Aviso: Los libros aquí transcriptos y los personajes
pertenecen a Stephenie Meyer y la historia original “Reading Twilight” a
Choices HP, yo solo la traduzco, todo esto es sin ánimos de lucro, solo
por mero entretenimiento.
Alice corrió tan rápido como pudo a la pequeña casa de dos pisos con el coche de policía estacionado en el frente. Rápidamente recogió la llave de su escondite bajo el alero, y una vez dentro, se dirigió a la sala. Podía oír los ronquidos procedentes de Charlie, que se había quedado dormido en el sofá viendo un evento deportivo - ya que el programa era ya un espectáculo de luces. Ella sólo lo miró antes de regresar a su objetivo – una foto de la chica que habían estado leyendo.
Ella no era notablemente atractiva, aunque tampoco era poco
atractiva - sin embargo, había algo en su cara amable y
la expresión abierta,
incluso en la imagen, era atractiva. Alice sonrió, deseando que pudiera
llevarse la foto más reciente, pero a sabiendas de que Charlie notaría si ya no
estaba – aunque se notaba que no era
ni de lejos tan observador como su hija. Así que
tomo una hoja de papel y un lápiz y comenzó a dibujar – ella ahora estaba en la cocina, pero no tenía ninguna necesidad de
mirar de nuevo la foto -
la cara de la chica estaba en su memoria. Sólo se tomo la molestia de
hacerlo porque quería que Esme viera a
la chica que le robaría el corazón a Edward.
Tan pronto como hubo
terminado – sólo le tomó un minuto para que todo el proceso se llevará a cabo - corrió de vuelta a casa.
Cuando llegó a casa todo estaba como y donde los
dejó. Edward preguntó, "¿Qué fue eso
Alice?"
"Simplemente pensé que deberíamos a ver como es Bella, si vamos a leer su historia", dijo Alice
mostrándoles el dibujo hecho a mano que se veía exactamente como el que acababa
de ver. "Lo siento, no tuve tiempo de hacerlo mejor.
"Está bien," Esme
sonrió, llevando a la mano para tomar la fotografía y
estudiando la cara de la niña. "Ella tiene unos ojos encantadores... ¿no crees que Edward?"
"Um", dijo Edward, mirando el cuadro, con
atención.
"¿Qué pasa Edward?" Esme preguntó.
"Es sólo que he tenido una imagen más joven en la cabeza
de algunos de los recuerdos de la gente del pueblo", dijo Edward, encogiéndose de
hombros.
"¿Qué piensas?" Esme le preguntó de nuevo, pero no recibió una respuesta, aunque la sonrisa afectuosa en la
esquina de la boca de Edward
hizo parecer como si le gustara.
"Gracias, duende, por la foto, pero ¿podríamos empezar a leer otra vez?"
Emmett dijo con impaciencia”
"Supongo que será mejor,
adelante Jazz", sonrió Alice.
GRUPO
SANGUINEO leyó
Jasper
Me dirigí a clase de Lengua aún en las
nubes, tal era así que al entrar ni siquiera me di cuenta de que la clase había
comenzado.
—Gracias por venir, señorita Swan —saludó
despectivamente el señor Masón.
Me sonrojé de vergüenza y me dirigí
rápidamente a mi asiento.
No me di cuenta de que en el pupitre
contiguo de siempre se sentaba Mike hasta el final de la clase. Sentí una
punzada de culpabilidad, pero tanto él como Eric se reunieron conmigo en la
puerta como de costumbre, por lo que supuse que me habían perdonado del todo.
Mike parecía volver a ser el mismo mientras caminábamos, hablaba entusiasmado
sobre el informe del tiempo para el fin de semana. La lluvia exigía hacer una
acampada más corta, pero aquel viaje a la playa parecía posible. Simulé interés
para maquillar el rechazo de ayer.
"Ella no debería
hacer eso, sólo lo hará
sentir más decepcionado", dijo Edward.
"Celoso", sonrió Emmett de inmediato.
Resultaría difícil; fuera como fuera, con
suerte, sólo se suavizaría a los cuarenta y muchos años. . Pasé el resto de la
mañana pensando en las musarañas. Resultaba difícil creer que las palabras de
Edward y la forma en que me miraba no fueran fruto de mi imaginación. Tal vez
sólo fuese un sueño muy convincente que confundía con la realidad. Eso parecía
más probable que el que yo le atrajera de veras a cualquier nivel.
"Su autoestima es muy baja," Edward
frunció el ceño. "Ella realmente no se ve así
misma."
Por eso estaba tan impaciente y asustada
al entrar en la cafetería con Jessica. Le quería ver el rostro para verificar
si volvía a ser la
persona indiferente y fría que había conocido durante las últimas semanas o, si
por algún milagro, de verdad había oído lo que creía haber oído esa mañana.
Jessica cotorreaba sin cesar sobre sus planes para el baile —Lauren y Angela ya
se lo habían pedido a los otros chicos e iban a acudir todos juntos—,
completamente indiferente a mi desinterés.
Un flujo de desencanto recorrió mi ser
cuando de forma infalible miré a la mesa de los Cullen. Los otros cuatro
hermanos estaban ahí, pero él se hallaba ausente.
"Tú no te fuiste otra vez, ¿verdad?" Esme le
preguntó con el ceño fruncido.
"Lo dudo", dijo Edward.
"Probablemente estoy sentado en algún lugar esperando por ella".
La
Sonrisa de Esme volvió rápidamente.
¿Se había ido a casa? Abatida, me puse a
la cola detrás de la parlanchina Jessica. Había perdido el apetito y sólo
compré un botellín de limonada. Únicamente quería sentarme y enfurruñarme.
—Edward Cullen te vuelve a mirar —dijo
Jessica; interrumpió mi distracción al pronunciar su nombre—. Me pregunto por
qué se sienta solo hoy.
“Eso va a levantarle el ánimo", dijo Emmett
con una sonrisa malévola.
Volví bruscamente la cabeza y seguí la
dirección de su mirada para ver a Edward, con su sonrisa picara, que me
observaba desde una mesa vacía en el extremo opuesto de la cafetería al que
solía sentarse. Una vez atraída mi atención, alzó la mano y movió el dedo
índice para indicarme que lo acompañara. Me guiñó el ojo cuando lo miré
incrédula.
— ¿Se refiere a ti? —preguntó
Jessica con un tono de insultante incredulidad en la voz.
—Puede que necesite ayuda con los deberes
de Biología —
"Eso
debe ser," Emmett gritó riendo. "Tú sabes cuánto necesitas ayuda Eddy".
musité para contentarla—. Eh, será mejor
que vaya a ver qué quiere.
Pude sentir cómo me miraba al alejarme.
Insegura, me quedé de pie detrás de la
silla que había enfrente de Edward al llegar a su mesa.
— ¿Por qué no te sientas hoy conmigo? —me
preguntó con una sonrisa.
Lo hice de inmediato, contemplándolo con
precaución. Seguía sonriendo. Resultaba difícil concebir que existiera alguien
tan guapo. Temía que desapareciera en medio de una repentina nube de humo y que
yo me despertara.
"Puede que sea una criatura mítica,
pero no desaparecemos así de la nada," se rió Edward.
Él debía de esperar que yo comentara algo
y por fin conseguí decir:
—Esto es diferente.
