Aviso: Los libros aquí transcriptos y los personajes pertenecen a Stephenie Meyer y la historia original “Reading Eclipse” a Choices HP, yo solo la traduzco, todo esto es sin ánimos de lucro, solo por mero entretenimiento.
Traducido por: Rosaliewolfvamp
Corregido por: Cary0605
“Monstruo” Leyó
Emmett
“Ah… por fin la pelea comenzará”
Edward frunció el seño pero no dijo nada.
A pesar de que me hallaba dentro de la tienda, había mucha
luminosidad cuando me desperté por la mañana y la luz del sol me hirió en los
ojos. Sudaba la gota gorda, tal y como había predicho Jacob, que roncaba
suavemente junto a mi oreja y mantenía los brazos enlazados alrededor de mi
cuerpo.
Edward no se veía cómodo con esto y solo lo hacía peor la manera en que
Emmett lo estaba leyendo, sonriéndole
maliciosamente.
Aparté la cabeza de su pecho caliente, casi enfebrecido, y sentí el
aguijonazo de la mañana fría en mi mejilla bañada en sudor. El suspiró en
sueños y apretó los brazos en torno a mí de forma inconsciente.
Incapaz de aflojar su abrazo, me retorcí en mi esfuerzo por elevar
la cabeza lo suficiente para que mi mirada...
...se encontrase con la de Edward, que me contempló con expresión
serena, aunque el dolor en sus ojos era incuestionable.
Edward estaba seguro que tenía la misma cara ahora.
—¿Se está caliente ahí fuera? —murmuré.
—Sí. Dudo que hoy necesitemos la estufa.
Intenté alcanzar la cremallera, pero no logré liberar los brazos. Me
estiré, luchando contra el peso inerte de Jacob, que susurró algo pese a estar
por completo dormido, y me estrechó aún con más fuerza.
—¿Y si me ayudas? —le pregunté con calma.
—¿Quieres que le aparte los brazos?
“No creo que ella quiera que mutiles al cachorro” Emmett rio entre dientes
“Pero a mí no me importaría…”
“¡Emmett!” Esme lo regaño duramente.
“Lo siento” dijo Emmett- sin lucir realmente arrepentido, pero al menos
había dejado de hablar.
—No, gracias. Sólo libérame. Me va a dar un golpe de calor.
Edward abrió la cremallera del saco de dormir con un movimiento
brusco y veloz. Jacob cayó hacia atrás dándose con la espalda desnuda en el
suelo helado de la tienda.
—¡Eh! —se quejó, abriendo los ojos de golpe.
Se retorció y saltó por instinto para apartarse del frío. Al rodar,
terminó cayendo sobre mí. Jadeé cuando su peso me dejó sin respiración, pero de
pronto dejó de aplastarme. Sentí el impacto cuando Jacob salió volando contra
uno de los palos de la tienda y ésta se sacudió.
“¡Edward!” dijo Esme, mirándolo con incredulidad.
“El la estaba aplastando” murmuro Edward, la esquina de su boca estaba curveada
hacia arriba, pero el trataba de parecer serio.
“Aun así eso no es escusa para aventarlo” Dijo Esme duramente.
“Lo siento” suspiro Edward, luciendo mucho más serio esta vez.
Sí, claro, pensó Alice, y Edward le
dio una pequeña indicación de que estaba de acuerdo con eso.
Los gruñidos brotaron desde todas partes a mí alrededor. Edward se
agazapaba delante de mí; no podía verle el rostro, pero los rugidos surgían
enfurecidos de su pecho. Jacob también se había encorvado, con todo el cuerpo
sacudido por los estremecimientos, mientras gruñía entre los dientes apretados.
Las rocas devolvieron el eco de los feroces sonidos que Seth Clearwater emitía
fuera de la tienda.
“Mira lo que has hecho” dijo Esme.
“Tienes razón, no debí haber hecho eso” dijo Edward.
Solo lo dices porque
bella está en la tienda también, pensó Alice y de nuevo Edward parecía
estar de acuerdo con ella.
—¡Quietos! ¡Basta! —grité, incorporándome con torpeza para
interponerme entre los dos. El espacio era tan reducido que no necesité estirarme
mucho para poner una mano en el pecho de cada uno de ellos. Edward enroscó un
brazo alrededor de mi cintura preparado para apartarme del camino de un
empujón—. ¡Deteneos ahora mismo! —les avisé.
Jacob comenzó a calmarse cuando notó el contacto de mi mano.
Disminuyó la frecuencia de sus convulsiones, pero no dejó de exhibir los
dientes ni apartó los enfurecidos ojos de Edward. Seth no dejó de proferir su
aullido interminable, un violento contrapunto para el repentino silencio que se
hizo en la tienda.
—¿Jacob? —le pregunté y me mantuve a la espera, hasta que finalmente
bajó la mirada y la depositó en mí—. ¿Te has hecho daño?
“Ahora sí que lo sientes” dijo Emmett,” Ella está del lado del pequeño Jakey”
—¡Claro que no! —masculló.
Me volví hacia Edward, que me miraba con una expresión dura y
furiosa.
—Eso no ha estado bien. Deberías disculparte.
Los “adolecentes” Cullen estallaron en risas ante esto.
“Ella esta en lo correcto… realmente deberías” Dijo Esme, aunque ella
también sonreía.
Sus ojos se dilataron de disgusto.
—Debes estar de broma. ¡Te estaba aplastando!
—¡Porque le tiraste al suelo! Ni lo hizo a propósito ni me ha hecho
daño.
Edward refunfuñó y puso cara de asco, pero luego, con lentitud,
elevó la mirada hacia Jacob con ojos claramente hostiles.
—Mis disculpas, perro.
“Bueno… al menos se disculpo” se rio Emmett.
“Eso no es una buena disculpa” suspiro Esme “¿Acaso no te he enseñado
mejores modales que eso?”
Edward se removió incomodo mientras Esme le dedicaba una expresión dolida.
“Si” dijo finalmente “Lo lamento”
—No ha pasado nada —replicó Jacob, con un borde afilado y provocador
en su voz.
Todavía hacía frío, aunque nada comparable a la helada nocturna.
Crucé los brazos sobre el pecho.
—Ven —dijo Edward, tranquilo de nuevo. Tomó el anorak del suelo y me
lo envolvió alrededor del abrigo.
—Es de Jacob —protesté.
—Él tiene un abrigo de pieles —insinuó Edward.
—Si no os importa, yo prefiero el saco de dormir —Jacob ignoró a
Edward, nos eludió y se metió dentro—. No me apetece levantarme aún. Esta no
pasará a la historia por ser la noche en que mejor he dormido, desde luego.
“Ja…pensé que al cachorro la gustaría eso” Emmett frunció el ceño “¿Que no
es eso lo que ha soñado…?”
“Agh” gruño Edward
“Podría ser, el solo desearía que
Edward no estuviera allí” se burló Alice
“Si… eso lo hubiera hecho mucho mejor para el cachorro” concordó Emmett
riendo.
—Fue idea tuya —repuso Edward, impasible.
Jacob se acurrucó, con los ojos ya cerrados, y bostezó.
—No he dicho que haya sido una mala noche, sino que he dormido poco.
Pensé que Bella no iba a callarse nunca.
“Oh,” Emmett fue capaz de decir antes de reír escandalosamente
Me dio algo de vergüenza, preguntándome qué cosas habría podido
decir en sueños. Las perspectivas eran horribles.
—Me alegro de que lo hayas disfrutado tanto —murmuró Edward.
Los ojos oscuros de Jacob parpadearon y se abrieron.
