta la cintura—. Sólo te juegas
la vida cada segundo que pasas conmigo, lo cual, seguramente, no es mucho. Sólo
tienes que regresar a la naturaleza, a la humanidad... ¿Merece la pena?
—Arriesgo muy poco... No me siento privada
de nada.
—Aún no.
Al hablar su voz se llenó abruptamente de
la antigua tristeza. Intenté echarme hacia atrás para verle la cara, pero su
mano me sujetaba las muñecas con una presión de la que no me podía zafar.
— ¿Qué...? —empecé a preguntar cuando su
cuerpo se tensó, alerta. Me quedé inmóvil, pero inopinadamente me soltó las
manos y desapareció. Estuve a punto de caer de bruces.
— ¡Túmbate! —murmuró.
"Ah, Charlie
comprobará que ella esté arriba", sonrió Edward.
No sabría decir desde qué lugar de la
negrura me hablaba.
Me di la vuelta para meterme debajo de la
colcha y me acurruqué sobre un costado, de la forma en que solía dormir. Oí el
crujido de la puerta cuando Charlie entró para echar un vistazo a hurtadillas y
asegurarse de que estaba donde se suponía que debía estar. Respiré
acompasadamente, exagerando el movimiento.
Transcurrió un largo minuto. Estuve
atenta, sin estar segura de haber escuchado cerrarse la puerta. En ese momento,
el frío brazo de Edward me rodeó debajo de las mantas y me besó en la oreja.
—Eres una actriz pésima... Diría que ése
no es tu camino.
— ¡Caray!
Mi corazón estaba a punto de salirse del
pecho. Tarareó una melodía que no identifiqué. Parecía una nana. Hizo una
pausa.
"Una canción de
cuna... sí, eso va a funcionar," dijo Edward, pensativo-.
— ¿Debería cantarte para que te durmieras?
—Cierto —me reí—. ¡Cómo me podría dormir
estando tú aquí!
—Lo has hecho todo el tiempo —me recordó.
—Pero no sabía que estabas aquí
—repliqué con frialdad.
—Bueno, si no quieres dormir... —sugirió,
ignorando mi tono. Se me cortó la respiración.
"¿Y qué sugieres
hacer?" Emmett se rió meneando sus cejas.
—Si no quiero dormir..., ¿qué?
Rió entre dientes.
—En ese caso, ¿qué quieres hacer?
Al principio no supe qué responder, y
finalmente admití:
—No estoy segura.
—Dímelo cuando lo hayas decidido.
Sentí su frío aliento sobre mi cuello y el
deslizarse de su nariz a lo largo de mi mandíbula, inhalando.
—Pensé que te habías insensibilizado.
—Que haya renunciado a beber el vino no
significa que no pueda apreciar el buqué —susurró—. Hueles a flores, como a
lavanda y a fresa —señaló—. Se me hace la boca agua.
"Eh ... No sé si
eso es un buen cumplido", sonrió Alice.
—Sí, tengo un mal día siempre que no
encuentro a alguien que me diga qué apetitoso es mi aroma.
“Bueno
parece que para ella si” sonrió Alice
Rió entre dientes, y luego suspiró.
—He decidido qué quiero hacer —le dije—.
Quiero saber más de ti.
—Pregunta lo que quieras.
Cribé todas mis preguntas para elegir la
más importante y entonces dije:
— ¿Por qué lo haces? Sigo sin comprender
cómo te esfuerzas tanto para resistirte a lo que... eres. Por favor, no
me malinterpretes, me alegra que lo hagas. Sólo que no veo la razón por la que
te preocupó al principio.
"Porque es lo
correcto", respondió Carlisle inmediatamente.
Vaciló antes de responderme:
—Es una buena pregunta, y no eres la
primera en hacerla. El resto, la mayoría de nuestra especie, está bastante
satisfecho con nuestro sino... Ellos también se preguntan cómo vivimos. Pero,
ya ves, sólo porque nos hayan repartido ciertas cartas no significa que no
podamos elegir el sobreponernos, dominar las ataduras de un destino que ninguno
de nosotros deseaba e intentar retener toda la esencia de humanidad que nos
resulte posible.
Yací inmóvil, atrapada por un silencio
sobrecogedor.
— ¿Te has dormido? —cuchicheó después de
unos minutos.
—No.
— ¿Eso es todo lo que te inspira
curiosidad?
—En realidad, no.
— ¿Qué más deseas saber?
— ¿Por qué puedes leer mentes? ¿Por qué
sólo tú? ¿Y por qué Alice lee el porvenir? ¿Por qué sucede?
"Buena pregunta, me
gusta mucho la forma curiosa e intuitiva que es", sonrió Carlisle.
"No nos vas a dar tu opinión al respecto?" Edward preguntó, casi sonriendo a su padre.
"Me imagino que estás a punto de decir lo que pienso", se encogió dehombros Carlisle.
"Es lo mas seguro", se rió Edward.
"No nos vas a dar tu opinión al respecto?" Edward preguntó, casi sonriendo a su padre.
"Me imagino que estás a punto de decir lo que pienso", se encogió dehombros Carlisle.