—Bueno —hizo una pausa y el resto de las
palabras salieron de forma precipitada—. Decidí que, ya puesto a ir al
infierno, lo podía hacer del todo.
"¿Qué?" Emmett dijo. "¿Qué
significa eso?"
"No sé", se encogió de hombros Edward
- aunque había algo en sus ojos que le sugirió que lo sabía, pero no quería que
los demás lo supieran.
Esperé a que dijera algo coherente.
Transcurrieron los segundos y después le indiqué:
—Sabes que no tengo ni idea de a qué te
refieres.
—Cierto —volvió a sonreír y cambió de
tema—. Creo que tus amigos se han enojado conmigo por haberte raptado.
—Sobrevivirán.
Sentía los ojos de todos ellos clavados en
mi espalda.
—Aunque es posible que no quiera liberarte
—dijo con un brillo pícaro en sus ojos. Tragué saliva
"¿Tiene miedo?"
Preguntó Emmett. "No puede ser... eso es demasiado humana para ella."
y se rió. —Pareces preocupada.
—No —respondí, pero mi voz se quebró de
forma ridícula—. Más bien sorprendida. ¿A qué se debe este cambio?
—Ya te lo dije. Me he hartado de
permanecer lejos de ti, por lo que me he rendido. Seguía sonriendo, pero sus
ojos de color ocre estaban serios.
— ¿Rendido? —repetí confusa.
"¿Acaso soy el
único confundido?" Jasper dijo desconcertado. "Te conozco desde
hace décadas y no tiene ningún sentido lo que dices".
"Eso es porque nunca lo has conocido cuando enamorado", dijo Alice. "Al parecer, se
convertirá en un idiota confuso, murmurando cosas sin sentido", agregó en broma.
—Sí, he dejado de intentar ser bueno.
Ahora voy a hacer lo que quiero, y que sea lo que tenga que ser.
Su sonrisa se desvaneció mientras se explicaba
y el tono de su voz se endureció.
"Esto es indignante, ¿cómo puedo
tener una actitud tan negligente en esto?," dijo
Edward con furia
quemando en él.
"Probablemente
no tienes mucha
opción, hijo", dijo Carlisle con dulzura. "Nadie puede controlar ese
tipo de sentimientos."
—Me he vuelto a perder.
La arrebatadora sonrisa reapareció.
—Siempre digo demasiado cuando hablo
contigo, ése es uno de los problemas.
—No te preocupes... No me entero de nada
—le repliqué secamente.
“Tal vez no ahora, pero después
seguramente unirá las piezas", dijo Carlisle, no en un tono preocupado, pero si
impresionado..
—Cuento con ello.
—Ya. En cristiano, ¿somos amigos ahora?
—Amigos... —meditó dubitativo.
—O no —musité.
"Vamos Bella, el
quiere decir que sean algo más que amigos?" Emmett dijo.
"Creo que es bastante obvio."
"Eso es porque no ha conocido a Edward por años", dijo Alice.
"Desde su punto de vista... él no dice eso.
Esbozó una amplia sonrisa.
—Bueno, supongo que podemos intentarlo,
pero ahora te prevengo que no voy a ser un buen amigo para ti.
"Ves a lo que me refiero", dijo Alice,
Edward le dió una
mirada incrédula. "Es como trataras alejarla y mantenerla cerca tuyo, al mismo tiempo. Eso debe ser frustrante para ella."
El aviso oculto detrás de su sonrisa era
real.
—Lo repites un montón —recalqué al tiempo
que intentaba ignorar el repentino temblor de mi vientre y mantenía serena la
voz.
—Sí, porque no me escuchas. Sigo a la
espera de que me creas. Si eres lista, me evitarás.
—Me parece que tú también te has formado
tu propia opinión sobre mi mente preclara.
“Edward, estas haciendo que la chica
se sienta mal consigo misma", suspiró Esme.
"Lo siento mamá." Edward dejó escapar un suspiro
Entrecerré los ojos y él sonrió
disculpándose.
—En ese caso —me esforcé por resumir aquel
confuso intercambio de frases—, hasta que yo sea lista... ¿Vamos a intentar ser
amigos?
—Eso parece casi exacto.
Busqué con la mirada mis manos, en torno a
la botella de limonada, sin saber qué hacer.
— ¿Qué piensas? —preguntó con curiosidad.
“Bueno, esa pregunta responde todo”, dijo Edward, frustrado, ni una sola vez había
tenido que hacer esa pregunta desde que se convirtió en un
vampiro.
"Impresionante, hay alguien a quién no puedes oír", dijo Emmett.
"Me pregunto si esa es la
razón por la que te atrae", reflexionó Alice.
"No lo creo", dijo Edward, sin mirarla ni a
su madre, pero había algo en la forma en que
lo dijo que hizo que ambas sonrieron.
"Bueno, es una buena cosa para ella",
dijo Emmett. "Es una molestia mortal tenerte
en mi cabeza todo
el tiempo."
"Yo
no creo que realmente te importe", dijo Edward, levantando una ceja.
"Bueno, la mayoría de las veces no me
importa," dijo
Emmett con el ceño fruncido. "Pero siempre lo
utilizas para
hacer trampa... Me gustaría sólo una vez tener una pelea justa...
"Emmett
tiene razón", dijo Alice. "Ella tienen suerte de que no puedas escuchar sus pensamientos, a ella no le gustaría eso."
Alcé la vista hasta esos profundos ojos
dorados que me turbaban los sentidos y, como de costumbre, respondí la verdad:
—Intentaba averiguar qué eres.
"Y ahora que va a la carga de nuevo", se rió Emmett.
Su rostro se crispó, pero consiguió
mantener la sonrisa, no sin cierto esfuerzo.
— ¿Y has tenido fortuna en tus pesquisas?
—inquirió con desenvoltura.
—No demasiada —admití.
Se rió entre dientes.
— ¿Qué teorías barajas?
Me sonrojé. Durante el último mes había
estado vacilando entre Batman y Spiderman. No había forma de admitir aquello.
"Eso
es tan pobre, pensé que había llegado a algo mejor que eso", se burló Emmett.
"Y Bruce Wayne no tiene super poderes, sólo es muy
rico", dijo Jasper.
"Bueno,
Edward es rico, así que supongo que es más parecido a Bruce Wayne",
dijo Emmett. "Aunque Peter Parker es más fuerte y más ágil que los
seres humanos."
"Parece
que sus ideas no son tan malas así como lo has dicho," Edward señaló, molesto.
"Ella
aún está muy lejos.", se encogió de hombros Emmett.
— ¿No me lo quieres decir? —preguntó,
ladeando la cabeza con una sonrisa terriblemente tentadora.
Negué con la cabeza.
—Resulta demasiado embarazoso.
—Eso es realmente frustrante, ya lo sabes
—se quejó.
“Puedo
imaginar cómo te sientes ", bromeó Alice.
"Sin embargo, no deberías haber dicho eso", dijo Jasper.
"¿Por
qué?" Edward preguntó.
"Tu no le has dicho nada sobre
tí mismo, e incluso te negaste a decirle después de prometérselo", dijo Jasper sonriendo. "Ella va a
estar enojado contigo."
—No —disentí rápidamente con una dura
mirada—. No concibo por qué ha de resultar frustrante, en absoluto, sólo porque
alguien rehusé revelar sus pensamientos, sobre todo después de haber efectuado
unos cuantos comentarios crípticos, especialmente ideados para mantenerme en
vela toda la noche, pensando en su posible significado... Bueno, ¿por qué iba a
resultar frustrante?