—Entonces, ¿tú no has pasado una buena noche? —preguntó, muy pagado
de sí mismo.
“Una agradable noche imaginando como arrancarte la cabeza” rió Emmett y la
boca de Edward se curvó hacia arriba de nuevo.
—No ha sido la peor noche de mi vida.
—Pero ¿entra al menos entre las diez peores? —inquirió Jacob con un
disfrute perverso.
—Posiblemente.
Jacob sonrió y entornó los párpados.
—Ahora bien —continuó Edward—, no figuraría entre las diez mejores
si hubiera podido ocupar tu lugar. Sueña con eso.
“ Ouch… buena esa Eddy” rió Emmett.
Los ojos de Jacob se abrieron con una mirada hostil. Se sentó rígido
y con los hombros tensos.
— ¿Sabes qué? Creo que hay demasiada gente aquí dentro.
“Por fin” dijo Rosalie.
—No podría estar más de acuerdo.
Propiné un codazo a Edward en las costillas; probablemente iba a
costarme un buen cardenal.
Emmett rio en silencio con esto.
—En tal caso, supongo que ya me echaré luego una cabezada —Jacob
puso mala cara—. De todos modos, debo hablar con Sam
Se arrodilló y echó mano al deslizador de la cremallera.
Un dolor repentino zigzagueó por mi columna vertebral y se alojó en
mi vientre en cuanto me di cuenta de que quizá no volviera a verle. Regresaba
con Sam para luchar contra una horda de vampiros neófitos sedientos de sangre.
“El estará bien, Bella” Emmett rodó los ojos.
—Jacob, espera.
Estiré el brazo para retenerle, pero mi mano se escurrió por su
brazo, y él lo agitó antes de que lograra aferrarlo.
—Jacob, por favor, ¿no podrías quedarte?
—No.
La negativa sonó dura y fría. Supe que mi rostro denotaba pena
porque él espiró y una media sonrisa endulzó su expresión.
—No te preocupes por mí, Bella. Estaré bien, como siempre —soltó una
risa forzada—. Además, ¿crees que voy a dejar que Seth ocupe mi lugar, se quede
con toda la diversión y me robe la gloria? ¡Seguro! —bufó.
“No hay ninguna posibilidad de esto, " estuvo de acuerdo Emmett.
—Ten cuidado...
Salió de la tienda antes de que pudiera terminar la frase.
—Dame un respiro, Bella —le oí murmurar mientras cerraba la
cremallera.
Agucé el oído para percibir el sonido de sus pasos al alejarse, pero
no se oía nada. Ni el viento. Sólo escuché el canto matutino de los pájaros en
las lejanas montañas. Jacob se movía ahora con sigilo.
Me acurruqué en mis ropas de abrigo y me dejé caer contra el hombro
de Edward. Nos quedamos quietos un buen rato.
— ¿Cuánto nos queda? —pregunté.
—Alice le ha dicho a Sam que tardarían alrededor de una hora —repuso
Edward con voz sombría.
—Quiero que estemos juntos. Pase lo que pase.
—Pase lo que pase —asintió él, con los ojos fuertemente cerrados.
—Lo sé —comenté—. A mí también me aterroriza.
—Ellos saben cómo apañárselas —me aseguró Edward, haciendo que su
voz sonara divertida a propósito —. Me fastidia perderme la diversión, eso es
todo.
“¿Crees que en realidad estas preocupado por esto?” preguntó Esme nerviosa
“Estoy seguro de que estoy algo preocupado…pero no, no creo que nada vaya
a pasarles a ustedes” Dijo Edward.
Otra vez con la diversión. Se me dilataron las ventanillas de la
nariz.
“A ella no parece agradarle eso” rió Emmett.
Me pasó el brazo por los hombros.
—No te preocupes —me rogó; después, me besó en la frente.
Como si hubiera algo que pudiera impedirlo.
—Vale, vale.
Emmett rió aun más fuerte con esto.
“¿Tenía que usar esa frase?” se quejó Edward.
— ¿Quieres que te distraiga? —musitó él mientras deslizaba los dedos
helados por mi pómulo.
Sin querer, me estremecí al sentir el roce gélido de sus dedos en la
mejilla. Con semejante temperatura, no era momento para caricias tan frías.
—Quizá no sea la mejor ocasión —dijo para sí mismo mientras retiraba
su mano.
“Ah…. que lastima, Eddy” se burló Emmett.
—. Hay otras formas de distraerme.
— ¿Qué te gustaría?
—Podrías contarme cuáles han sido tus diez mejores noches —le
sugerí—. Me pica la curiosidad.
El se echó a reír.
—Intenta adivinarlas.
Sacudí la cabeza.
—Has vivido demasiadas noches de las que no sé nada, todo un siglo...
“Como si alguna de ellas contará” se mofó Edward
“¿Que hay de cuando me conociste?” Alice hizo un puchero y Edward rodó los
ojos
“Es una de mis peores” sonrió Edward, evitando el golpe de Alice
“Idiota” murmuro Alice, mirándolo.
—Acotaré la cuestión. Las mejores han ocurrido desde que nos
conocemos.
— ¿De verdad?
—Sí, sin duda, y por un amplio margen.
Me quedé pensativa un minuto.
—Sólo puedo pensar en las mías —admití.
—Lo más probable es que coincidan —me alentó.
—Bueno, hay que contar con la primera noche, la que te quedaste
conmigo.
—Sí, ésa es una de las mías también;
“Er… ¿quieres decir la primera noche que te quedaste o la primera noche
que te quedaste y ella lo supo? Emmett soltó una risita.
“Creo que la segunda” dijo Edward. “Al menos, estoy casi seguro de que es
en la que Bella está pensando”
Aunque claro, tú estuviste
inconsciente durante mi parte favorita.
—Llevas razón —recordé—. Aquella noche también estuve hablando.
—Sí —asintió.
Enrojecí mientras me preguntaba otra vez qué es lo que podría haber
dicho mientras dormía en los brazos de Jacob. No podía recordar qué había
estado soñando, o si en verdad había soñado, así que eso no me servía de ayuda.
“¿Eso significa que ella no
recuerda la conversación que ustedes dos tuvieron?” Emmett frunció el ceño.
“Aparentemente no,” sonrió Edward.
— ¿De qué hablé anoche? —murmuré en voz más baja que antes.
Se encogió de hombros en vez de contestar, y yo hice un gesto de
dolor.
—¿Tan malo fue?
—No, no tanto —suspiró él.
—Por favor, dímelo.
—Principalmente me llamaste, lo mismo que de costumbre.
—Eso no tiene nada de malo —admití con cautela.
—Pero al final, sin embargo, empezaste a murmurar algo sin sentido
sobre «Jacob, mi Jacob»
Edward dejo salir un suspiro y su buen humor pareció desvanecerse.
“Ahora entiendo porque el cachorro pensó que había sido un noche tan
buena,” Emmett se burló un poco, pero ni siquiera él parecía muy metido en eso.
—Constaté su dolor incluso en el susurro de su voz—. Tu Jacob
disfrutó lo suyo con esa parte.
Alargué el cuello hacia arriba, estirando los labios hasta alcanzar
el borde de su mandíbula. Mantenía la vista clavada en la lona del techo, por
lo que no pude verle los ojos.
—Lo siento —cuchicheé—. Ésa es la manera en que le distingo.
—¿Distingues?
—De ese modo, diferencio entre el doctor Jekyll y el señor Hyde,
entre el Jacob que me gusta y ese que me pone de un humor de perros —le
expliqué.