"Es lo mas seguro", se rió Edward.
En la penumbra, sentí cómo se encogía de
hombros.
—En realidad, lo ignoramos. Carlisle tiene
una teoría. Cree que todos traemos algunos de nuestros rasgos humanos más
fuertes a la siguiente vida, donde se ven intensificados, como nuestras mentes
o nuestros sentidos. Piensa que yo debía de tener ya una enorme sensibilidad
para intuir los pensamientos de quienes me rodeaban y que Alice tuvo el don de
la precognición, donde quiera que estuviese.
— ¿Qué es lo que se trajo él a la
siguiente vida? ¿Y el resto?
—Carlisle trajo su compasión y Esme, la
capacidad para amar con pasión. Emmett trajo su fuerza, y Rosalie la...
tenacidad,
Rosalie entrecerró los
ojos.
o la obstinación, si así lo prefieres—
"Ahora yo soy la
obstinada?" Rosalie soltó un bufido, mirando a Edward, quien acabo sonrió
mientras se encogía de hombros.
se rió—. Jasper es muy interesante. Fue
bastante carismático en su primera vida, capaz de influir en todos cuantos
tenía alrededor para que vieran las cosas a su manera. Ahora es capaz de
manipular las emociones de cuantos le rodean para apaciguar una habitación de
gente airada, por ejemplo, o a la inversa, exaltar a una multitud aletargada.
Es un don muy sutil.
“Hasta que por fin me nombras” dijo Jasper riendo.
Estuve considerando lo inverosímil de
cuanto me describía en un intento de aceptarlo. Aguardó pacientemente mientras
yo pensaba.
— ¿Dónde comenzó todo? Quiero decir,
Carlisle te cambió a ti, luego alguien antes tuvo que convertirlo a él, y así
sucesivamente...
"Es una pregunta
muy profunda", dijo Carlisle parecía más satisfecho a medida que la
conversación avanzaba. "Realmente sería una buena adición a la
familia".
Edward levantó la cabeza hacia su padre, luciendo sorprendido y complacido por lo que oyó pero siempre sintiendo una batalla interna en lo que quería y lo que debería hacer.
Edward levantó la cabeza hacia su padre, luciendo sorprendido y complacido por lo que oyó pero siempre sintiendo una batalla interna en lo que quería y lo que debería hacer.
— ¿De dónde procedemos? ¿Evolución?
¿Creación? ¿No podríamos haber evolucionado igual que el resto de las especies,
presas y depredadores? O, si no crees que el universo surgió por su cuenta, lo
cual me resulta difícil de aceptar, ¿tan difícil es admitir que la misma fuerza que creó al delicado chiribico y al tiburón, a la cría
de foca y a la ballena asesina, hizo a nuestras respectivas especies?
—A ver si lo he entendido... Yo soy la
cría de foca, ¿verdad?
"Sí", se rió
Emmett.
—Exacto.
Edward se echó a reír. Algo me tocó el
pelo... ¿Sus labios?
Quise volverme hacia él para comprobar si
de verdad eran sus labios los que rozaban mi pelo, pero tenía que portarme
bien. No quería hacérselo más difícil de lo que ya era.
"No creo que ella
tenga que preocuparse más por eso", suspiró Edward.
— ¿Estás preparada para dormir o tienes
alguna pregunta más? —inquirió, rompiendo el breve silencio.
—Sólo uno o dos millones.
—Tenemos mañana, y pasado, y pasado
mañana... —me recordó. Sonreí eufórica ante la perspectiva.
— ¿Estás seguro de que no te vas a
desvanecer por la mañana? —quise asegurarme—. Después de todo, eres un mito.
—No te voy a dejar —su voz llevaba la
impronta de una promesa.
—Entonces, una más por esta noche...
Pero me puse colorada y me callé. La
oscuridad no iba a servir de mucho. Estaba segura de que él había notado el
repentino calor debajo de mi piel.
"Me pregunto que
está pensando," reflexionó Edward, frunciendo los labios.
— ¿Cuál?
—No, olvídalo. He cambiado de idea.
—Bella, puedes preguntarme lo quieras.
No le respondí y él gimió.
—Intento pensar que no leerte la mente
será menos frustrante cada vez, pero no deja de empeorar y empeorar.
"Cuanto menos
sabes, más quieres saber", sonrió Alice.
—Me alegra que no puedas leerme la mente,
ya es bastante malo que espíes lo que digo en sueños.
—Por favor.
Su voz era extremadamente persuasiva, casi
imposible de resistir. Negué con la cabeza.
—Si no me lo dices, voy a asumir que es
algo mucho peor que lo que es —me amenazó sombríamente—. Por favor —repitió con
voz suplicante.
—Bueno... —empecé, contenta de que no
pudiera verme el rostro.
— ¿Sí?
—Dijiste que Rosalie y Emmett van a
casarse pronto... ¿Es ese matrimonio igual que para los humanos?
"Por supuesto que
ella pensaría en eso", dijo Edward, sacudiendo la cabeza mientras sus
hermanos se reían de él.
Ahora, al comprenderlo, se rió con ganas.