Hizo una mueca.
—O mejor —continué, ahora el enfado
acumulado fluía libremente—, digamos que una persona realiza un montón de cosas
raras, como salvarte la vida bajo circunstancias imposibles un día y al siguiente
tratarte como si fueras un paria, y jamás te explica ninguna de las dos,
incluso después de haberlo prometido. Eso tampoco debería resultar demasiado
frustrante.
"Tienes
razón... mala
elección de palabras", sonrió Edward.
"Ella tiene un temperamento fuerte
¿no?" Carlisle se rió entre dientes.
—Tienes un poquito de genio, ¿verdad?
—No me gusta aplicar un doble rasero.
Nos contemplamos el uno al otro sin
sonreír.
Miró por encima de mi hombro y luego, de
forma inesperada, rió por lo bajo.
— ¿Qué?
—Tu novio parece creer que estoy siendo
desagradable contigo. Se debate entre venir o no a interrumpir nuestra
discusión.
Volvió a reírse.
—No sé de quién me hablas —dije con
frialdad— pero, de todos modos, estoy segura de que te equivocas.
—Yo, no. Te lo dije, me resulta fácil
saber qué piensan la mayoría de las personas.
—Excepto yo, por supuesto.
—Sí, excepto tú —su humor cambió de
repente. Sus ojos se hicieron más inquietantes—. Me pregunto por qué será.
"Oh, bien, Edward, ¿por qué no acabas de
decirle que puedes leer la mente también?" Rosalie escupió.
"¿Estoy
haciendo eso?"
Edward dijo, perplejo.
"Tal vez", se encogió de hombros
Emmett. "No me extrañaría que Bella se
diera cuenta de eso también".
La intensidad de su mirada era tal que
tuve que apartar la vista. Me concentré en abrir el tapón de mi botellín de
limonada. Lo desenrosqué sin mirar, con los ojos fijos en la mesa.
— ¿No tienes hambre? —preguntó distraído.
—No —no me apetecía mencionar que mi
estómago ya estaba lleno de... mariposas. Miré el espacio vacío de la mesa
delante de él—. ¿Y tú?
—No. No estoy hambriento.
No comprendí su expresión, parecía
disfrutar de algún chiste privado.
"No
puedo hacer nada sin que se cuenta de algo," Edward sacudió su cabeza.
"Incluso si es pequeño e insignificante."
— ¿Me puedes hacer un favor? —le pedí
después de un segundo de vacilación.
De repente, se puso en guardia.
—Eso depende de lo que quieras.
—No es mucho —le aseguré. El esperó con
cautela y curiosidad.
—Sólo me preguntaba si podrías ponerme
sobre aviso la próxima vez que decidas ignorarme por mi propio bien. Únicamente
para estar preparada.
Mantuve la vista fija en el botellín de
limonada mientras hablaba, recorriendo el círculo de la boca con mi sonrosado
dedo.
—Me parece justo.
Apretaba los labios para no reírse cuando
alcé los ojos.
—Gracias.
—En ese caso, ¿puedo pedir una respuesta a
cambio? —pidió.
—Una.
"No debería haber dejado la opción
abierta", sonrió
Edward.
—Cuéntame una teoría.
¡Ahí va!
—Esa, no.
—No hiciste distinción alguna, sólo
prometiste una respuesta —me recordó.
—Claro, y tú no has roto ninguna promesa
—le recordé a mi vez.
"Sí, pero creo que estará más
obligada a cumplir su
palabra", sonrió Edward.
—Sólo una teoría... No me reiré.
—Sí lo harás.
Estaba segura de ello. Bajó la vista y
luego me miró con aquellos ardientes ojos ocres a través de sus largas pestañas
negras.
—Por favor —respiró al tiempo que se
inclinaba hacia mí.
Parpadeé con la mente en blanco. ¡Cielo
santo! ¿Cómo lo conseguía?
"No sé", dijo Edward, sorprendido.
"Nunca he oído hablar de alguien que
reaccione a mí de
esa manera."
—Eh... ¿Qué?—pregunté, deslumbrada.
—Cuéntame sólo una de tus pequeñas
teorías, por favor.
Su mirada aún me abrasaba. ¿También era un
hipnotizador? ¿O era yo una incauta irremediable?
"Bueno, esa no es una de
mis habilidades, pero estoy seguro de que estaré encantado de que haya funcionado", dijo Edward.
"Cualquier cosa que pueda utilizar para llegar a conocer lo que está
pensando es bueno".
—Pues... Eh... ¿Te mordió una araña
radiactiva?
—Eso no es muy imaginativo.
—Lo siento, es todo lo que tengo
—contesté, ofendida.
—Ni siquiera te has acercado —dijo con
fastidio.
— ¿Nada de arañas?
—No.
— ¿Ni un poquito de radiactividad?
—Nada.
—Maldición —suspiré.
—Tampoco me afecta la kriptonita —se rió
entre dientes.
"¿Estás
tratando de ser gracioso o simplemente no quieres que pregunte acerca de
mordeduras?" -Preguntó Alice, divertida.
"Probablemente,
la última," se rió Edward.
—Se suponía que no te ibas a reír, ¿te
acuerdas?
Hizo un esfuerzo por recobrar la
compostura.
—Con el tiempo, lo voy a averiguar —le
advertí.
"Desearía
que no lo intentará", suspiró Edward, tapándose la nariz.
—Desearía que no lo
intentaras —dijo, de nuevo con gesto serio.
"Creo
que realmente quieres eso," se rió Emmett.
"Estoy
bastante seguro de que todos queremos eso", refunfuñó Edward.
"Como
sea", se encogió de hombros Emmett.
— ¿Por...?
— ¿Qué pasaría si no fuera un superhéroe?
¿Y si fuera el chico malo? —sonrió jovialmente, pero sus ojos eran
impenetrables.
"Tú
no eres un chico malo Edward, nunca has sido el malo de la película", dijo
Esme con severidad-.
"Yo
he.." Edward empezó a decir, pero Esme lo interrumpió - nunca le dejaba
salirse con la suya con respecto a pensar mal de sí mismo.
"Eres
un buen hombre y no voy a dejar que te reprendas," dijo Esme y su tono era
firme.
—Oh, ya veo —dije. Algunas de las cosas
que había dicho encajaron de repente.
"Ahora
que la has hecho pensar que eres una
especie de villano", dijo Esme, ahora realmente mirando mal a su hijo.
"¿Estás contento ahora?"
"Eh..."
Edward dijo, mirando atónito. "No sé".
— ¿Sí?
De pronto, su rostro se había vuelto
adusto, como si temiera haber revelado demasiado sin querer.
— ¿Eres peligroso?
Era una suposición, pero el pulso se me
aceleró cuando, de forma instintiva, comprendí la verdad de mis propias
palabras. Lo era. Me lo había intentado decir todo el tiempo. Se limitó
a mirarme, con los ojos rebosantes de alguna emoción que no lograba comprender.
—Pero no malo —susurré al tiempo que movía
la cabeza—. No, no creo que seas malo.
“Bien,"
dijo Esme, dejando escapar un suspiro y luego sonrió. "Tiene suerte de que
ella sea tan perspicaz."
"Sí,"
dijo Edward, mirando atónito.
—Te equivocas.