“Vamos, eso tiene que hacerte sentir un poco mejor” dijo Emmett, pero
Edward aun lucía decaído.
—Eso tiene sentido —sonó ligeramente aplacado—. Habíame de otra de
tus noches favoritas.
—La que volamos de regreso desde Italia —frunció el ceño
“¿Porque estas frunciendo el ceño, Eddy?” Emmett preguntó, pero Edward no
respondió así que Emmett continúo con la lectura.
—. ¿No es una de las tuyas? —le pregunté.
—Sí, lo cierto es que sí, pero me sorprende que figure en tu lista.
¿No tenías la absurda impresión de que yo actuaba impulsado por la culpabilidad
y de que iba a salir disparado en cuanto se abrieran las puertas del avión?
“Si,” rio Emmett “Eso es verdad.”
—Sí —sonreí—, pero, sin embargo, te quedaste.
Edward sonrió con esto, junto con Esme y Alice.
Me besó los cabellos.
—Me amas más de lo que merezco.
Me reí ante la imposibilidad de esa idea.
—La siguiente fue la noche posterior a Italia —continué.
—Sí, ésa está en la lista. Estuviste muy divertida.
—¿Divertida? —objeté.
—No tenía ni idea de que tus sueños fueran tan vividos. Me costó lo
indecible convencerte de que estabas despierta.
Todos rieron con el recuerdo de esa noche.
—Todavía no estoy segura —musité—. Siempre me has parecido más un
sueño que una realidad. Dime una de las tuyas, venga. ¿He adivinado tu mejor
noche?
—No. La mía fue hace dos días, cuando por fin accediste a casarte conmigo.
“Si… eso sería la número uno” murmuro Edward,
empezando a lucir feliz de nuevo y Esme estaba muy contenta con él.
“Solo recuerda que tienes que tener una boda de
verdad.” Señalo Alice, radiante también.
Edward solo rodo sus ojos.
Le puse morros.
—¿Esa no está en tu lista?
Pensé en la manera en que me había besado, la concesión que le había
arrancado y cambié de idea.
“Wlla de verdad te quiere,” dijo Emmett, moviendo las cejas.
—Sí, sí que está, pero con reservas. No entiendo por qué es tan
importante para ti. Ya me tienes para siempre.
—Dentro de cien años, cuando dispongas de una perspectiva suficiente
para apreciar realmente la respuesta, te lo explicaré.
“Yo no creo que le tome cien años,” dijo Esme.
“Tú sabes lo terca que puede ser,” sonrió Edward.
Esme se encogió de hombros, pero estaba sonriendo al mismo tiempo.
—Te recordaré que me lo cuentes... dentro de cien años.
—¿Estás bien calentita? —me preguntó de forma inopinada.
—Estoy bien —le aseguré—. ¿Por qué?
Un ensordecedor aullido de dolor desgarró el silencio imperante en
el exterior antes de que pudiera contestar. El sonido reverberó en la roca
desnuda de la montaña y llenó el aire de tal modo que podía sentirse llegar
desde cualquier dirección.
“No lo hiciste,” digo Emmett sonriendo y Esme se endureció.
“Er…” Edward tartamudeó.
“Pues, eso seguro molestó al chucho,” Emmett continuó riendo.
“Tú en serio no bebiste de hacer eso, Edward,” dijo Esme sonando
decepcionada.
El aullido invadió mi mente como un tornado, tan extraño como
familiar; extraño porque nunca antes había oído un lamento tan torturado,
familiar porque reconocí la voz de modo instantáneo, identifiqué el sonido y
comprendí el significado con la misma seguridad que si se hubiera producido en
mi interior.
No cambiaba nada el hecho de que Jacob no fuera humano cuando
aullaba. No necesitaba traducción alguna.
Se hallaba muy cerca y había escuchado todas y cada una de mis
palabras, y sentía un dolor agudo, como una agonía.
El aullido se quebró en un peculiar sollozo estrangulado y después
se hizo el silencio de nuevo.
Esta vez tampoco fui capaz de escuchar su marcha, pero la sentí:
reparé en la ausencia que antes había malinterpretado, noté el vacío que había
dejado su partida.
Edward entrecerró los ojos. No le gustaba para nada esa frase.
—Parece que a tu estufa se le ha acabado el butano —respondió Edward
con serenidad—. Se acabó la tregua —añadió, tan bajo que no podía estar
realmente segura de lo que había dicho.
Esme estaba moviendo su cabeza y mirando tristemente a Edward, pero no
dijo nada.
“No estoy segura de que ese haya sido lo más inteligente,” dijo Alice. No
le estaba gustando como Bella tomaba esto.” Creo que esto se te regresara.”
“Si,” Edward resopló mientras parecía llegar a la misma conclusión.
—Jacob estaba escuchando —farfullé. No era una pregunta.
—Sí.
—Tú lo sabías.
—Sí.
Miré al vacío, sin ver nada.
—Nunca prometí que sería una pelea limpia —me recordó sin perder la
calma—, y merece saber qué hay.
No así Edward, pensó Alice. ¿Que no has visto como su depresión le afecta
a ella?
Dejé caer la cabeza entre las manos.
— ¿Estás enfadada conmigo? —inquirió.
—No, contigo no —mascullé—. Me horrorizo de mí misma.
“¿Por qué?” preguntó Emmett volteando los ojos.
—No te atormentes —me suplicó.
—Sí —admití con amargura—. Debo ahorrar energías para atormentar a
Jacob un poco más, hasta que no deje un recoveco sano.
—El sabía lo que se traía entre manos.
— ¿Y tú crees que eso importa? —La fragilidad de mi voz reflejaba
con qué esfuerzo intentaba contener las lágrimas—. ¿Tú crees que a mí me
preocupa si es o no juego limpio o si se le ha advertido de forma adecuada? Le
he hecho daño, y cada vez que vuelvo al tema se lo sigo haciendo.
“Es por eso que debería dejar de verlo,” suspiró Alice.
“Y ¿cómo se supone que haga eso cuando él es lanzado hacia ella con cada
movimiento estúpido?” Siseó Rosalie.
Fui elevando la voz, hasta la histeria—. Soy una persona odiosa.
Él me estrechó con más fuerza entre sus brazos.
—No, no lo eres.
— ¡Sí lo soy! ¿Qué tornillo anda suelto en mi cabeza? —luché contra
sus brazos y él me soltó—. Tengo que ir y encontrarle.
“No…” gimió Edward, luciendo decaído.
—Bella, él ya está a kilómetros de aquí y hace frío.
—No me importa. No me puedo quedar aquí sentada —me quité el anorak
de Jacob, sacudí los pies dentro de las botas y me arrastré rígidamente hacia
la puerta; sentía las piernas entumecidas—. Tengo que... debo ir... - No sabía
cómo terminar la frase ni tampoco qué iba a hacer, pero de todos modos abrí la
cremallera de la tienda y salí de un salto al exterior, donde lucía una mañana
brillante y helada.
“Esto no va a terminar bien” Emmett hizo una mueca mirando a su hermano.
Supuse que el viento se habría llevado la nevisca. Era lo más
plausible, ya que parecía improbable que se hubiera derretido por efecto del
sol naciente que, desde el sudeste, proyectaba sus rayos sobre la nieve que
había quedado. El reflejo me zahería, los ojos, poco habituados a una luz tan
intensa. El aire tenía un filo cortante, pero estaba totalmente en calma y
conforme el astro rey ascendía en el horizonte, con lentitud, se volvía cada
vez más acorde con la estación.