— ¿Era eso lo que querías
preguntar?
Me inquieté, incapaz de responder.
—Sí, supongo que es prácticamente lo
mismo. Ya te dije que la mayoría de esos deseos humanos están ahí, sólo que
ocultos por instintos más poderosos.
—Ah —fue todo lo que pude decir.
— ¿Había alguna intención detrás de esa
curiosidad?
—Bueno, me preguntaba... si algún día tú y
yo...
"Eso no es
realmente una posibilidad", suspiró Edward.
Se puso serio de inmediato. Sentí la
repentina inmovilidad de su cuerpo. Yo también me quedé quieta, reaccionando
automáticamente.
—No creo que eso... sea... posible para
nosotros...
— ¿Porque sería demasiado arduo para ti si
yo estuviera demasiado cerca?
"Yo no quiero
siquiera pensar en eso", dijo Edward.
—Es un problema, sin duda, pero no me
refería a eso. Es sólo que eres demasiado suave, tan frágil. Tengo que
controlar mis actos cada instante que estamos juntos para no dañarte. Podría
matarte con bastante facilidad, Bella, y simplemente por accidente —su voz se
había convertido en un suave murmullo. Movió su palma helada hasta apoyarla
sobre mi mejilla—. Si me apresurase, si no prestara la suficiente atención por
un segundo, podría extender la mano para acariciar tu cara y aplastarte el
cráneo por error.
"Oh, eres tan
agradable como siempre", se rió Emmett.
No comprendes lo increíblemente frágil que
eres. No puedo perder el control mientras estoy a tu lado.
Aguardó mi respuesta. Su ansiedad fue
creciendo cuando no lo hice.
— ¿Estás asustada? —preguntó.
Esperé otro minuto antes de responder para
que mis palabras fueran verdad.
—No. Estoy bien.
Pareció pensativo durante un momento.
—Aunque ahora soy yo quien tiene una
curiosidad —dijo con voz más suelta—. ¿Nunca has...? —dejó la frase sin
concluir de modo insinuante.
"Ella dijo que
nunca se acerco a nadie antes", dijo Alice.
"Todavía podría haber estado con alguien", dijo Edward.
"No es el tipo de chica que haría eso", dijo Alice.
"Ya sé", suspiró Edward. "Creo que sólo quería estar seguro."
"Todavía podría haber estado con alguien", dijo Edward.
"No es el tipo de chica que haría eso", dijo Alice.
"Ya sé", suspiró Edward. "Creo que sólo quería estar seguro."
—Naturalmente que no —me sonrojé—. Ya te
he dicho que nunca antes he sentido esto por nadie, ni siquiera de cerca.
—Lo sé. Es sólo que conozco los
pensamientos de otras personas, y sé que el amor y el deseo no siempre recorren
el mismo camino.
—Para mí, sí. Al menos ahora que ambos
existen para mí —musité.
—Eso está bien. Al menos tenemos una cosa
en común —dijo complacido.
—Tus instintos humanos... —comencé. Él
esperó—. Bueno, ¿me encuentras atractiva en ese sentido?
"No tengo ninguna
duda de eso", dijo Edward.
"¿Y por qué Eddy? Si todavía no la has conocido", le preguntó Emmett meneando las cejas. "¿Has tenido pensamientos poco caballeroso?"
"No," dijo Edward, y él sin duda se habría ruborizado si pudiera.
“Vamos Edward, debes haber estado pensando en ella de alguna manera ", pensó Alice.
"¿Y por qué Eddy? Si todavía no la has conocido", le preguntó Emmett meneando las cejas. "¿Has tenido pensamientos poco caballeroso?"
"No," dijo Edward, y él sin duda se habría ruborizado si pudiera.
“Vamos Edward, debes haber estado pensando en ella de alguna manera ", pensó Alice.
Se echó a reír y me despeinó ligeramente
la melena casi seca.
—Tal vez no sea humano, pero soy un hombre
—me aseguró.
Bostecé involuntariamente.
—He respondido a tus preguntas, ahora deberías
dormir —insistió.
—No estoy segura de poder.
— ¿Quieres que me marche?
— ¡No! —dije con voz demasiado fuerte.
Rió, y entonces comenzó a tararear otra
vez aquella nana desconocida con su suave voz de arcángel al oído.
Más cansada de lo que creía, y más
exhausta de lo que me había sentido nunca después de un largo día de tensión
emocional y mental, me abandoné en sus fríos brazos hasta dormirme.
"Ese es el final del capítulo," dijo
Rosalie y le entregó el libro a Alice.
Hola! Como están???
Aca les traigo un nuevo capitulo, que no me canso de leer y leer, simplemente
lo adoro. Espero que les haya gustado, y ya saben, dejen comentarios :)
3 comentarios:
Lindo este capítulo, sabes que voy en el bus de regreso a mi casa después de la U y voy leyendo esto hahahahaha es lo máximo!!!!! Creo que te dejare un comentario en cada capítulo a partir de este, gracias Cari
Lorria
(: ndoooo
Magnífico. Ay que darle un poco de vergüenza a Edward jaja
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