Su voz apenas era audible. Bajó la vista
al tiempo que me arrebataba el tapón de la botella y lo hacía girar entre los
dedos. Lo contemplé fijamente mientras me preguntaba por qué no me asustaba.
Hablaba en serio, eso era evidente, pero sólo me sentía ansiosa, con los
nervios a flor de piel... y, por encima de todo lo demás, fascinada, como de
costumbre siempre que me encontraba cerca de él.
"Obviamente,
sus instintos han sido apagados", dijo Jasper. "Esa es la única
explicación para que no esté huyendo de ti ahora."
"¿O
quizás opacados?" Alice dijo sonriendo. "¿Qué sería lo
suficientemente fuerte para que sus instintos de supervivencia sean opacados?"
"Tendría
que ser algo aún más fuerte que ellos", dijo Jasper, captando a donde
quería llegar Alice "Sólo puedo pensar en una cosa."
"Lo
mismo digo," Alice le sonrió. "¿Y tú Edward puedes pensar en
algo?"
Edward
tragó saliva, pero todavía parecía aturdido y no respondió.
El silencio se prolongó hasta que me
percaté de que la cafetería estaba casi vacía. Me puse en pie de un salto.
—Vamos a llegar tarde.
—Hoy no voy a ir a clase —dijo mientras
daba vueltas al tapón tan deprisa que apenas podía verse.
— ¿Por qué no?
—Es saludable hacer novillos de vez en
cuando —dijo mientras me sonreía, pero en sus ojos relucía la preocupación.
"Creo
que tiene más que ver con el título del capítulo," dijo Edward. "Grupo
sanguíneo.
"Sí, esa no es realmente
la mejor clase para que un vampiro que vaya", se rió entre dientes
Carlisle
—Bueno, yo sí voy.
Era demasiado cobarde para arriesgarme a
que me pillaran. Concentró su atención en el tapón.
—En ese caso, te veré luego.
Indecisa, vacilé, pero me apresuré a salir
en cuanto sonó el primer toque del timbre después de confirmar con una última
mirada que él no se había movido ni un centímetro.
Mientras me dirigía a clase, casi a la
carrera, la cabeza me daba vueltas a mayor velocidad que el tapón del botellín.
Me había respondido a pocas preguntas en comparación con las muchas que había suscitado.
Al menos, había dejado de llover.
Tuve suerte. El señor Banner no había
entrado aún en clase cuando llegué. Me instalé rápidamente en mi asiento,
consciente de que tanto Mike como Angela no dejaban de mirarme. Mike parecía
resentido y Angela sorprendida, y un poco intimidada.
Entonces entró en clase el señor Banner y
llamó al orden a los alumnos. Hacía equilibrios para sostener en brazos unas
cajitas de cartón. Las soltó encima de la mesa de Mike y le dijo que comenzara
a distribuirlas por la clase.
—De acuerdo, chicos, quiero que todos
toméis un objeto de las cajas.
El sonido estridente de los guantes de
goma contra sus muñecas se me antojó de mal augurio.
—El primero contiene una tarjeta de
identificación del grupo sanguíneo —continuó mientras tomaba una tarjeta blanca
con las cuatro esquinas marcadas y la exhibía—. En segundo lugar, tenemos un
aplacador de cuatro puntas —sostuvo en alto algo similar a un peine sin
dientes—. El tercer objeto es una micro—lanceta esterilizada —alzó una
minúscula pieza de plástico azul y la abrió. La aguja de la lanceta era invisible a esa distancia, pero se me revolvió
estómago.
“Tengo la sensación de que
ella tampoco puede manejar esta clase ", sonrió Carlisle, junto con Edward
—Voy a pasar con un cuentagotas con suero
para preparar vuestras tarjetas, de modo que, por favor, no empecéis hasta que
pase yo... —comenzó de nuevo por la mesa de Mike, depositando con esmero una
gota de agua en cada una de las cuatro esquinas—. Luego, con cuidado, quiero
que os pinchéis un dedo con la lanceta.
Tomó la mano de Mike y le punzó la yema
del dedo corazón con la punta de la lanceta. Oh, no. Un sudor viscoso me cubrió
la frente.
Emmett comenzó a reírse en ese
punto.
—Depositad una gotita de sangre en cada
una de las puntas —hizo una demostración. Apretó el dedo de Mike hasta que
fluyó la sangre. Tragué de forma convulsiva, el estómago se revolvió aún más
"Ella tiene miedo a la sangre."
Emmett no pudo evitar la risa.
"Y parece que ni siquiera a la suya." Carlisle se rió también, de hecho todos parecían estar riendo ahora. "Estoy seguro de que ni siquiera puede ver la sangre."
"Y parece que ni siquiera a la suya." Carlisle se rió también, de hecho todos parecían estar riendo ahora. "Estoy seguro de que ni siquiera puede ver la sangre."
—. Entonces las aplicáis a la tarjeta del
test —concluyó.
Sostuvo en alto la goteante tarjeta roja
delante de nosotros para que la viéramos. Cerré los ojos, intenté oír por
encima del pitido de mis oídos.
—El próximo fin de semana, la Cruz Roja se
detiene en Port Angeles para recoger donaciones de sangre, por lo que he
pensado que todos vosotros deberíais conocer vuestro grupo sanguíneo —parecía
orgulloso de sí mismo—. Los menores de dieciocho años vais a necesitar un
permiso de vuestros padres... Hay hojas de autorización encima de mi mesa.
Siguió cruzando la clase con el
cuentagotas. Descansé la mejilla contra la fría y oscura superficie de la mesa,
intentando mantenerme consciente. Todo lo que oía a mí alrededor eran
chillidos, quejas y risitas cuando se ensartaban los dedos con la lanceta.
Inspiré y expiré de forma acompasada por la boca.
"¿Está tratando de
no olerla?" Edward preguntó, ladeando la cabeza hacia un lado, totalmente
confundido
"Eso parece", dijo Jasper,
pensativo-. "No creo ella pueda
oler la sangre, ¿verdad?"
riéndose de a poco, la idea era ridícula, pero aún así, había algo raro aquí.
"No me sorprendería si lo hace, al menos hasta cierto punto," dijo Edward.
"No me sorprendería si lo hace, al menos hasta cierto punto," dijo Edward.
—Bella, ¿te encuentras bien? —preguntó el
señor Banner. Su voz sonaba muy cerca de mi cabeza. Parecía alarmado.
—Ya sé cuál es mi grupo sanguíneo, señor
Banner —dije con voz débil. No me atrevía a levantar la cabeza.
— ¿Te sientes débil?
—Sí, señor —murmuré mientras en mi fuero
interno me daba de bofetadas por no haber hecho novillos cuando tuve la
ocasión.
—Por favor, ¿alguien puede llevar a Bella
a la enfermería? —pidió en voz alta.
No tuve que alzar la vista para saber que
Mike se ofrecería voluntario.
"Por supuesto", murmuró Edward,
mirando mal al libro.
— ¿Puedes caminar? —preguntó el señor
Banner.
—Sí —susurré. Limítate a dejarme salir
de aquí, pensé. Me arrastraré.
Emmett estallo en risas, sacudiendo la cabeza
ante sus ocurrencias.
Mike parecía ansioso cuando me rodeó la
cintura con el brazo y puso mi brazo sobre su hombro. Me apoyé pesadamente
sobre él mientras salía de clase.