Seth Clearwater se hallaba a la sombra de un abeto de copa ancha,
con la cabeza entre las patas; se acurrucaba en un área alfombrada por pinaza,
donde era casi invisible debido al parecido del color arena de su pelaje y el
de las agujas de árbol secas. Le descubrí gracias al reflejo de la nieve en sus
ojos abiertos, que me observaban con cierto aire acusatorio.
“No sé sobre eso,” Emmett trató de bromear sin convicción, pero todos
parecían estar esperando a ver que iba a pasar luego… sabiendo que esa probable
que no fuera bueno… en una manera completamente diferente a un ataque de
vampiro.
Me percaté de que Edward caminaba detrás de mí mientras avanzaba a
trompicones entre los árboles. No le oía, pero la luz del sol incidía en su
piel hasta crear un arco iris cuyo fulgor fluctuaba delante de mí. No hizo
ademán de detenerme hasta que me interné varios metros en la zona sombreada del
bosque.
Esperando que se detenga
por sí misma, pensó Alice para sí misma, pero pudo ver a Edward concordar
con eso, aunque no había hecho ningún movimiento para demostrar que así era.
Me tomó la muñeca izquierda con su mano. Yo le ignoré e intenté
zafarme para quedarme libre.
—No puedes seguirle. Al menos, no hoy. Casi es la hora. Y el que te
pierdas no ayudará a nadie, en cualquier caso.
Retorcí la muñeca, tirando inútilmente.
—Lo siento, Bella —susurró—. Lamento haberme comportado de ese modo.
—Tú no has hecho nada. Es culpa mía. He sido yo. Todo lo he hecho
mal. Debería haber... cuando él... yo no tendría que... yo... —empecé a
sollozar.
Edward lucía aun mas decaído conforme esto iba avanzando y todos los demás
parecían estar tristes, también.
—Bella, Bella.
Deslizó sus brazos a mí alrededor y empapé su camiseta con mis
lágrimas.
—Yo debería haberle contado... tendría que... haberle dicho... — ¿qué?,
¿acaso había alguna manera de hacer esto bien?
“Ninguna,” suspiró Alice.
“Pero aun así hubiera sido mejor que se enterara por ella,” dijo Esme,
tratando de mandarle una mirada a Edward, pero no pudo. Se veía tan deprimido y
ella tenía miedo de lo que podría pasar después.
—. Él no debería haberlo... sabido de esa forma.
— ¿Quieres que intente traerle de vuelta para que puedas hablar con
él? Todavía queda un poco de tiempo —susurró Edward, con la voz ahogada por la
agonía.
Asentí contra su pecho, sin valor para mirarle a la cara.
—Quédate cerca de la tienda. Volveré pronto.
“¿En serio Edward?” siseo Rosalie “Este
triangulo tiene que terminar, no forzarlo más”.
“Yo…” Edward intento decir algo, pero no pudo.
Sus brazos se desvanecieron, como él. Se marchó tan rápido que, en
el segundo que tardé en levantar la mirada, ya no pude verle. Estaba sola.
Un nuevo sollozo irrumpió en mi pecho. Hoy estaba haciendo daño a
todo el mundo. ¿Acaso debía perjudicar a todo aquel que tocara?
“Eso parece” murmuró Rosalie reprimiendo un gruñido ya que Edward le siseo
en respuesta.
No entendía por qué me sentía tan mal. Al fin y al cabo, siempre
había sabido que aquello iba a acabar pasando tarde o temprano, pero Jacob
nunca había tenido una reacción como ésa, jamás se había venido abajo mostrando
toda la intensidad de su angustia. El dolor de su aullido seguía hiriéndome en
lo más hondo del pecho. Otra pena acompañaba al dolor. Pena por sentir lástima
de Jacob. Pena también por herir a Edward. Por no ser capaz de dejar marchar a
Jacob con serenidad, sabiendo que era lo correcto, que no quedaba otra salida.
“Ella en realidad debería hacer eso,” dijo Rosalie.
“Eso es más fácil de decir que de hacer,” Dijo Alice, tratando de evitar
pensar en el porqué podría ser eso, pero todos parecían pensar en eso ahora.
¿Qué tanto se preocupaba ella por el cachorro?
Edward simplemente parecía haberse convertido en una estatua de nuevo,
luciendo más dolorido que nunca.
Era una egoísta, hería a todo el mundo. Torturaba a aquellos a
quienes amaba.
Me parecía a Cathy, el personaje de Cumbres borrascosas, sólo que
mis opciones eran mucho mejores que las de ella, porque ni uno era tan malvado
ni el otro tan débil. Y aquí estaba sentada, llorando por ello, sin hacer nada
productivo para llevar las cosas por el buen camino. Exactamente igual que
Cathy.
Parece que ella lo está
entendiendo esta vez, Alice fue incapaz de evitar pensarlo mientras le daba
a Edward una mirada preocupada, solo que
podría ser muy tarde.
Lo que me hería no debía influir más en mis decisiones. No había de
permitirlo. Esta decisión valía de poco, llegaba demasiado tarde, pero a partir
de ahora tendría que hacer lo correcto.
Tal vez ya se había terminado todo. Quizás Edward no pudiera
traérmelo de nuevo. En tal caso, yo debería aceptarlo y continuar con mi vida.
Edward no me volvería a ver nunca derramar otra lágrima por Jacob Black. Los
sollozos tenían que terminarse. Me enjugué la última lágrima con los dedos,
fríos de nuevo.
Ahora bien, si Edward lograba traer a Jacob, habría de pedirle que
se marchara de mi vida para nunca volver.
“Entonces ¿por qué quieres tanto que regrese?” preguntó Emmett,
confundido. “¿No es eso un poco inútil?
“Ella debió de haberse tomado un tiempo para pensar en eso,” suspiro Esme.
Si lo hubiera hecho no hubiera lastimado tanto a todo mundo.
¿Por qué me resultaba tan difícil? Era muchísimo más arduo que decir
adiós a mis otros amigos, a Ángela, a Mike. ¿Por qué me hacía tanto daño? Eso
no estaba bien. No debería hacerme sentir tan mal. Ya tenía lo que quería. No
podía tenerles a los dos, porque Jacob no se conformaba con ser sólo mi amigo.
Ya era hora de que abandonara la idea. ¿Cómo podía ser tan ridículamente
avariciosa?
Esme miró casi esperanzada a Edward. No le gustaba su expresión ni un
poco, aun cuando Bella estaba hablando de dejar a Jacob en paz para siempre,
Edward no se veía diferente que antes.
Debía desprenderme de ese sentimiento irracional de que Jacob
pertenecía a mi vida. El no podía ser para mí, no podía ser «mi» Jacob cuando
yo me había entregado a otra persona.
Caminé con lentitud hacia el pequeño claro, arrastrando los pies.
Cuando llegué al espacio abierto, parpadeando por la claridad de la luz, lancé
un rápido vistazo a Seth, que no se había movido de su lecho de agujas de pino,
y después miré a lo lejos para evitar sus ojos.
Me daba cuenta de que tenía el pelo enmarañado, retorcido en manojos
como las serpientes de Medusa. Intenté pasar los dedos entre los mechones, pero
pronto lo dejé. De todos modos, ¿a quién le importaba mi aspecto?
Cogí la cantimplora que colgaba al lado de la puerta de la tienda y
la sacudí. Sonó un chapoteo, por lo que desenrosqué la tapa y tomé un sorbo
para enjuagarme la boca con el agua helada. Había comida en algún sitio de por
allí, pero no tenía hambre suficiente como para ponerme a buscarla. Comencé a
pasear nerviosamente de un lado para otro a través del pequeño espacio lleno de
luz, sintiendo los ojos de Seth sobre mi persona todo el rato. Como no le
miraba, en mi mente seguía viéndole más como un chico que como un lobo gigante.