Muy despacio, crucé el campus a remolque
de Mike. Cuando doblamos la esquina de la cafetería y estuvimos fuera del campo
de visión del edificio cuatro —en el caso de que el profesor Banner estuviera
mirando—, me detuve.
— ¿Me dejas sentarme un minuto, por favor?
—supliqué.
Me ayudó a sentarme al borde del paseo.
—Y, hagas lo que hagas, ocúpate de tus
asuntos —le avisé.
Aún seguía muy confusa. Me tumbé sobre un
costado, puse la mejilla sobre el cemento húmedo y gélido de la acera y cerré
los ojos. Eso pareció ayudar un poco.
—Vaya, te has puesto verde —comentó Mike,
bastante nervioso.
— ¿Bella? —me llamó otra voz a lo lejos.
"Parece que me he fijado en ella,"
dijo Edward.
"Ella no le va a gustar esto", dijo Alice. "Viniendo de ti."
"Ella no le va a gustar esto", dijo Alice. "Viniendo de ti."
¡No! Por favor, que esa voz tan
terriblemente familiar sea sólo una imaginación.
"Te lo dije", dijo Alice con aire de
suficiencia.
— ¿Qué le sucede? ¿Está herida?
Ahora la voz sonó más cerca, y parecía
preocupada. No me lo estaba imaginando. Apreté los párpados con fuerza, me
quería morir o, como mínimo, no vomitar.
Mike parecía tenso.
"¿Qué estás haciendo Edward... que hubiera pasado si ella estaba
sangrando?" Rosalie silbaba. “Sabías que eran las pruebas de sangre! ¿No
tienes idea de lo peligroso que hubiera sido para era ella?"
"Yo. .." Edward dijo poniéndose pálido, tanto como él podía, era obvio que no había estado pensando en eso en absoluto. "Probablemente estaba conteniendo la respiración..." sonando mas esperanzado que confiado
"Yo. .." Edward dijo poniéndose pálido, tanto como él podía, era obvio que no había estado pensando en eso en absoluto. "Probablemente estaba conteniendo la respiración..." sonando mas esperanzado que confiado
—Creo que se ha desmayado. No sé qué ha
pasado, no ha movido ni un dedo.
—Bella —la voz de Edward sonó a mi lado.
Ahora parecía aliviado—. ¿Me oyes?
—No —gemí—. Vete.
"Ay, Bella," suspiró Edward con
cariño, riendo junto con los demás.
Se rió por lo bajo.
—La llevaba a la enfermería —explicó Mike
a la defensiva—, pero no quiso avanzar más.
—Yo me encargo de ella —dijo Edward. Intuí
su sonrisa en el tono de su voz—. Puedes volver a clase.
—No —protestó Mike—. Se supone que he de
hacerlo yo.
De repente, la acera se desvaneció debajo
de mi cuerpo. Abrí los ojos, sorprendida. Estaba en brazos de Edward, que me
había levantado en vilo, y me llevaba con la misma facilidad que si pesara
cinco kilos en lugar de cincuenta.
— ¡Bájame!
Por favor, por favor, que no le vomite
encima. Empezó a caminar antes de que terminara de
hablar.
"S..." Emmett comenzó a reírse duro.
"Ni siquiera lo digas", advirtió Edward
"Ni siquiera lo digas", advirtió Edward
— ¡Eh! —gritó Mike, que ya se hallaba a
diez pasos detrás de nosotros.
Edward lo ignoró.
—Tienes un aspecto espantoso —me dijo al
tiempo que esbozaba una amplia sonrisa.
— ¡Déjame otra vez en la acera! —protesté.
El bamboleo de su caminar no ayudaba. Me
sostenía con cuidado lejos de su cuerpo, soportando todo mi peso sólo con los
brazos, sin que eso pareciera afectarle.
"Por supuesto que no, el puede levantar
camionetas recuerdas", dijo Emmett
— ¿De modo que te desmayas al ver sangre?
—preguntó. Aquello parecía divertirle.
“Por supuesto", sonrió Edward.
No le contesté. Cerré los ojos, apreté los
labios y luché contra las náuseas con todas mis fuerzas.
—Y ni siquiera era la visión de tu propia
sangre —continuó regodeándose.
No sé cómo abrió la puerta mientras me
llevaba en brazos, pero de repente hacía calor, por lo que supe que habíamos
entrado.
—Oh, Dios mío —dijo de forma entrecortada
una voz de mujer.
“Hmm... Me puedo imaginar
lo que la Sra. Cope está pensando de mí entrando en la habitación con Bella en
mis brazos", suspiró Edward.
—Se desmayó en Biología —le explicó
Edward.
Abrí los ojos. Estaba en la oficina.
Edward me llevaba dando zancadas delante del mostrador frontal en dirección a
la puerta de la enfermería. La señora Cope, la recepcionista de rostro
rubicundo, corrió delante de él para mantener la puerta abierta. La atónita
enfermera, una dulce abuelita, levantó los ojos de la novela que leía mientras
Edward me llevaba en volandas dentro de la habitación y me depositaba con
suavidad encima del crujiente papel que cubría el colchón de vinilo marrón del
único catre.
Luego se colocó contra la pared, tan lejos como lo permitía la angosta
habitación, con los ojos brillantes, excitados.
—Ha sufrido un leve desmayo —tranquilizó a
la sobresaltada enfermera—. En Biología están haciendo la prueba del Rh.
La enfermera asintió sabiamente.
—Siempre le ocurre a alguien.
“Y, obviamente, Bella tenía que ser ese
alguién", se rió Emmett, doblándose de dolor
Edward se rió con disimulo.
—Quédate tendida un minutito, cielo. Se
pasará.
—Lo sé —dije con un suspiro. Las náuseas
ya empezaban a remitir.
— ¿Te sucede muy a menudo? —preguntó ella.
—A veces —admití. Edward tosió para
ocultar otra carcajada.
"Me imagino que la mayoría de ellas son
auto-infligidas por accidentes", se rió Emmett
—Puedes regresar a clase —le dijo la
enfermera.
—Se supone que me tengo que quedar con
ella —le contestó con aquel tono suyo tan autoritario que la enfermera, aunque
frunció los labios, no discutió más.
"Esa es la respuesta adecuada que las
personas me dan", dijo Edward.
—Voy a traerte un poco de hielo para la
frente, cariño —me dijo, y luego salió bulliciosamente de la habitación.
—Tenías razón —me quejé, dejando que mis ojos
se cerraran.
—Suelo tenerla,
"Arrogante, vanidoso, lector de la
mente", murmuró Emmett, silbando alegremente, pero Edward se rió de eso.
¿sobre qué tema en particular en esta
ocasión?
—Hacer novillos es saludable.
Respiré de forma acompasada.
—Ahí fuera hubo un momento en que me
asustaste —admitió después de hacer una pausa. La voz sonaba como si confesara
una humillante debilidad—.
"Yo estaba realmente asustada y no soy
débil por eso", dijo Edward. "O por admitirlo en todo caso."
Creí que Newton arrastraba tu cadáver para
enterrarlo en los bosques.
—Ja, ja.
Continué con los ojos cerrados, pero cada
vez me encontraba más entonada.
—Lo cierto es que he visto cadáveres con
mejor aspecto. Me preocupaba que tuviera que vengar tu asesinato.
—Pobre Mike. Apuesto a que se ha enfadado.
—Me aborrece por completo —dijo Edward
jovialmente.
“Parce que eso te agrada ", bromeó Alice.
"Sólo puedo imaginar lo que tengo que aguantar, escuchar sus pensamientos cuando se trata de Bella," Edward frunció el ceño
"Sólo puedo imaginar lo que tengo que aguantar, escuchar sus pensamientos cuando se trata de Bella," Edward frunció el ceño
—No lo puedes saber —disentí, pero de
repente me pregunté si a lo mejor sí que podía.
"Mira, ella está empezando a reunir tus
pistas sobre tus habilidades en la lectura de la mente," dijo Rosalie con
los dientes apretados.
—Vi su rostro... Te lo aseguro.
— ¿Cómo es que me viste? Creí que te
habías ido.
Ya me encontraba prácticamente recuperada.
Las náuseas se hubieran pasado con mayor rapidez de haber comido algo durante
el almuerzo, aunque, por otra parte, tal vez era afortunada por haber tenido el
estómago vacío.
—Estaba en mi coche escuchando un CD.
Aquella respuesta tan sencilla me
sorprendió.
"Yo puedo ser normal," dijo Edward
Oí la puerta y abrí los ojos para ver a la
enfermera con una compresa fría en la mano.
—Aquí tienes, cariño —la colocó sobre mi frente
y añadió—: Tienes mejor aspecto.
—Creo que ya estoy bien —dije mientras me
incorporaba lentamente.
Me pitaban un poco los oídos, pero no
tenía mareos. Las paredes de color menta no daban vueltas.
Pude ver que me iba a obligar a acostarme
de nuevo, pero en ese preciso momento la puerta se abrió y la señora Cope se
golpeó la cabeza contra la misma.
—Ahí viene otro —avisó.
Me bajé de un salto para dejar libre el
camastro para el siguiente inválido. Devolví la compresa a la enfermera.
—Tome, ya no la necesito.
Entonces, Mike cruzó la puerta
tambaleándose. Ahora sostenía a Lee Stephens, otro chico de nuestra clase de
Biología, que tenía el rostro amarillento. Edward y yo retrocedimos hacia la
pared para hacerles sitio.
—Oh, no —murmuró Edward—. Vamonos fuera de
aquí, Bella.
Aturdida, le busqué con la mirada.
—Confía en mí... Vamos.
Di media vuelta y me aferré a la puerta
antes de que se cerrara para salir disparada de la enfermería. Sentí que Edward
me seguía.
"Ella confió en mí", dijo Edward,
luciendo complacido.
—Por una vez me has hecho caso.
Estaba sorprendido.
—Olí la sangre —
"Así que si puede", dijo Jasper.
"Eso es anormal."
le dije, arrugando la nariz. Lee no se ha
puesto malo por ver la sangre de otros, como yo.
—La gente no puede oler la sangre —me
contradijo.
—Bueno, yo sí. Eso es lo que me pone mala.
Huele a óxido... y a sal.
"No, no es así," se burló Emmett.
"Es un olor mucho mejor que eso."
"Hm... Siempre me he preguntado como huele la sangre para los seres humanos", dijo Carlisle. "Todavía no estoy seguro si es cierto, pero yo siempre pensé que esos eran los olores probablemente, por los componentes de la sangre..."
"Hm... Siempre me he preguntado como huele la sangre para los seres humanos", dijo Carlisle. "Todavía no estoy seguro si es cierto, pero yo siempre pensé que esos eran los olores probablemente, por los componentes de la sangre..."
Se me quedó mirando con una expresión
insondable.
— ¿Qué? —le pregunté.
—No es nada.
Entonces, Mike cruzó la puerta, sus ojos iban
de Edward a mí. La mirada que le dedicó a Edward me confirmó lo que éste me
había dicho, que Mike lo aborrecía. Volvió a mirarme con gesto malhumorado.
—Tienes mejor aspecto —me acusó.
—Ocúpate de tus asuntos —volví a avisarle.
—Ya no sangra nadie más —murmuró—. ¿Vas a
volver a clase?
— ¿Bromeas? Tendría que dar media vuelta y
volver aquí.
—Sí, supongo que sí. ¿Vas a venir este fin
de semana a la playa?
Mientras hablaba, lanzó otra mirada fugaz
hacia Edward, que se apoyaba con gesto ausente contra el desordenado mostrador,
inmóvil como una estatua.
"No creo que estés invitado Eddy",
sonrió Emmett.
Intenté que pareciera lo más amigable
posible:
—Claro. Te dije que iría.
—Nos reuniremos en la tienda de mi padre a
las diez.
Su mirada se posó en Edward otra vez,
preguntándose si no estaría dando demasiada información. Su lenguaje corporal
evidenciaba que no era una invitación abierta.
—Allí estaré —prometí.
—Entonces, te veré en clase de gimnasia
—dijo, dirigiéndose con inseguridad hacia la puerta.
—Hasta la vista —repliqué.
Me miró una vez más con la contrariedad
escrita en su rostro redondeado y se encorvó mientras cruzaba lentamente la
puerta. Me invadió una oleada de compasión. Sopesé el hecho de ver su rostro
desencantado otra vez en clase de Educación física.
"Oh, no, no Gimnasia ", dijo Emmett
en un simulacro de voz horrorizada.
—Gimnasia —gemí.
—Puedo hacerme cargo de eso —no me había
percatado de que Edward se había acercado, pero me habló al oído—. Ve a
sentarte e intenta parecer paliducha —murmuró.
Esto no suponía un gran cambio. Siempre
estaba pálida, y mi reciente desmayo había dejado una ligera capa de sudor
sobre mi rostro. Me senté en una de las crujientes sillas plegables acolchadas y
descansé la cabeza contra la pared con los ojos cerrados. Los desmayos
siempre me dejaban agotada.
Oí a Edward hablar con voz suave en el
mostrador.
— ¿Señora Cope?
— ¿Sí?
No la había oído regresar a su mesa.
—Bella tiene gimnasia la próxima hora y
creo que no se encuentra del todo bien. ¿Cree que podría dispensarla de asistir
a esa clase? —su voz era aterciopelada. Pude imaginar lo convincentes que
estaban resultando sus ojos.
"No hay manera de que me niegue
algo", dijo Edward con aire de suficiencia.
—Edward —dijo la señora Cope sin dejar de
ir y venir. ¿Por qué no era yo capaz de hacer lo mismo?—, ¿necesitas también
que te dispense a ti?
—No. Tengo clase con la señora Goff. A
ella no le importará.
—De acuerdo, no te preocupes de nada. Que
te mejores, Bella —me deseó en voz alta. Asentí débilmente con la cabeza, sobreactuando
un poquito.
— ¿Puedes caminar o quieres que te lleve
en brazos otra vez?
De espaldas a la recepcionista, su
expresión se tornó sarcástica.
"Apuesto a que ella realmente quiere que
la lleves," rió Emmett.
"Dudo que ella elegiría esa opción", sonrió Alice.
"Dudo que ella elegiría esa opción", sonrió Alice.
—Caminaré.
Me levanté con cuidado, seguía sintiéndome
bien. Mantuvo la puerta abierta para mí, con la amabilidad en los labios y la
burla en los ojos. Salí hacia la fría llovizna que empezaba a caer. Agradecí
que se llevara el sudor pegajoso de mi rostro. Era la primera vez que
disfrutaba de la perenne humedad que emanaba del cielo.