Más parecido al joven Jacob.
Quise pedirle a Seth que ladrara o hiciera algún otro signo si Jacob
regresaba, pero me abstuve. No importaba si volvía o no, de hecho, sería mucho
más fácil si no lo hacía. Deseaba que hubiera alguna manera de llamar a Edward.
Seth aulló en ese momento y se incorporó sobre sus patas.
— ¿Qué pasa? —le pregunté estúpidamente.
Él me ignoró, correteó hasta la linde del bosque y apuntó hacia el
oeste con la nariz. Comenzó a gimotear.
— ¿Son los otros, Seth? —inquirí—. ¿En el claro?
Me miró y gañó con debilidad una sola vez; después, giró el hocico
de nuevo en dirección oeste.
“¿Que se supone que signifique eso?” preguntó Emmett, exasperado, pero
nadie le prestó atención.
Echó las orejas hacia atrás y volvió a aullar.
¿Por qué era tan idiota? ¿En qué estaba yo pensando cuando envié a
Edward lejos de allí? ¿Cómo se suponía que iba yo a saber lo que estaba
pasando? No hablaba el idioma de los lobos.
“Si… eso es lo importante ahora,” Emmett trató de reír.
Un sudor frío comenzó a deslizarse por mi columna. ¿Y si se había
agotado ya el tiempo? ¿Y si Edward y Jacob se habían acercado demasiado a la
zona de peligro? ¿Qué pasaría si Edward decidía unirse a la lucha?
“El no habría hecho eso,” dijo Emmett. “No cuando él sabe lo que eso
podría hacerte.”
Un pánico helado anidó en mi estómago. ¿Y si la inquietud de Seth no
tenía nada que ver con el claro y su aullido era una negación? ¿Y si Jacob y
Edward estaban luchando el uno contra el otro en algún lugar lejano del bosque?
No harían una cosa así, ¿verdad?
Todos se estremecieron con esto. En definitiva había una posibilidad de
que lo hicieran, y eso no sería bueno… especialmente en ese momento.
Me di cuenta, con una repentina y escalofriante certeza, de que eso
es lo que ocurriría si cualquiera de los dos pronunciaba las palabras
equivocadas. Pensé en el tenso enfrentamiento de la tienda esa mañana y me
pregunté si no había subestimado lo cerca que había estado de estallar una
lucha real.
“Espero que no,” dijo Esme, más preocupada que antes.
No merecía menos si, de algún modo, perdía a los dos.
Mi corazón quedó apresado en el frío.
Antes de que me fuera a desmayar del susto, un gruñido ligero salió
del interior del pecho de Seth; después, abandonó la vigilancia y volvió a su
lugar de descanso. Eso me calmó, pero me irritó a la vez. ¿Es que no podía
escribir un mensaje en el suelo con la pata o algo así?
Emmett ahora si soltó una risita con esto, pero no duró mucho.
La agitación de mi caminata me había hecho sudar debajo de todas las
capas de ropa que llevaba. Arrojé la chaqueta dentro de la tienda y después
volví a abrirme camino hacia el centro del pequeño calvero.
De pronto, Seth saltó sobre sus patas con el pelo de detrás del
cuello completamente erizado. Miré alrededor sin ver nada. Iba a acabar
tirándole una pina como continuara con ese comportamiento.
Gruñó, un sonido bajo de advertencia, mientras subía con sigilo
hasta el extremo occidental. Me dominó otra vez la misma impaciencia.
—Somos nosotros, Seth —gritó Jacob desde una cierta distancia.
Intenté explicarme a mí misma por qué mi corazón había metido la
quinta en cuanto le escuché. Era sólo miedo a lo que debía hacer, eso era todo.
No me iba a permitir a mí misma sentirme aliviada por el simple motivo de que
hubiera regresado. Desde luego, aquello hubiera sido muy poco práctico por mi
parte.
Edward pareció ponerse aun más tenso con esto, si eso era posible, y los
demás se veían más melancólicos.
Edward apareció primero ante mi vista, con el rostro inexpresivo y
tranquilo. Cuando salió de las sombras, el sol relumbró sobre su piel como lo
había hecho antes en la nieve. Seth acudió a saludarle, mirándole
intencionadamente a los ojos. Edward asintió con lentitud y la preocupación le
llenó de arrugas la frente.
—Sí, eso es todo lo que necesitamos —murmuró para sus adentros antes
de dirigirse al gran lobo—. Supongo que no debería sorprendernos, pero vamos a
ir un poco apurados, le va a andar muy cerca. Por favor, dile a Sam que le pida
a Alice que intente concretar aún más el esquema.
“¿De qué se trata eso?” preguntó Emmett.
“No lo sé,” dijo Carlisle, su voz era más grave de lo normal, pero trató
de pensar en lo que el Edward del libro acababa de decir. “Aunque creo que
tiene algo que ver con los Vulturi”
“¿En verdad?” preguntó Jasper, mirando a su padre más cerca. “¿Crees que
vayan a esperar y ver qué sucede en nuestra pelea con el ejercito de vampiros?”
“Así parece,” Carlisle frunció el ceño.
Seth asintió bajando la cabeza una vez y yo deseé ser capaz de
aullar. Vaya, ahora sí había podido asentir.
Emmett soltó una risita.
Volví la cara, enfadada, y me di cuenta de que Jacob estaba allí.
Me había dado la espalda, quedando de frente al lugar por el que
había llegado. Esperé con cautela a que se diera la vuelta.
—Bella —susurró Edward quien apareció a mi lado de repente. Agachó
la cabeza para mirarme sin que en sus ojos hubiera otra cosa que no fuera la
más pura preocupación. Su generosidad era infinita. En esos momentos, me lo
merecía menos que nunca.
Edward suspiro con esto, pero se volvió rígido como piedra de nuevo.
—. Ha surgido una pequeña complicación. Me voy a llevar a Seth un poco
más allá para intentar solventarla —me dijo con una voz estudiadamente
desprovista de preocupación—. No me iré lejos, pero tampoco podré oírte. Ya sé
que no quieres público y no me importa que escojas el camino que quieras.
Todos se estremecieron con esto, y el único movimiento que Edward hizo fue
apretar sus puños fuertemente, tenía un presentimiento muy malo hacia donde iba
a parar todo esto.
El dolor no irrumpió en su voz hasta el final del todo.
No debía herirle nunca más. Ésa tenía que ser mi misión en la vida.
Yo no debía volver a ser el motivo por el que esa mirada asomara a sus ojos.
Estaba demasiado aturdida incluso para preguntarle en qué consistía el
problema. Bastante era con lo que tenía encima en esos momentos.
—Apresúrate —le susurré.
Me dio un beso suave en los labios antes de desaparecer en el bosque
con Seth a su lado.
Jacob estaba quieto a la sombra de los árboles, lo cual me impedía
ver su expresión con claridad.
—Tengo prisa, Bella —empezó con tono de aburrimiento en la voz—.
¿Por qué no acabas con esto de una vez?
“Si por favor” Rosalie gruño viendo como su hermano trataba de ocultar su
dolor, los avances que había hecho Bella hasta ahora con ella se desmoronaban
con cada línea que pasaba.
Tragué saliva, con la garganta súbitamente tan seca que no estaba
segura de poder articular sonido alguno.
—Limítate a soltarlo, y terminemos de una vez.
Inhalé un gran trago de aire.