—Gracias —le dije cuando me siguió—.
Merecía la pena seguir enferma para perderse la clase de gimnasia.
—Sin duda.
Me miró directamente, con los ojos
entornados bajo la lluvia.
—De modo que vas a ir... Este sábado,
quiero decir.
“Ella quiere que vayas a la playa con ella,
aunque sabe que Mike no te quiere allí", señaló a Emmett.
"Gracias por aclarármelo," dijo Edward rodar sus ojos.
"De nada", dijo Emmett.
"Gracias por aclarármelo," dijo Edward rodar sus ojos.
"De nada", dijo Emmett.
Esperaba que él viniera, aunque parecía
improbable. No me lo imaginaba poniéndose de acuerdo con el resto de los chicos
del instituto para ir en coche a algún sitio. No pertenecía al mismo mundo,
pero la sola esperanza de que pudiera suceder me dio la primera punzada de
entusiasmo que había sentido por ir a la excursión.
— ¿Adonde vais a ir exactamente? —seguía
mirando al frente, inexpresivo.
—A La Push, al puerto.
"Bueno, ya se cayó el plan", suspiró
Edward.
Estudié su rostro, intentando leer en el
mismo. Sus ojos parecieron entrecerrarse un poco más. Me lanzó una mirada con
el rabillo del ojo y sonrió secamente.
—En verdad, no creo que me hayan invitado.
Suspiré.
—Acabo de invitarte.
—No avasallemos más entre los dos al pobre
Mike esta semana, no sea que se vaya a romper.
Sus ojos centellearon. Disfrutaba de la
idea más de lo normal.
"Edward, no deberías estar disfrutando de
la idea de romper a ese pobre chico", amonestó a Esme.
—El blandengue de Mike... —murmuré,
preocupada por la forma en que había dicho «entre los dos». Me gustaba más de
lo conveniente.
Esme se relajo de forma automática, y sus ojos
se ablandaron.
Ahora estábamos cerca del aparcamiento. Me
desvié a la izquierda, hacia el monovolumen. Algo me agarró de la cazadora y me
hizo retroceder.
— ¿Adonde te crees que vas? —preguntó
ofendido.
Edward me aferraba de la misma con una
sola mano. Estaba perpleja.
—Me voy a casa.
— ¿Acaso no me has oído decir que te iba a
dejar a salvo en casa? ¿Crees que te voy a permitir que conduzcas en tu estado?
— ¿En qué estado? ¿Y qué va a pasar con mi
coche? ——me quejé.
—Se lo tendré que dejar a Alice después de
la escuela.
Me arrastró de la ropa hacia su coche.
Todo lo que podía hacer era intentar no caerme, aunque, de todos modos, lo más
probable es que me sujetara si perdía el equilibrio.
"¿No estás siendo un poco fuerte
Edward?," dijo Rosalie, entornando los ojos en él. "Ella tiene derecho de hacer lo que quiera."
Edward se encogió de hombros a eso.
Edward se encogió de hombros a eso.
— ¡Déjame! —insistí.
Me ignoró. Anduve haciendo eses sobre las
aceras empapadas hasta llegar a su Volvo. Entonces, me soltó al fin. Me tropecé
contra la puerta del copiloto.
— ¡Eres tan insistente!—refunfuñé.
—Está abierto —se limitó a responder.
Entró en el coche por el lado del conductor.
—Soy perfectamente capaz de conducir hasta
casa.
Permanecí junto al Volvo echando chispas.
Ahora llovía con más fuerza y el pelo goteaba sobre mi espalda al no haberme
puesto la capucha. Bajó el cristal de la ventanilla
automática y se inclinó sobre el asiento del copiloto:
—Entra, Bella.
No le respondí. Estaba calculando las
oportunidades que tenía de alcanzar el monovolumen antes de que él me atrapara,
"No hay manera de que eso suceda",
dijo Emmett
y tenía que admitir que no eran
demasiadas.
—Te arrastraría de vuelta aquí —me amenazó,
adivinando mi plan.
"Tal vez si puedes leer su mente,"
dijo Emmett.
"Realmente no lo creo", dijo Edward casi sonriendo, aunque parecía frustrado también. "Pero creo que puedo leer sus expresiones", añadió esperanzado
"Realmente no lo creo", dijo Edward casi sonriendo, aunque parecía frustrado también. "Pero creo que puedo leer sus expresiones", añadió esperanzado
Intenté mantener toda la dignidad que me
fue posible al entrar en el Volvo. No tuve mucho éxito. Parecía un gato
empapado y las botas crujían continuamente.
—Esto es totalmente innecesario —dije
secamente.
No me respondió. Manipuló los mandos,
subió la calefacción y bajó la música. Cuando salió del aparcamiento, me
preparaba para castigarle con mi silencio —poniendo un mohín de total enfado—,
pero entonces reconocí la música que sonaba y la curiosidad prevaleció sobre la
intención.
— ¿Claro de luna?—pregunté
sorprendida.
"Ella conoce a Debussy," dijo Edward
mirando sorprendido.
"Interesante, yo no creo que ningún niño escuche música clásica", dijo Carlisle. "Es una vergüenza".
"Interesante, yo no creo que ningún niño escuche música clásica", dijo Carlisle. "Es una vergüenza".
— ¿Conoces a Debussy? —él también parecía
estar sorprendido.
—No mucho —admití—. Mi madre pone mucha
música clásica en casa, pero sólo conozco a mis favoritos.
—También es uno de mis favoritos.
Siguió mirando al frente, a través de la
lluvia, sumido en sus pensamientos.
Escuché la música mientras me relajaba
contra la suave tapicería de cuero gris. Era imposible no reaccionar ante la
conocida y relajante melodía. La lluvia emborronaba todo el paisaje más allá de
la ventanilla hasta convertirlo en una mancha de tonalidades grises y verdes.
Comencé a darme cuenta de lo rápido que íbamos, pero, no obstante, el coche se movía
con tal firmeza y estabilidad que no notaba la velocidad, salvo por lo deprisa
que dejábamos atrás el pueblo.
— ¿Cómo es tu madre? —me preguntó de
repente.
Lo miré de refilón, con curiosidad.
—Se parece mucho a mí, pero es más guapa
—respondí. Alzó las cejas—;
"¿Has visto una foto de ella
también?" Edward preguntó a Alice.
"Sí", dijo Alice y luego trajo la imagen de la boda de Charlie y Renee a su mente para que Edward pudiera verla.
"No creo que Bella tenga razón en esto", dijo Edward, después de comparar las imágenes en su mente.
"Yo tampoco", acordó Alice
"Sí", dijo Alice y luego trajo la imagen de la boda de Charlie y Renee a su mente para que Edward pudiera verla.
"No creo que Bella tenga razón en esto", dijo Edward, después de comparar las imágenes en su mente.
"Yo tampoco", acordó Alice
he heredado muchos rasgos de Charlie. Es
más sociable y atrevida que yo. También es irresponsable y un poco excéntrica,
y una cocinera impredecible. Es mi mejor amiga —me callé. Hablar de ella me
había deprimido.
—Bella, ¿cuántos años tienes?
Por alguna razón que no conseguía
comprender, la voz de Edward contenía un tono de frustración. Detuvo el coche y
entonces comprendí que habíamos llegado ya a la casa de Charlie. Llovía con
tanta fuerza que apenas conseguía ver la vivienda. Parecía que el coche estuviera
en el lecho de un río.