—Siento ser tan mala persona —murmuré—. Lamento haber sido tan
egoísta. Desearía no haberme encontrado nunca contigo para no herirte como lo
he hecho. No lo haré más, te lo prometo. Me mantendré apartada de ti. Me mudaré
fuera del estado. No tendrás que volver a verme nunca jamás.
—Eso no se parece en nada a una disculpa —replicó con amargura.
Emmett resopló “Es más que suficiente, ahora shu shu chucho”
No pude elevar mi voz por encima del sonido de un susurro.
—Dime cómo se hace bien.
— ¿Qué pasa si no quiero que te vayas? ¿Qué pasa si quiero que te
quedes, seas egoísta o no? ¿Acaso no tengo opinión si lo único que haces es
ponérmelo cada vez más difícil?
“No,” Alice y Esme dijeron al mismo tiempo.
—Eso no serviría de nada, Jake. Es un error que sigamos viéndonos
cuando ambos queremos cosas distintas por completo. La situación no va a
mejorar. Seguiré haciéndote daño y odio hacerlo —se me quebró la voz.
Él suspiró.
—Detente. No tienes que decir nada más. Lo comprendo.
Quería decirle cuánto le echaría de menos, pero me mordí la lengua.
Eso tampoco ayudaría en nada. Se quedó quieto un momento, con la vista clavada
en el suelo, y luché contra la necesidad acuciante de ir a abrazarle para darle
consuelo.
Y entonces su cabeza se irguió de manera repentina.
—Bien, tú no eres la única capaz de sacrificarse a sí misma —repuso,
con la voz más fuerte—. A ese juego pueden jugar dos.
“¿Qué significa eso?” preguntó Emmett, confundido.
“Nada bueno, estoy segura,” siseo Rosalie molesta.
— ¿Qué?
—Yo también me he portado bastante mal y te lo he puesto más difícil
de lo necesario. Podía haberme retirado con elegancia al principio..., y
también te he hecho daño.
“Eso es cierto… pero él nunca habría dejado de luchar tampoco,” dijo
Jasper.
—Ha sido culpa mía.
—No voy a dejar que cargues tú con todas las culpas, Bella, ni con
toda la gloria. Sé cómo redimirme.
— ¿De qué estás hablando? —inquirí.
Me asustaba el brillo fanático que de pronto había iluminado sus
ojos. Alzó la vista al cielo; luego, me sonrió.
—Se cuece por ahí una lucha encarnizada de veras. No sería tan
difícil que yo cayera en ella.
“No puede hablar en serio,” dijo Emmett incrédulo.
Un gruñido salió de Edward, pero parecía incapaz de hablar. Sin embargo,
era casi bueno ver el enojo en su rostro en vez de solo el dolor que había
experimentando la mayor parte del capítulo.
“No, no creo que el chucho lo este,” Rosalie gruño, también. Se veía más
que molesta en este momento, “El estúpido chucho está jugando con ella…
incitando su compasión,”
“Supongo que es todo lo que él puede hacer ahora,” frunció el ceño Emmett.
El en realidad no encontraba esto entretenido en absoluto.
“Él es un bastardo estúpido, desagradable, arrogante, " criticó
Rosalie y siguió haciéndolo hasta que se retomo la lectura.
Sus palabras penetraron en mi cerebro lentamente, una por una, y no
pude respirar. A pesar de todas mis intenciones respecto a sacar a Jacob de
forma definitiva de mi vida, no me di cuenta hasta ese preciso instante de
cuánto tendría que hundir el cuchillo para conseguirlo.
— ¡Oh no, Jake! No, no, no, no —grité horrorizada—. No, Jake, no.
Por favor, no —empezaron a temblarme las rodillas.
— ¿Cuál es la diferencia, Bella? Eso sería lo más conveniente para todos,
sencillo, y ni siquiera tendrías que mudarte.
— ¡No! —Elevé la voz—. ¡No, Jacob! ¡No lo permitiré!
— ¿Y cómo me detendrás? —me tentó con acento ligero, sonriendo para
quitarle hierro a su tono de voz.
—Jacob, te lo suplico. Quédate conmigo —me habría arrodillado de
haber sido capaz de moverme.
“Agghr, esto esta tan mal” siseo Alice.
— ¿Durante quince minutos, mientras me pierdo una buena pelea, para
que luego me abandones en cuanto pienses que ya estoy a salvo? Debes de estar
de guasa.
Emmett parecía estar de acuerdo con esta frase, pero realmente no le
gustaba a donde iba esto.
—No huiré. He cambiado de idea. Buscaremos alguna solución, Jacob,
siempre hay alguna manera de llegar a un arreglo. ¡No vayas!
—Mientes.
—No. Ya sabes qué mal se me da mentir. Mírame a los ojos. Me quedaré
si tú también lo haces.
Edward comenzó a lucir realmente enojado con esto.
“¿Acaso el estúpido chucho no tiene límites?” Rosalie gruño. “Apuesto a
que estaría encantado de tenerla para él de esta manera,”
Su rostro se endureció.
— ¿Para ser tu testigo en la boda?
“Si las cosas fueran normales, él lo sería” Alice no pudo evitar decirlo
en voz baja.
Pasó un momento antes de que yo pudiera articular palabra y aun así
la única respuesta que le pude dar fue: —Por favor.
—Eso es lo que pensaba —repuso, serenando de nuevo su expresión, a
pesar del brillo turbulento de sus ojos—. Te quiero, Bella —murmuró.
—Te quiero, Jacob —respondí con voz rota.
El dolor se instaló de nuevo en los ojos de Edward.
Él sonrió.
—Eso lo sé mejor que tú.
Se volvió para marcharse.
—Haré cualquier cosa —le grité con voz estrangulada—, lo que
quieras, Jacob. ¡No vayas!
“Chucho manipulador” Rosalie crujió su puño en la mesa.
El se detuvo y se giró con lentitud.
—No creo que en realidad quieras decir eso.
—Quédate —le supliqué.
Sacudió la cabeza.
—No —se paró momentáneamente, como si estuviera tomando alguna
decisión—. Me voy y dejaremos que decida el destino.
— ¿Qué quieres decir? —pregunté con voz ahogada.
—No haré nada con premeditación. Me limitaré a luchar lo mejor
posible por mi manada y dejaré que ocurra lo que tenga que ocurrir —se encogió
de hombros—. Salvo que tú quieras convencerme de que en verdad quieres que
regrese, sin que te hagas la desinteresada.
“Bastardo manipulador!!”repitió Rosalie gritando y Edward ahora estaba
temblando de furia. Usar la compasión de Bella contra ella parecía realmente
bajo. ¿Cómo podría ella no hacer lo que sea que él le pidiera si su vida estaba
en riesgo? Ella haría cualquier cosa por salvar a alguien que le importara.
—¿Cómo?
—Podrías pedírmelo —sugirió.
—Vuelve —murmuré. ¿Cómo podía él dudar de qué era lo que quería?
Sacudió la cabeza y volvió a sonreír.
—No es de eso de lo que estoy hablando.
Me llevó un segundo entender a qué se refería, y durante todo el
rato él estuvo mirándome con su expresión suficiente, bien seguro de cuál sería
mi reacción. Tan pronto como me di cuenta, sin embargo, solté las palabras sin
pararme a contemplar el coste que acarrearían.
—¿Quieres besarme, Jacob?
Edward gruñó audiblemente; sus ojos estaban cerrados ahora, pero el dolor
y la ira estaban tan claros como siempre.
“No caigas en su juego ,” Rosalie siseó, pero ella sabía que era inútil
desde el momento que el chucho trajo el tema.