—Diecisiete —respondí un poco confusa.
"Así que es joven", dijo Carlisle.
"Ella parece mucho mayor que eso."
—No los aparentas —dijo con un tono de
reproche que me hizo reír.
— ¿Qué pasa? —inquirió, curioso de nuevo.
—Mi madre siempre dice que nací con
treinta y cinco años y que cada año me vuelvo más madura —me reí y luego
suspiré—. En fin, una de las dos debía ser adulta —me callé durante un
segundo—. Tampoco tú te pareces mucho a un adolescente de instituto.
Torció el gesto y cambió de tema.
"Sabes, estás siendo
muy grosero Edward," dijo Alicia. "Ella está compartiendo tanto
contigo, y tú no le dices nada"
“No puedo evitarlo", suspiró Edward.
—En ese caso, ¿por qué se casó tu madre
con Phil?
Me sorprendió que recordara el nombre. Sólo
lo había mencionado una vez hacía dos meses. Necesité unos momentos para
responder.
—Mi madre tiene... un espíritu muy joven
para su edad. Creo que Phil hace que se sienta aún más joven. En cualquier
caso, ella está loca por él —sacudí la cabeza. Aquella atracción suponía un
misterio para mí.
— ¿Lo apruebas?
— ¿Importa? —le repliqué—. Quiero que sea
feliz, y Phil es lo que ella quiere.
"Es de mente abierta” sonrió Esme.
—Eso es muy generoso por tu parte... Me
pregunto... —murmuró, reflexivo.
— ¿El qué?
— ¿Tendría ella esa misma cortesía
contigo, sin importarle tu elección?
De repente, prestaba una gran atención.
Nuestras miradas se encontraron.
"Quieres decir que si ella le permitiría
a su hija tener una cita con un vampiro peligroso", se rió Emmett
—E-eso c-creo —tartamudeé—, pero, después
de todo, ella es la madre. Es un poquito diferente.
—Entonces, nadie que asuste demasiado —se
burló.
Le respondí con una gran sonrisa.
— ¿A qué te refieres con que asuste
demasiado? ¿Múltiples piercings en el rostro y grandes tatuajes?
"No, más bien como un demonio chupa
sangre", se rió Jasper.
—Supongo que ésa es una posible
definición.
— ¿Cuál es la tuya?
Pero ignoró mi pregunta y respondió con
otra.
— ¿Crees que puedo asustar?
Enarcó una ceja. El tenue rastro de una
sonrisa iluminó su rostro.
—Eh... Creo que puedes hacerlo si te lo
propones.
— ¿Te doy miedo ahora?
La sonrisa desapareció del rostro de
Edward y su rostro divino se puso repentinamente serio,
"¿Estás tratando de asustarla de nuevo?" Esme dijo.
"Probablemente", se encogió de Edward. "Y probablemente lo haré muchas veces en un futuro cercano".
"¿Estás tratando de asustarla de nuevo?" Esme dijo.
"Probablemente", se encogió de Edward. "Y probablemente lo haré muchas veces en un futuro cercano".
pero yo respondí rápidamente—No.
La sonrisa reapareció.
—Bueno, ¿vas a contarme algo de tu
familia? —pregunté para distraerle—. Debe de ser una historia mucho más
interesante que la mía.
Se puso en guardia de inmediato.
— ¿Qué es lo que quieres saber?
— ¿Te adoptaron los Cullen? —pregunté para
comprobar el hecho.
—Sí.
Vacilé unos momentos. — ¿Qué les ocurrió a
tu padres?
—Murieron hace muchos años —contestó con
toda naturalidad.
—Lo siento —murmuré.
—En realidad, los recuerdo de forma
confusa. Carlisle y Esme llevan siendo mis padres desde hace mucho tiempo.
—Y tú los quieres —no era una pregunta.
Resultaba obvio por el modo en que hablaba de ellos.
Esme y Carlisle estaban ambos sonriendo a su
hijo.
Edward por su parte parecía un poco nervioso y no veía a ninguno de ellos a los ojos.
Edward por su parte parecía un poco nervioso y no veía a ninguno de ellos a los ojos.
—Sí —sonrió—. No puedo concebir a dos
personas mejores que ellos.
—Eres muy afortunado.
—Sé que lo soy.
— ¿Y tu hermano y tu hermana? Lanzó una
mirada al reloj del salpicadero.
—A propósito, mi hermano, mi hermana, así
como Jasper y Rosalie se van a disgustar bastante si tienen que esperarme bajo
la lluvia.
"Nah, es probable que vayamos corriendo a
casa", se encogió de hombros Emmett.
"Habla por ti," dijo Rosalie.
"Él lo está haciendo," dijo Edward, los labios apretados con firmeza
"Habla por ti," dijo Rosalie.
"Él lo está haciendo," dijo Edward, los labios apretados con firmeza
—Oh, lo siento. Supongo que debes irte.
Yo no quería salir del coche.
—Y tú probablemente quieres recuperar el
coche antes de que el jefe de policía Swan vuelva a casa para no tener que
contarle el incidente de Biología.
Me sonrió.
—Estoy segura de que ya se ha enterado. En
Forks no existen los secretos —suspiré.
Rompió a reír.
"Pensando en el secreto que nadie conoce,
sin duda," sonrió Edward.
—Diviértete en la playa... Que tengáis
buen tiempo para tomar el sol —me deseó mientras miraba las cortinas de lluvia.
— ¿No te voy a ver mañana?
—No. Emmett y yo vamos a adelantar el fin
de semana.
— ¿Qué es lo que vais a hacer?
Una amiga puede preguntar ese tipo de
cosas, ¿no? Esperaba que mi voz no dejara traslucir el desencanto.
—Nos vamos de excursión al bosque de Goat
Rocks, al sur del monte Rainier.
“Osos, Excelente y espeluznante," Emmett
sonrió, lamiéndose los labios.
—Ah, vaya, diviértete —intenté simular
entusiasmo, aunque dudo que lo lograse. Una sonrisa curvó las comisuras de sus
labios. Se giró para mirarme de frente, empleando todo el poder de sus
ardientes ojos dorados.
— ¿Querrías hacer algo por mí este fin de
semana?
Asentí desvalida.
—No te ofendas, pero pareces ser una de
esas personas que atraen los accidentes como un imán. Así que..., intenta no
caerte al océano, dejar que te atropellen, ni nada por el estilo... ¿De
acuerdo?
Esbozó una sonrisa malévola.
"Oh, eso tuvo mucho tacto", dijo
Alice, sacudiendo la cabeza.
"Seguro quieres molestarla", se rió Emmett.
"Seguro quieres molestarla", se rió Emmett.
Mi
desvalimiento desapareció mientras hablaba. Le miré fijamente.
—Veré qué puedo hacer —contesté
bruscamente, mientras salía del volvo bajo la lluvia de un salto. Cerré la
puerta de un portazo. Edward aún seguía
sonriendo cuando se alejó al volante de su coche. "Ese es el final del capítulo," dijo Jasper.
"Supongo que eso significa que debo leer a continuación", dijo Carlisle.
Ya saben, dejen comentarios y me
harán muy feliz :D…
3 comentarios:
(:
Wauw no puedo dejar de leer
Gracias por traducir
Me a gustado mucho
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