Abrió los ojos a causa de la sorpresa, pero luego los entornó,
suspicaz.
—Me tomas el pelo.
—Bésame, Jacob. Bésame y luego regresa.
“¿Puedo saltarme esta parte si quieres?” dijo Emmett muy afectado por la
situación.
“No, lee todo de una buena vez” dijo Edward asqueado y mirando hacia otro
lado tratando de centrarse en otras cosas.
Él vaciló entre las sombras mientras se debatía consigo mismo. Se
volvió a medias hacia el oeste, con el torso dándome ligeramente la espalda,
aunque sus pies continuaban plantados en el mismo sitio. Todavía mirando hacia
lo lejos, dio un paso inseguro en mi dirección, y después otro. Volvió el
rostro para mirarme, lleno de dudas.
Le devolví la mirada. No tenía ni idea de cuál era la expresión de
mi rostro.
Jacob vaciló sobre sus talones y después se tambaleó hacia delante,
salvando la distancia que había entre nosotros en tres grandes zancadas.
Sabía que se aprovecharía de la situación. Lo esperaba. Me quedé muy
quieta, con los puños cerrados a ambos costados, mientras él tomaba mi cabeza
entre sus manos y sus labios se encontraban con los míos con un entusiasmo
rayano en la violencia.
Pude sentir su ira conforme su boca descubría mi resistencia pasiva.
Movió una mano hacia mi nuca, encerrando mi cabello desde las raíces en un puño
retorcido. La otra mano me aferró con rudeza el hombro, sacudiéndome y después
arrastrándome hacia su cuerpo. Su mano se deslizó por mi brazo, asiendo mi muñeca
y poniendo mi brazo alrededor de su cuello. Lo dejé allí, con la mano todavía
encerrada en un puño, insegura de cuán lejos estaba a dispuesta a llegar en mi
desesperación por mantenerle vivo. Durante todo este tiempo, sus labios,
desconcertantemente suaves y cálidos, intentaban forzar una respuesta en los
míos.
Tan pronto como se aseguró de que no dejaría caer el brazo, me
liberó la muñeca y buscó el camino hacia mi cintura. Su mano ardiente se asentó
en la parte más baja de mi espalda y me aplastó contra su cuerpo, obligándome a
arquearme contra él.
Sus labios liberaron los míos durante un momento, pero sabía que ni
mucho menos había terminado. Siguió la línea de mi mandíbula con la boca y
después exploró toda la extensión de mi cuello. Me soltó el pelo y buscó el
otro brazo para colocarlo alrededor de su cuello como había hecho con el
primero.
Y entonces sus brazos se cerraron en torno a mi cintura y sus labios
encontraron mi oreja.
—Puedes hacerlo mucho mejor, Bella —susurró hoscamente—. Te lo estás
tomando con mucha calma.
Edward pareció echar humo este tiempo, pero él fue cauteloso de su
reacción a esto.
Me estremecí cuando sentí cómo sus dientes se aferraban al lóbulo de
mi oreja.
—Eso está bien —cuchicheó—. Por una vez, suéltate, disfruta lo que
sientes.
Sacudí la cabeza de modo mecánico hasta que una de sus manos se
deslizó otra vez por mi pelo y me detuvo.
Su voz se tornó acida.
—¿Estás segura de que quieres que regrese o lo que en realidad
deseas es que muera?
Varios gruñidos se oyeron en respuesta a esto.
La ira me inundó como un fuerte calambre después de un golpe duro.
Esto ya era demasiado, no estaba jugando limpio.
Mis brazos estaban alrededor de su cuello, así que cogí dos puñados
de pelo, ignorando el dolor lacerante de mi mano derecha y luché por soltarme,
intentando apartar mi rostro del suyo.
Y Jacob me malinterpretó.
Era demasiado fuerte para darse cuenta de que mis manos querían
causarle daño, de que intentaba arrancarle el pelo desde la raíz. En vez de
ira, creyó percibir pasión. Pensó que al fin le correspondía.
Con un jadeo salvaje, volvió su boca contra la mía, con los dedos
clavados frenéticamente en la piel de mi cintura.
El ramalazo de ira desequilibró mi capacidad de autocontrol; su
respuesta extática, inesperada, me sobrepasó por completo. Si sólo hubiera sido
cuestión de orgullo habría sido capaz de resistirme, pero la profunda
vulnerabilidad de su repentina alegría rompió mi determinación, me desarmó. Mi
mente se desconectó de mi cuerpo y le devolví el beso.
Hubo aun mas gruñidos con esto y la
cabeza de Edward cayó en derrota otra vez.
Contra toda razón, mis labios
se movieron con los suyos de un modo extraño, confuso, como jamás se habían
movido antes, porque no tenía que ser cuidadosa con Jacob y desde luego, él no
lo estaba siendo conmigo. Mis dedos se afianzaron en su pelo, pero ahora para
acercarlo a mí.
Lo sentía por todas partes. La luz incisiva del sol había vuelto mis
párpados rojos, y el color iba bien con el calor. Había ardor por doquier. No
podía ver ni sentir nada que no fuera Jacob.
La pequeñísima parte de mi cerebro que conservaba la cordura empezó
a hacer preguntas.
¿Por qué no detenía aquello? Peor aún, ¿por qué ni siquiera
encontraba en mí misma el deseo de detenerlo? ¿Qué significaba el que no quisiera
que Jacob parara? ¿Por qué mis manos, que colgaban de sus hombros, se
deleitaban en lo amplios y fuertes que eran? ¿Por qué no sentía sus manos lo
bastante cerca a pesar de que me aplastaban contra su cuerpo?
Cada una de estas preguntas parecían causarle más dolor a Edward… causarle
dolor a todos.
Las preguntas resultaban estúpidas, porque yo sabía la verdad: había
estado mintiéndome a mí misma.
Jacob tenía razón. Había tenido razón todo el tiempo. Era más que un
amigo para mí. Ése era el motivo porque el que me resultaba tan difícil decirle
adiós, porque estaba enamorada de él.
Más dolor se esparció por la habitación con esto, y los ojos de todos
estaban puestos en Edward que parecía completamente perdido.
También. Le amaba mucho más de lo que debía, pero a pesar de todo,
no lo suficiente.
Ella aun te ama más, pensó Alice,
desconsolada por los que estaba pasando, pero no parecía tener ningún efecto en
Edward.
Estaba enamorada, pero no tanto como para cambiar las cosas, sólo lo
suficiente para hacernos aún más daño. Para hacerle mucho más daño del que ya
le había hecho con anterioridad.
No me preocupé por nada más que no fuera su dolor. Yo me merecía
cualquier pena que esto me causara. Esperaba además que fuera mucha. Esperaba
sufrir de verdad.
En este momento, parecía como si nos hubiéramos convertido en una
sola persona. Su dolor siempre había sido y siempre sería el mío y también su
alegría ahora era mi alegría. Y sentía esa alegría, pero también que su
felicidad era, de algún modo, dolor. Casi tangible, quemaba mi piel como si
fuera ácido, una lenta tortura.
Por un larguísimo segundo, que parecía no acabarse nunca, un camino
totalmente diferente se extendió ante los párpados de mis ojos colmados de
lágrimas.
Emmett hizo una pausa aquí… sabiendo lo que le causaría a Edward si leía
la siguiente parte.
“¡Léelo!” ordenó Edward en una voz muerta y Emmett no tuvo otra opción.
Parecía que estuviera mirando
a través del filtro de los pensamientos de Jacob, vi con exactitud lo que iba a
abandonar, lo que este nuevo descubrimiento no me salvaría de perder. Pude ver
a Charlie y Renée mezclados en un extraño collage con Billy y Sam en La Push.
Pude ver el paso de los años y su significado, ya que el tiempo me hacía
cambiar. Pude ver al enorme lobo cobrizo que amaba, siempre alzándose protector
cuando lo necesitaba. En el más infinitesimal fragmento de ese segundo, vi las
cabezas inclinadas de dos niños pequeños, de pelo negro, huyendo de mí en el
bosque que me era tan familiar. Cuando desaparecieron, se llevaron el resto de
la visión con ellos.
Edward pareció desmoronarse con esto y Esme fue hacia él. Ella estaba
llorando también.
Rosalie estaba gruñendo, no ante las acciones del chucho esta vez, sino
porque una parte de ella en realidad quería que Bella tuviera la vida que
acababa de pintar… una vida normal con un futuro, pero no así,.
Todos sabían que Edward estaría pensando lo mismo… que si Bella podía
tener ese futuro… el querría que lo tuviera… aun si tenía que dejarla ir.
Aunque nadie dijo nada; sabían lo que venía, pero ahora no era el momento para
decirlo.
Y entonces, con absoluta nitidez, sentí cómo se escindía esa pequeña
parte de mí a lo largo de una fisura en mi corazón y se desprendía del todo.
Los labios de Jacob todavía estaban donde antes habían estado los
míos. Abrí los ojos y me estaba mirando, maravillado con cada detalle.
—Tengo que irme —susurró.
—No.
Sonrió, satisfecho por mi respuesta.
—No tardaré mucho —me prometió—, pero una cosa primero...
Se inclinó para besarme de nuevo y ya no había motivo para
resistirse. ¿Qué sentido tenía?
Esta vez fue diferente. Sus manos se deslizaron con suavidad por mi
rostro y sus labios cálidos fueron suaves, inesperadamente indecisos. Duró
poco, y fue dulce, muy dulce.
Sus brazos se cerraron a mí alrededor y me abrazó con seguridad
mientras me murmuraba al oído.
—Éste debería haber sido nuestro primer beso. Mejor tarde que nunca.
“Aun sigues siendo un bastardo manipulador,” siseó Rosalie. Tal vez ella
quería que Bella tuviera el futuro que había pintado, pero eso no significaba
que deseaba al chucho con ella.
Contra su pecho, donde él no podía verme, mis lágrimas brotaron y se
derramaron por mis mejillas.
“Ese es el final del capítulo,” dijo Emmett, sosteniendo el libro.
“Tal vez deberíamos tomar un descanso” sugirió Carlisle, sonando muy
deprimido.
Edward miró hacia arriba. Estaba más que devastado en este punto, pero
estaba claro que él quería que leyeran el siguiente capítulo. Necesitaba saber
que ella iba a estar bien, aun después de lo que había pasado.
“Creo que yo debería leer el siguiente” dijo Jasper, tomando el libro.
Veía a Esme confortar a Edward y supo que su madre no sería capaz de leer en
este momento.
Hola *.*
Ante todo, educación, debo saludar! jajajjajaja
Diooossss, que capitulo mas horrible! Debo decir que precisamente con este capitulo Meyer mato la saga, no importa si despues viene el bebe, y el matrimonio y el felices por siempre, por este capitulo, por este beso y por esa escena en la pelicula: Bella es recordada como la puta que beso al otro frente al prometido."
Y lo digo yo, una super fan defensora de Crepusculo, Meyer mato el "amor mas alla de todo", yo le pregunte a varias personas por qué critican a crepusculo y la respuesta es la misma: la protagonista es una puta que se beso al otro frente al novio!
¿Y como puedo defender mi saga favorita si eso es lo que paso?
En fin... ¿Saben? Debo quererlos mucho, porque esta es la cuarta vez que leo este capitulo en todaaaa mi vida y lo hice para corregirlo, gracias al cielo que Rosaliewolfvamp lo tradujo... Así que gracias, pero me debes las mayusculas, te mereces que te desperte temprano, jajajajjaja
Siempre cuento lo mismo, y esta vez no será la excepcion, (en el 2009) cuando lei este capitulo por primera vez lloré, no de pena, no de tristeza, LLORE DE RABIA!!!, creo que mi corazon se rompio con el beso de este par...
Y por eso solo me queda decir: Bella te podes ir a la recontramil mierda.
Nos leemos en el proximo capitulo, voy a limpiarme la cara, sí, ya sé, patetico que llore otra vez al leerlo!! soy así de emocional :P
6 comentarios:
ODIO A BELLA!!! EN SERIO QUE NO ME QUEDAS MAS QUE DECIR QUE ODIO A BELLA!!!!!! AAAAAAAAHHHHHHHH MUJERCITA MAS ODIOSA Y ESTUPIDAAAAA
VERLE LA CARA DE ESA MANERA A EDWARD ODIO A BELLA!!!!!!!!
ESTE CAPITULO SIEMPRE ME HA ENFERMADO!!!
En su momento supongo que también detesté ese beso, porque hasta ahora no me había dado cuenta de la "visión" que tuvo Bella con lo que podrían haber sido los hijos que tendría con Jake. o.oU
¡BELLA ES UNA ROBA CUNAS! En fin. Aunque detesté este triángulo (detesto TODOS los triángulos), me encantó ver la reacción de Edward (jo, necesito un psiquiatra...), ¡a leer el siguiente! èwe
Te lo confieso no pude leer este capítulo así que me lo salto... Y es cierto.. Bella es una zorra en este libro... También llore la primera vez que lo leí.. Y jamás lo he vuelto a leer.. Pensé que era fuerte para aguantar este capítulo pero pues no... De todos modos gracias por subirlo...
Odio el capitulo, menos malque termino, a leer el siguiente
Fácil entender el sentir de todo el mundo ya que fue el mismo sentimiento que tuve, que conste que antes de leer este capítulo ya le tenía antagonismo a Bella, más que nada por su baja autoestima y lo dramática que solía ponerse, pero luego de leer esto simplemente quería que Victoria se la la zampara de una sola mordida, además me apuesto que cualquiera en los zapatos de Bella hubiera sido mucho más decidida con la respuesta de a quien amaba de verdad, ya sea a Edward o a Jacob, pero sin estar siendo una calienta huevos en pocas palabras.
Para más inri se puede decir que en la vida real Kristel le hizo todo eso al pobre de Rob, sí la chica se ganó el premio a puta del año, además al anterior novio, Michael, también le puso los cuernos con nuestro querido Robert aunque seamos sinceras .... se lo perdonamos por un novio mejor pero luego lo volvió a repetir, lo que me lleva a pensar en ... "pobre el idiota que termine casado con ella, le va a doler mucho la cabeza en todos los sentidos"
SALESIA
Yo lo entendí, si Edward no hubiera existido, ella y Jacob hubieran estado juntos, él era el amor de su vida pero Edward el amor de su existencia. Al principio odié a Bella también, pero lo entendí, y ciertamente cuando lo hice sentí paz con éste libro. No es algo que ella haya hecho a drede. Sucedió. Jacob no me cae muy bien, a veces sí, otras veces quiero ahorcarlo, pero no pude dejar de sentir lástima y pena, pudieron haber sido felices en otro universo, uno sin vampiros y/o lobos, aunque seguro le hubiera quedado un hueco en pecho, algo que no hubiera podido llenar aunque jamás hubiera conocido a Edward, esa sensación se hubiera quedado ahí seguro. Siento mi gran choro, es mi humilde opinión. Besos.
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